El último Lorca, el más salvaje

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Lluís Pasqual dirigirá el texto de Alberto Conejero que completa la inacabada e incendiaria ‘Comedia sin título’

Corría el año 1989. Lluís Pasqual se despedía del Centro Dramático Nacional, que había dirigido los últimos seis años, y para poner punto y final a su memorable periodo, escogió el único título de Lorca que jamás se había subido a escena, Comedia sin título. Era una empresa muy arriesgada ya que el poeta apenas había dejado unas cuantas cuartillas rellenas de versos encendidos y revolucionarios. No valía con silbar desde las ventanas, había llegado a la conclusión de que para renovar el teatro había que destruirlo… y eso era lo que estaba dispuesto a hacer Pasqual con ayuda del legendario escenógrafo Fabià Puigserver: hacer que el María Guerrero se viniera abajo.

Un reparto con casi una veintena de primeras espadas (de Imanol Arias al veterano Alfonso del Real pasando por Marisa Paredes, Juan Echanove o Juan José Otegui) subió el telón el 23 de junio y, cuando el escenario se resquebrajó y el patio de butacas se llenó de polvo, la ovación fue unánime. Las crónicas cuentan que el ministro de Cultura Jorge Semprún fue de los primeros en vitorear la espectacular puesta en escena. Isabel García Lorca dijo que era una función «genial» y el poeta Rafael Alberti también festejó el trabajo de Pasqual y la compañía. Pocos meses después, el director catalán sustituiría a Imanol Arias sobre las tablas del parisino Théâtre de I’Odéon logrando otro gran éxito.

Por ello, una de las grandes noticias de la temporada que viene es que Pasqual volverá a enfrentarse a esta pieza de Lorca. El director catalán llevará las riendas de El sueño de la vida, la dramaturgia que Alberto Conejero presentó hace unos meses, en la que da un posible final al libreto lorquiano. Se trata de un ambicioso proyecto en el que colaboran la Comunidad de Madrid, el Teatro Lliure, que comanda el propio Pasqual, y el Teatro Español, de Carme Portaceli.

«Durante años me he asomado a la última línea del manuscrito como quien se asoma a la marea porque oye una voz que lo llama desde algún lado. Y no he querido tener miedo porque, cuando las cosas nos llaman desde lo antiguo, es mejor atenderlas. He escrito este texto como quien atraviesa sonámbulo una habitación en llamas», dijo Conejero, cuando presentó la edición Cátedra de este trabajo.

En su primer acto, el único que Lorca llegó a concluir, se narra la historia de un autor que quiere acabar con el teatro burgués y llevar a las tablas el ruido y la furia de las calles, la realidad social del país. Espectadores, tramoyistas, figurantes, actores… todos irán apareciendo por la escena hasta el estallido de la revolución. Para el segundo y tercer acto, Lorca había esbozado varias ideas a las que ha recurrido Conejero. El dramaturgo se ha valido de los versos de Federico y en su libreto sus letras confunden con versos de Poeta en Nueva York y entrevistas dadas por García Lorca, Según aseguró, también «ha sentido el aliento de Angélica Liddell, Wajdi Mouawad o Artaud durante el proceso de escritura».

Ésta no es la primera colaboración entre el director y el dramaturgo. Esta temporada ya presentaron una impresionante Medea, protagonizada por Emma Vilarasau en el Teatre Lliure de Montjuïc. A ambos les une su pasión por Lorca, a quien han llegado a ver casi como un íntimo amigo. Pasqual ha dirigido prácticamente todos los grandes títulos del granadino y es imposible olvidar su adaptación de El público (1985) o La casa de Bernarda Alba (2009), que protagonizaron a sus órdenes Núria Espert y Rosa María Sardá. Con Yerma nunca se atrevió porque la función de Víctor García con la Espert le pareció tan perfecta, «que ¿para qué? Si ya estaba ahí toda la poesía y toda la brutalidad». Hace tres años publicó De la mano de Federico, un emotivo ensayo en el que recopila lo que había aprendido de él a lo largo de su trayectoria.

Por su parte, el nombre de Alberto Conejero también ha estado muy ligado al del poeta granadino desde que despuntara con La piedra oscura, un emotivo drama en el que reconstruía los últimos de Rafael Rodríguez Rapún, el último amor de Federico. Dirigida por Pablo Messiez, esta función le daría el MAX al autor de Jaén, que luego acometería una versión de El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín para el Festival de Otoño a Primavera. Al fin, el encuentro de García Lorca, Conejero y Pasqual tiene algo de círculo que se cierra.

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