La vanguardia lírica hecha revista

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Prados, Altolaguirre, Lorca o Cernuda llenan las páginas de las revistas poéticas de inicios del XX. Las ‘tripas’ de estas míticas publicaciones pueden verse en la muestra ‘La palabra pintada

Málaga, primavera de 1926. Los jóvenes Emilio Prados y Manuel Altolaguirre preparan el alumbramiento de Litoral, la revista poética desde la que se consolidó la Generación del 27. Los poetas malagueños se afanan escribiendo cartas para pedir colaboraciones a sus amigos, entre ellas una misiva en la que solicitan a Manuel Ángeles Ortiz un dibujo para la portada del primer número. Tiempo después, el artista escribe a sus amigos porque no ha recibido el ejemplar prometido y ellos le contestan: «Cerrado por exceso de buen tiempo».

La revista salió por fin en otoño de 1926 con el saltarín pez de Manuel Ángeles Ortiz cabalgando una ola. Esta es una de las decenas de anécdotas que envuelven la exposición La palabra pintada: Minervas de vanguardia, 1919-1939, un repaso por las tripas de las revistas poéticas del primer tercio del siglo XX, la mayoría de ellas andaluzas, que puede verse en el Centro Cultural María Victoria Atencia de Málaga. «Ese verano se pasaron los días en la playa», explica divertido el escritor Alfredo Taján, uno de los tres comisarios de esta muestra.

Junto a dos imprentas Minervas portátiles, una de las cuales proviene de la Imprenta Sur —la misma en la que se hizo Litoraly que aún está en funcionamiento—, se exhiben las cartas originales de la llamada generación de la amistad en las que los editores solicitaban colaboraciones a Federico García Lorca o Luis Cernuda; pero también algunas de las obras que ilustraron esas publicaciones de artistas plásticos como a Juan Gris, Maruja Mallo, Joaquín Peinado o José Caballero. «Esta exposición no es un inventario, sino el resultado de una investigación con aliento científico», ha aclarado Taján, recién nombrado director de la Casa de Gerald Brenan, en Churriana, de la que ya era coordinador.

Las páginas de estas revistas, con una tipografía innovadora heredada de las publicaciones ultraístas, se abrieron también a la música y como ejemplo puede verse la partitura Soneto a Córdoba que Manuel de Falla compuso para el número especial que Litoral dedicó al gran poeta del Siglo de Oro Luis de Góngora. De ese número se conserva también el dibujo de la portada de Juan Gris, un bodegón cubista en el que el pintor escribió: «A don Luis». Otro compositor, el polifacético Gustavo Durán —cuya azarosa vida recreó Horacio Vázquez-Rial en la novela El soldado de porcelana (1997)— está presente también en la muestra no solo con su música, de la que hablará Carlos Martín Ballester en una de las conferencias que acompañan a la muestra, sino como modelo del pintor Néstor de la Torre. «Todo este material ilustra cómo la revolución venía desde la estética», apunta Taján.

Dibujos de Gregorio Prieto, a la derecha, que pueden verse en 'La palabra pintada'.
Dibujos de Gregorio Prieto, a la derecha, que pueden verse en ‘La palabra pintada’. ELISA MURIANA

Puede verse parte de la correspondencia que se cruzaron esos jóvenes intelectuales que después constituyeron la plana mayor de la Generación del 27, como la carta en la que Luis Cernuda se queja de las erratas que han salido en uno de sus textos en la revista Mediodía que se editó en Sevilla. Y también números de publicaciones pioneras, como las ultraístas Grecia, en la que Jorge Luis Borges publicó en 1919 su primer poema, Himno al mar: «Yo estoy contigo, Mar. Y mi cuerpo tendido como un arco / lucha contra tus músculos raudos. Solo tú existes, / mi alma desecha todo su pasado.»

La palabra pintada reúne también originales de gallo, la publicación que impulsó Federico García Lorca desde Granada; Papel de Aleluyas, que nace en Huelva de la mano de Rogelio Buendía, Fernando Villalón y Adriano del Valle; Isla (Cádiz) y Ardor (Córdoba). Además de ejemplos de  y Ley, las publicaciones de Juan Ramón Jiménez que tanto influyeron en las del 27. Y de algunas de las editadas en el exilio como España Peregrina, Romance, Ultramar o Sala de Espera.

«En esa época, en la que no se conocía a esos jóvenes poetas, las revistas, humildes y frágiles hojas volanderas, se convirtieron en el escaparate del nuevo grupo y no solo para la poesía, sino también para la pintura, la música y para el diseño tipográfico, que recogió lo que se estaba haciendo en Europa. Fue un momento de gran efervescencia y todo eso se refleja en las cartas», apunta la escritora y periodista Eva Díaz Pérez, comisaria también de La palabra pintada y de otra exposición sobre la Generación del 27 que pudo verse en 2017 en Sevilla y fue el germen de esta que ahora se presenta en Málaga hasta el 1 de marzo.

«Málaga, con una burguesía consolidada, ha estado siempre en la vanguardia del pensamiento», precisa Mariano Vergara, el tercero de los comisarios de la exposición que ofrece también la sección Mirada cinematográfica, coordinada por José Antonio Hergueta, en la que se proyectan documentales en torno a la llamada Edad de Plata como Las sin sombrero, centrado en las mujeres del 27; o Esencia de verbena, de Ernesto Giménez Caballero, una muestra del cine de vanguardia español de 1930.

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