Max Porter: “Los humanos solo decimos la verdad durante el duelo”

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El escritor británico ofrece en su segunda novela, ‘Lanny’ (Literatura Random House), nominada al Man Booker, una reinvención del cuento popular cargado de sensualidad.

«La novela del siglo XXI sigue anclada en el esquema realista» se quejaba Max Porter (High Wycombe, Reino Unido, 1981) en su última entrevista con El Cultural con motivo de El duelo es esa cosa con alas (:Rata_), un debut novelístico en verso galardonado con el Premio Dylan Thomas. Algo de lo que definitivamente huye su segundo trabajo, Lanny (Literatura Random House), una fábula moderna sobre un peculiar niño que vive en un pequeño pueblo inglés con sus padres. En ese municipio habita también un ser antiguo que se divierte escuchando a sus habitante, especialmente a Lanny. Cuando un suceso inesperado altera la tranquilidad del lugar, las verdaderas identidades de los vecinos aflorarán. La novela, nominada al Man Booker Prize, al Wainwright Prize y al Gordon Burn Prize, mezcla prosa y poesía para hablar de las dificultades de la paternidad y de hacerse mayor o de los conflictos que genera vivir en comunidad.

Pregunta.Su primer libro se basa en su experiencia personal tras haber perdido a su padre. En Lanny, en cambio, tuvo que buscar la historia ¿cómo ha vivido esos distintos tipos de creación?

Respuesta. Fue un gran descanso para mí poder inventar. Cuando me encontré con la página en blanco tenía un poema que quería traducir en novela y en esas primeras citas tenía a Robert, el padre de Lanny, y pensaba en cómo se vestía, cómo corría, cómo pensaba, cómo se duchaba… Trabajar todas esas ideas para cada personaje fue mágico. Recuerdo gritar a mi mujer mientras estaba escribiendo “¡Me encanta hacer esto! ¡Voy a hacerlo toda la vida!”. Fue fantástico. Como escritor, además, soy consciente de que en este siglo la gente ya ha leído muchas novelas, y una parte de mi proyecto fue ir quitando cosas, no incluirlo todo, para que el lector tuviera trabajo. Muchas de las cosas que sé de Robert, de Pete, de Jolie… son cosas que no están ahí. Por mucho que vivas con alguien, y yo vivo con mi esposa desde hace 20 años, hay veces que la entiendo mal, y me parecen electrizantes estos errores de interpretación. Publicidad

P. Durante el relato encontramos principalmente cuatro voces: la de Papá Berromuerto, la de la madre y el padre de Lanny, y la de el Loco Pete, su profesor de arte, ¿por qué decidió que Lanny no tuviera voz propia?

«A la hora de narrar, el fantasma de un personaje, la idea, la posibilidad, es más potente que su presencia»

R. Por el mismo motivo en el que no incluí a la madre en mi primer libro. De hecho, había escrito sobre ella y decidí que quitarla era más potente ya que así solo existía en la fantasía del duelo. Creo que el fantasma de un personaje, la idea, la posibilidad, es más potente que su presencia. Y con Lanny tuve la misma idea. Si contara cómo es dejaría de reflejar las opiniones que todo el mundo tiene de él. Al reajustar constantemente los distintos elementos del libro para que el tono fuera el adecuado muy a menudo me di cuenta de que lo que necesitaba era menos Lanny para, precisamente, potenciar su sabor.

P. El duelo es esa cosa con alas fue adaptada al teatro en una obra protagonizada por Cillian Murphy, y Lanny será llevada al cine de la mano de Rachel Weisz, ¿cómo se siente ante la voluntad de llevar su obra a públicos más amplios?

R. Bien, confío en ellos. Cillian y Enda Walsh, quienes hicieron la obra, se han convertido en grandes amigos. Con Cillian sigo trabajando porque vemos las cosas de la misma manera. Cada vez hay más autores que hablan de los libros como contenido y por eso quieren mantener el control sobre él, pero para mí todo ese mensaje es contraproducente y, sobre todo, un error. Las primeras conversaciones que he tenido con Rachel son realmente interesantes. No tuve ninguna duda en decirle “No hagas nada fiel, haz algo nuevo. Haz una película que solo tú puedes hacer y yo seguiré escribiendo los libros que solo yo puedo escribir”.

P. En los dos libros que ha publicado hasta la fecha los personajes infantiles tienen un gran peso, ¿qué le interesa tanto de ellos?

«El pánico moral de la vida moderna nos ha infantilizado y nos ha cerrado las oportunidades de imaginación. Soy un adulto incómodo que echa de menos ser niño»

R. Podría darte una respuesta larga pero la más sincera es que soy un adulto incómodo, echo mucho de menos ser un niño. Me parece que por el pánico moral de la vida moderna y por cómo el consumismo nos esclaviza, nos hemos convertido en adictos a la tecnología y esto nos ha infantilizado en el sentido negativo de la palabra, nos ha cerrado las oportunidades de imaginación. Somos como niños pequeños pero no tenemos esa maleabilidad, ese espíritu que te lleva a subirte a los árboles. En el mundo literario tenemos esa idea de que en un momento dado hay que dejar de utilizar tácticas de realismo mágico o incluir chistes en el libro porque ya es hora de hacerse mayor. Yo me niego a crecer. Me deprimo mucho con pequeñas cosas, como tener que pasarme una hora al teléfono para renovar el contrato telefónico. Literalmente me quiero echar al suelo y llorar o tener una crisis y romper cosas.

P. Podemos convenir que hay un tema que se repite en sus dos novelas: la devastación familiar. En su primer libro viene dada por la pérdida de la esposa/madre y en Lanny por la desaparición del hijo, ¿por qué le atraen tanto los dramas familiares?

R. En parte porque me parece interesante ver cómo reacciona la gente cuando está bajo presión y en parte porque creo que los humanos somos aburridos hasta el momento del duelo, que es cuando empezamos a decir la verdad. La idea de que estemos detenidos en el presente y de que este sea el único momento me parece una locura. Hay mucho antes y mucho después, y esa fase del niño es la más importante. Cuando hablamos de la muerte, de una trauma, lo que hacemos es abrir esas dos puertas, la del pasado y la del futuro.

P. En su anterior libro hay una ausencia de voces femeninas y en cambio en Lanny el personaje de la madre es posiblemente el que está construido con mayor profundidad, ¿se trata de algo accidental o ha querido esta vez ahondar en el papel de la mujer?

R. Espero aplicar el mismo rigor analítico a todos los personajes. Creo que he trabajado más en Jolie y en Robert porque no quería escribir sobre mí ni sobre mi mujer y tenía que ir con cuidado para que parecieran reales. Entonces pensaba en cómo cogería este libro ella, si se daría cuenta del relieve que tiene… Me pareció que era un trabajo necesario, incluso más allá del libro, para pasar a ser una persona comprometida con la invención. Cuando el libro se publicó descubrí que es con ese tipo de detalles con los que el lector se identifica más. Para mí no tiene sentido perder el tiempo como escritor y decir si Jolie tiene el pelo castaño, si lleva maquillaje o si estudió arte en la universidad. Nada de eso te interesa como lector. Ya hemos leído muchísimas novelas y ya podemos intuir esa información. Los pequeños detalles nos dicen más de ella que cualquier biografía. Con esta novela descubrí que esto es lo que quiero hacer una y otra vez.

«Si queremos que la gente siga leyendo, la literatura no puede ser simplemente un vehículo de escape o una manera agradable de pasar unas horas»

P. En Lanny encontramos una mezcla de prosa y lenguaje lírico que confiere al libro una gran sensibilidad. ¿Cree que el futuro de la novela pasa por la hibridación de géneros?

R. Espero que sí. Creo que hemos puesto la novela en un pedestal, y ya ha superado esa fase. Lo que intento es volver a relanzar la novela con elementos de juego, de poesía, de ensayo… Si queremos seguir atrayendo a la gente a las ferias de libros o que la gente siga dedicando horas a la lectura ésta no puede ser simplemente un vehículo de escape o una manera agradable de pasar unas horas. No es por casualidad que muchos grandes escritores estén escribiendo guiones, tienen muchos más medios a su alcance como narradores de historias. Yo, por ejemplo, veo Succession en HBO y tengo la sensación de que estoy leyendo una novela. Hay mucho trabajo de personajes, de narrativa. No siento la necesidad de dejar de verla para ir a leer una novela. Pero nada se puede comparar a la poesía. El impacto para mí de cuatro líneas de poesía es como el de toda la serie de Succession.

P. ¿Se plantea entonces escribir un libro puramente de poesía?

R. Creo que no. La comunidad de la poesía es algo muy específico. Creo que es importante, particularmente para los hombres blancos, saber admitir cuándo no pueden hacer algo. Hay mucha gente capacitada pero yo no lo estoy.

Autor: Esther Ibarz

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