Medina Azahara es Patrimonio Mundial de la Unesco

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La organización reconoce a la ciudad califal por constituir un ejemplo único de la arquitectura, el arte y la cultura omeya en Occidente.

El yacimiento de Medina Azahara es desde hoy Patrimonio Mundial de la Unesco. La ciudad ideal que Abderramán III soñó para su amada, Azahara según la leyenda de la que reniegan los arqueólogos, ha sumado a su singular historia de siglos el reconocimiento de la Unesco, que ha tomado su decisión esta mañana en Manama (Bahréin). Córdoba logra así atesorar cuatro lugares Patrimonio Mundial y España se sitúa como tercer país del mundo y segundo de Europa con más lugares inscritos (46), solo por detrás de China e Italia.

«Esto es una gran satisfacción para nosotros. Medina Azahara es un símbolo de tolerancia y de convivencia. Esta nominación es un ejemplo para seguir apostando por el patrimonio, porque invertir en patrimonio es invertir en el futuro”, ha comentado Miguel Ángel Vázquez, consejero de Cultura de la Junta de Andalucía y miembro de la delegación española que ha acudido al 42ª reunión del Comité de Patrimonio Mundial, tras conocerse la designación. «Este reconocimiento es un ejemplo para seguir apostando por el patrimonio, porque invertir en patrimonio es invertir en el futuro», ha señalado. La alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, también presente en Manama, ha abundado en el ejemplo de respeto que fue la ciudad califal. «Cuidaremos de Medina Azahara como lo hemos hecho de la Mezquita. Esta inclusión es un ejemplo de que la convivencia de culturas ahora es tan importante como en el pasado». La presidenta de la comunidad andaluza, Susana Díaz, se sumaba al entusiasmo de la delegación a través de Twitter. «Hoy en un gran día para Córdoba y Andalucía«, concluía su mensaje.

La alegría en Bahréin se ha desbordado en la propia Medina Azahara, donde desde el fin de semana se han congregado altos cargos de la Junta y del Ayuntamiento de Córdoba y los anteriores directores del complejo arqueológico, así como el actual, Alberto Montejo, que se ha implicado intensamente en todo el proceso para conseguir la designación de Patrimonio Mundial. La ciudad palatina abrirá sus puertas mañana a todos los visitantes para celebrar este reconocimiento.

“Técnicamente la candidatura era la más sólida”, señala Montejo. Esta distinción reconoce el singular valor arqueológico e histórico de la ciudad palatina, pero también es un acicate para el desarrollo de las investigaciones en las próximas décadas. “Este es un sitio excepcional por el grado de conservación y va a permitir poder seguir investigando en el futuro. Esta ciudad tiene 115 hectáreas de extensión y solo está excavado el 10%. Tenemos el 90% por investigar y el resultado no lo vamos a ver nosotros. Esto es un trabajo de generaciones de arqueólogos, de restauradores y arquitectos que tendrán que continuar”, explica entusiasmado Montejo.

Abderramán III comenzó la construcción de Medina Azahara en el 936. La leyenda atribuye su origen al amor, pero la realidad es siempre más prosaica. El califa quería mostrar al mundo la grandeza y superioridad de la dinastía Omeya y proyectó su deseo en esa ciudad a los pies de Sierra Morena, justo donde la montaña penetra en el valle del Guadalquivir. Abderramán III fundó una urbe nueva que fue testimonio de una cultura que desapareció en su periodo de esplendor.

Las guerras intestinas en el seno de Al-Andalus la redujeron a ruinas solo 70 años después de su creación. Una ciudad efímera pero que ha llegado a nuestros días intacta -nunca se ha construido sobre ella-, convirtiéndose en una evidencia física del Califato de Córdoba, algo único en Occidente. “Es un banco de investigación arqueológica histórica para recuperar la arquitectura, el arte, la jardinería… aspectos que pueden dar a conocer cómo era una ciudad califal, cómo se construía, cómo se pensaba en esa época”, indica Montejo.

Pese a su singularidad y belleza, los muros, palacios y mosaicos que encierra Medina Azahara son bastante desconocidos. El atractivo arrebatador de la Mezquita y la mala comunicación entre la capital cordobesa y el enclave (6 kilómetros de distancia sin medios de transporte que hagan rutas periódicas) complican la llegada. Frente a los dos millones de personas que visitan anualmente la Mezquita-Catedral, solo una media de 185.000 se pasea por las calles de la ciudad califal. “El que tiene interés viene, como pueda”, señala Montejo. “Pero el gran público es el que no se acerca, porque no está dentro de la ruta turística de la ciudad de Córdoba. Nosotros queremos que vengan a Medina Azahara”, sostiene.

La designación como Patrimonio Mundial cambiará esta circunstancia. Está demostrado que cuando un sitio recibe esta distinción, entre los tres y seis meses posteriores se produce un incremento significativo de las visitas. Medina Azahara está preparada para esta nueva coyuntura turística. “El año pasado tuvimos 186.000 visitantes, pero en 2001, cuando se desarrolló la exposición sobre el esplendor de los Omeyas, recibimos casi 400.000”, explica Montejo. Desde la Junta recuerdan que Andalucía no sufre los problemas de turismo masivo de otros lugares de España. “Nosotros promovemos un turismo de calidad y sostenible, queremos que las visitas sean agradables y por eso hemos puesto límites en los accesos a la Alhambra, aunque no hemos detectado esa amenaza en Medina Azahara”, señala Vázquez.

Con la decisión de la Unesco, Córdoba suma un nuevo sitio Patrimonio Mundial de la Unesco a los que ya atesora –Mezquita-Catedral, Judería y casco antiguo y Fiesta de los Patios (además de su participación en los de Flamenco y comida mediterránea, Patrimonios Inmateriales)–. Su alcaldesa, la socialista Isabel Ambrosio, asume el reto que esto supone para la ciudad: “Sumar cuatro declaraciones de patrimonio mundial es ser un referente a nivel internacional en uno de los sectores más exigentes como es el del turismo cultural y patrimonial, eso nos obliga a extremar las medidas de protección, conservación y difusión de esos bienes, además de ponerlos en valor para la ciudad para que los cordobeses lo vean como la oportunidad que son”.

La candidatura de Medina Azahara ha contado con un fuerte apoyo ciudadano, espoleado las últimas semanas a través del Hashtag #EstoyConMedina, y este fin de semana con un libro de visitas que se ha colocado en las instalaciones del Museo del complejo arqueológico. Pero el respaldo no puede terminar aquí. “Pido a los ciudadanos que no se queden solo en el hashtag, sino que se impliquen más en el yacimiento y vengan a vernos y a conocer la ciudad y que participe en las actividades”, reclama Montejo.

Los salones refinados, las frágiles arquerías, las delicadas filigranas de sus capiteles o las calles laberínticas que asoman en Medina Azara representan solo un 10% de lo que fue esta imponente urbe. Queda un 90% de secretos por descubrir, un trabajo de generaciones que apuntalará el futuro de una ciudad que fue destruida siete décadas después de su fundación, fruto de las luchas que acabaron con la dinastía Omeya, pero cuyo esplendor ha perdurado a través del tiempo y ahora ya es Patrimonio Mundial.

Ver más en: El País

 

 

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