Venecia lanza el arte contra las ‘fake news’

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El barco que protagonizó el mayor desastre migratorio del 2015 atraca en la Biennale

A un tiro de piedra de la que está considerada la mayor exposición de arte del mundo, yates del tamaño de un acorazado han comenzado a atracar frente al muelle que da a los Giardini. Es una imagen habitual en los días previos a la apertura de la Bienal de Arte de Venecia: coleccionistas de todo el mundo llegando a la Laguna en una suerte de romería de lujo que contrasta –y por momentos sobrecoge– con el sombrío presente que dibujan los artistas aquí presentes.

El prestigioso comisario de la 58.ª edición, el neoyorquino Ralph Rugoff, dice que los ha buscado por todo el mundo –excepto en los cementerios: el redescubrimiento de los desaparecidos u olvidados lo deja para los museos– para que en tiempos de fake news y esparcimientos onanistas en las redes sociales, los artistas del presente nos ayuden a salir de las realidades digitales y entrar en las del mundo contemporáneo.

Por primera vez en la mayor exposición de arte del mundo las mujeres igualan en número a los hombres

El artista suizo-islandés Christoph Büchel, que hace dos ediciones aprovechó el marco de la Biennale para transformar una antigua iglesia desacralizada en la primera mezquita de Venecia, se ha tomado en serio el guante lanzado por Rugoff y ha traído hasta la gran muestra el barco que en el 2015 protagonizó una de las mayores tragedias vividas por los inmigrantes que intentaban llegar a las costas italianas desde Libia. El barco, de pesca, estaba diseñado para una tripulación de quince personas, pero iban entre 700 y 1.100. Volcó tras chocar contra un carguero portugués. El proyecto de Büchel se titula Barca Nostra (Nuestro barco) y se muestra en el Arsenale, varado en tierra, con las tripas reventadas y restos orgánicos que delatan su estancia todavía reciente en el fondo del mar, como si se tratara de una reliquia de la tragedia humana.

Christoph Büchel, que vio como a los pocos días de la apertura cerraban la mezquita por cuestiones de seguridad, ha vuelto a tocar material sensible y su propuesta corría ayer de boca en boca a la velocidad que sólo pueden hacerlo las polémicas. El barco, que fue reflotado por el gobierno italiano por 10 millones de euros, es aquí un símbolo del coste humano de la crisis migratoria y objeto de fuego cruzado por parte de políticos, que han propuesto desde llevarlo a Bruselas para instar a Europa a asumir la responsabilidad del “escándalo de la migración” a convertirlo en museo o que encabezara una procesión simbólica en toda Europa para apoyar el derecho a la libre movilidad. Ninguna ha llegado a buen puerto.

Si uno se adentra en la Biennale veneciana –desde el 11 de mayo al 21 de noviembre– con el ánimo de ser confrontado y sorprendido, no hay duda de que la de Ralph Rugoff no le defraudará. El director de la Galería Hayward de Londres le ha puesto un título deliberadamente ambiguo: May You live in interesting times (Que vivas en tiempos interesantes), una frase que personalidades de todo tipo (desde Hillary Clinton, a Albert Camus o Arthur C. Clarke) han atribuido a una antigua maldición china, aunque realidad nunca fue tal. Una fake news que, además, invita a los centenares de miles de visitantes que atraerá en los próximos meses (615.000 en el 2017) a mirar desde otra perspectiva unos tiempos que serán interesantes o no, pero que ponen a prueba el potencial del arte para explorar cosas que aún no sabemos sin renunciar a lo lúdico. Se agradece.

El comisario Ralph Rugoff ha seleccionado únicamente artistas vivos para que hablen del presente

La Biennale del 2019 será sin duda la de las mujeres. La mitad de los 79 artistas presentes en la exposición central lo son. Y también la de la diversidad cultural, con una gran presencia de africanos y asiáticos, en su mayoría nacidos en la década de los ochenta. Una de las novedades de este año es que todos están presentes en los dos espacios por los que discurre la exposición central (Arsenale y el pabellón central de los Giardini) con propuestas que se habían anunciado radicalmente diferentes, incluso opuestas, aunque la sensación en algunos momentos es de cierta reiteración. No importa. Esta es una exposición tan gigantesca que no hay dos personas que vean la misma.

¿De qué hablan los artistas del presente? De la mujer y de su representación, de la invisibilidad en las grandes ciudades, de refugiados y de exilio, de cambio climático, de realidad virtual. A lo largo del recorrido hay un rostro que nos acompaña y que de alguna manera marca el tono de la muestra: son los autorretratos de la sudafricana Zanele Muholi, que lucha contra su invisibilidad como mujer, lesbiana y negra, posando con aire retador a la cámara y ennegreciendo el color de su piel, resistiéndose a ser ignorada. Como los habitantes de un suburbio de la India a los que Soham Gupta capta de noche, como si la oscuridad fuera un salvoconducto para trascender su modo de vida, o el centenar de poetas censurados desde el siglo VII a los que su compatriota Shilpa Gupta da voz a través de micrófonos colgantes que componen una ahora emocionante sinfonía coral con bombillas parpadeantes.

La mexicana Teresa Margolles, que hace unos años cubrió el pabellón de su país con sangre derramada en Ciudad de México a causa de la violencia, ha traído unos gigantescos vidrios arrancados de tiendas de Ciudad Juarez donde aún pegan carteles de mujeres desaparecidas y un muro de bloques de hormigón con una alambrada y rastros de balas. Hay también muchas obras que hablan con virulencia de las relaciones de poder, como la del dúo chino Sun Yuan y Peng Yu, cuyo robot entrenado para limpiar un líquido rojo que parece sangre acaba enloqueciendo ante la imposibilidad de cumplir su tarea. Se habla también de cambio climático a través de corales de ganchillo, en el caso de Christine y Margaret Wertheim, o de los animales mutados del escultor Jimmie Durham. Entra por primera vez la realidad virtual y muestra su lado más combativo cuando mujeres como Alexandra Bircken cargan contra la representación obsesivamente sexuada de la mujer con una placenta humana que titula El origen del mundo.

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