Cristina Morales gana el premio Herralde con una novela «insurreccional» sobre la discapacidad

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«El sistema del tacto», de la chilena Alejandra Costamagna, ha resultado finalista

No ha sido con la tercera sino a su cuarta novela, pero la cifra poco importa cuando la recompensa es convertirse en una de las escritoras más jóvenes en llevarse el Premio Herralde de Novela, galardón con el que la granadina Cristina Morales (1985) sigue sumando galones a un impecable currículum que empezó a escribirse en 2008 con «La merienda de las niñas», su primer volumen de cuentos.

Así, después de poner voz a Santa Teresa en «Malas palabras» y de retroceder hasta la España de 1816 con «Terroristas modernos», Morales toma impulso en la actualidad para llevarse un premio convocado por la editorial Anagrama y dotado con 18.000 euros que ha querido reconocer la mirada «ácida e inteligente» de una novela «tan radical como divertida».

Una novela «insurreccional», en palabras del editor y miembro del jurado Gonzalo Pontón, que se acerca a los márgenes de los márgenes para interesarse por los grandes olvidados de la literatura. A su lado, la escritora chilena Alejandra Costamagna ha resultado finalista con «El sistema del tacto», un texto sobre el desarraigo y la pertenencia.

«Hay una gran potencia en la posibilidad de acercarse literariamente a ese tipo de personajes que están en los márgenes de los márgenes. Hay una gran potencia crítica en estos márgenes», ha destacado Morales, para quien «Lectura fácil» es también una novela sobre la ciudad a la que la autora llegó hace seis años. «Es una novela sobre la Barcelona que a mí me ha tocado vivir desde que emigré hace seis años. Es reconfortante pensar que la visión que una tiene sobre las cosas puede ser exportable», ha dicho.

«La que retrato es una Barcelona donde el discurso político adopta cualquier relato que intenta ser crítico con ella, la de una política institucional que roba los mensajes que vienen de los márgenes», ha añadido una autora para quien ese estirar las formas y el lenguaje y ese contemplar «cómo se transita del «tonto del pueblo» al discapacitado» se enmarca también en la necesidad de confrontar una realidad en la que conviven la retórica de lo institucional y una administración pública «buenista y paternalista».

De ahí que el formato de «Lectura fácil» vaya mutando para convertirse lo mismo en fanzine que denuncia el machismo que en las actas de un juzgado que pretende esterilizar a una de las protagonistas o en novela autobiográfica firmada por otro de los personajes. Una «motosierra estilística», como apunta también desde el jurado la escritora Marta Sanz, que Morales emplea con precisión quirúrgica para cargar contra el machismo, la injusticia y la opresión del sistema y, al mismo tiempo, celebrar el cuerpo, la sexualidad y la dignidad de quien es señalada con el estigma de la incapacidad intelectual.

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