Art Dubai: cómo es por dentro la feria de arte más lujosa del mundo

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Algunos comparan a Dubai con Miami pero no son parecidas, la vida cultural aquí es completamente diferente, el imaginario y las tradiciones de sus habitantes también lo son: el respeto a las religiones (especialmente al Islam) es fundamental, y los dubaitíes provienen de pueblos nómades establecidos en la región hace 3000 años, que se dedicaron luego a la pesca y al gran negocio de las perlas.

En lo único en que podría haber coincidencias con Miami es en cierto tipo de consumo de marcas de lujo, pero aquí el lujo es aún más evidente: los Lamborghini, automóviles cuyos precios arrancan en los 300.000 dólares, se ven por todos lados, y se venden expuestos en vitrinas que parecen, antes que negocios, enormes cajas de cristal divinas.

También abundan las mujeres vestidas de Versace, Gucci y Missoni, pero lo llevan de una forma más discreta, sin llamar tanto la atención. Las que llevan abaya -esa túnica negra que cubre por completo el cuerpo, la cabeza y a veces hasta la cara- y van con el rostro descubierto dejan entrever tratamientos de belleza caros, y portan carteras y zapatos Luis Vuitton o Louboutin.

Los hombres, en cambio, andan de prístina e impecable túnica blanca (dishdash o khandoura) y cubren la cabeza con un “pañuelo” blanco llmado guttra o hatta. Mucho de esto se observa en la feria de arte de Dubai, Art Dubai; aquí los grupos de amigas coleccionistas visten con abaya o siguiendo códigos de vestimenta que dicta la religión: el largo de las faldas hasta los tobillos; los hombros y brazos cubiertos; a veces la cabeza también.

Pero de todos los emiratos de la región –que son siete, Abu Dabi, Ajmán, Fuyaira, Ras al-Jaima, Sharjah, Umm al-Qaywayn y Dubai- este es el más abierto, flexible y cosmopolita. Dubai es, también, donde más inmigración universitaria capacitada europea y norteamericana viene a trabajar: los sueldos son altos y permanecer aquí por algunos años, ahorrando dinero, puede marcar una diferencia de por vida.

Por eso no es de extrañar que durante el día de la feria de arte destinado a los invitados VIP (es decir, el día en que el público general no tiene acceso al lugar, solo los coleccionistas, curadores, críticos de arte, galeristas y artistas) el desfile de entrada haya sido una verdadera ronda étnica: europeos, hindúes, árabes, norteamericanos, latinoamericanos y japoneses se mezclaban entre si, cada uno sus códigos de vestimenta.

Algunas mujeres árabes ricas que no usan abaya vistieron vaporosos vestidos largos de sedas y telas livianas, exquisitas; los hombres iban, la mayoría, de impecables dishdash.

Los coleccionistas europeos, americanos y latinoamericanos fueron mucho más discretos, vestían de sport: por la feria se los vio a Gustavo y Patricia Cisneros, venezolanos miembros del board del Moma y directores de su propia poderosa fundación Cisneros, ubicada en Nueva York.

También se la pudo ver a Ella Fontanals, pariente de los Cisneros. Varios de los miembros y curadores del Guggenheim, Tate y otros museos internacionales importantes andan dando vueltas por aquí, y también el curador mexicano Pablo León de La Barra.

En total son 145 personajes clave del arte contemporáneo que visitan la feria. Algunos participan del Simposio organizado por Art Dubai –trata sobre el impacto cultural que los grandes artistas occidentales del siglo XX tuvieron cuando tomaron contacto con obras y producciones provenientes de Medio Oriente, del sur de Asia y de África-, como la especialista francesa Catherine David (directora del Museo de arte Moderno de Paris) y Elvira Dyangani Ose (directora de The Showroom, de Londres).

¿Se venden obras en esta feria? Claro que sí, especialmente durante la visita VIP, antes de la apertura de la feria, y de obras de artistas de Medio Oriente o India (poco conocidos en el sistema de arte de América latina).

Se vendieron por ejemplo varias obras de arte moderno (siglo XX) del histórico artista pakistani Syed Sadequain, a más de 40 mil dólares cada una, en el stand de la galería Grosvesnor, de Londres.

La galería de Etiopia Addis también vendió varios trabajos durante las visitas VIP, incluidas dos pinturas del etíope Tadesse Mesfin, cada una a alrededor de 28.500 dólares. En la galería filipina Mandaue –ubicada en Bawabba, una sección de la feria que presenta trabajos de un solo artista por stand- vendieron tres trabajos de gran escala del artista filipino Kristoffer Ardenia, a fundaciones de Europa y de Europa del Este, con precios de alrededor de 24 mil dólares.

Y si bien tanto las galerías como los nombres de estos artistas son para nosotros completamente nuevos, los precios generales que se mueven por acá dan cuenta de cuál es la escala general básica de precios: es una feria que no tiene obras gigantescas, carísimas, sino más bien muchas obras de precios medios.

Hay por ejemplo pinturas del pintor checo Jiri Dokoupil a más de 70 mil dólares (y varios interesados en ellas). Esta parecería ser la escala de precios que se maneja y que resulta, porque se vende. El sábado, cuando la feria termine, se sabrá mejor como fueron las ventas generales.

Un dato muy interesante es que aquí las galerías tienen, todas, una lista de precios de las obras, accesible a cualquiera que se acerque a su stand: todo lo que se vende, toda la negociación, es completamente transparente.

Y esto no soprende en un país en donde la población local, al menos, gana muy bien. Ya durante la llegada a la región, sobrevolar el Golfo Pérsico brindó algunas claves acerca de la zona: las gigantescas y brillantes plataformas de petróleo destellaban, solidas y múltiples, en la oscuridad de la noche.

Esto no es ninguna sorpresa: el 10 por ciento de las reservas de petróleo del mundo se ubican aquí, y más el 5 por ciento de las de gas. Los Emiratos producen diariamente alrededor de 10.500 millones de barriles de petróleo. Como si esto fuera poco, a fines del año pasado se descubrieron en Abu Dhabi nuevas reservas de combustibles fósiles.

La economía de los Emiratos –relativamente nueva, ya que la explotación del primer pozo de petróleo se realizó en 1950 en Abu Dhabi- generó en la zona cambios sociales, demográficos y urbanísticos rápidos y profundos.

Así conviven -en la misma área plena de ciudades nuevas, ostentando siempre un paisaje de grúas y colosales edificios en construcción- familias árabes millonarias con trabajadores inmigrantes que vienen solos a hacer dinero para enviarlo a sus familias, residentes en otras zonas de Asia.

Nadie esperaría pobreza en la zona, al menos por un buen tiempo: todos los mercados –el del arte también- están al tanto de eso.

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