Volver al origen con la exposición ‘hijas del agua’

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Hasta el 16 de septiembre, en el Museo Santa Clara, se exhiben fotografías de rostros de indígenas para los que el agua es crucial. Es una invitación del fotógrafo Ruven Afanador y de la artista Ana González a superar la guerra y a valorar lo ancestral.

En un año de viajes a lugares aislados y paradisíacos y de adentrarse en páramos y en sierras, Ruven Afanador y Ana González conocieron y retrataron a los indígenas arhuacos, misak, gunadule y wayuu. A través de 33 fotografías, tomadas por Afanador e intervenidas (modificadas) por González, la exposición Hijas del agua cuenta la historia de estos guardianes de la naturaleza, que ven el agua como un componente esencial de vida.

Negaseredi. Fotografía sobre papel intervenida con técnica mixta. Foto: Museo Santa Clara

Esta exposición tuvo varios desafíos, como contactar a las comunidades y que permitieran visitas de varios días. Para esto, González y Afanador se apoyaron en Presidencia de Colombia y en Artesanías de Colombia. Además, buscaron fotografiar a partir de un trabajo respetuoso y no invasivo, así que consultaron todo el proceso con los indígenas. Para no invadir sus espacios o irrespetar sus saberes, Ana asegura que entregaron el alma, “casi nos desbaratamos para hacer cada retrato. Fue una ventana que nos abrieron para admirarlos”.

Luego de compartir con ellos, los artistas encontraron que el agua y en general la naturaleza era trascendental para cada cultura. Los mamos, por ejemplo, son los líderes espirituales de las etnias de la Sierra Nevada y creen en el ‘pagamento’, que significa devolverle a la naturaleza lo que le hemos quitado. El fotógrafo y la artista les llevaron cuarzos y los mamos los pusieron en el agua, como si fueran una semilla y el agua su fruto. Para ellos, el agua se cultiva y es el origen de la vida.

Otro ejemplo son los Misak, habitantes del Cauca que se consideran hijos de las lagunas y de los páramos. Esta comunidad protege la naturaleza y la mayoría de sus iniciativas son recuperar y conservar ecosistemas. Los artistas encontraron que las lagunas, la lluvia y el mar unen a estas comunidades y enaltecen su valor cultural.

La idea es que la exposición se vea desde la intuición más que desde la razón y que el público se concentre en el origen, en la divinidad de lo ancestral y en las posibilidades que tiene el país gracias a la paz.
Ver más en: Semana

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