Paolo Bortolameolli: La música se divide en música buena o mala y no tanto en géneros

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El director asistente en la Filarmónica de Los Ángeles (Estados Unidos), que mañana miércoles 14 de marzo, a las 19:30 horas, presentará la primera de tres sesiones del ciclo “Aprendiendo música con Paolo Bortolameolli” en la Sala Vitacura, conversó sobre el ciclo y de sus primeros meses en su nuevo cargo.

¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir la Filarmónica de Los Ángeles y trabajar con directores como Gustavo Dudamel?

Ha sido una gran experiencia. Los conocía hace años, pero desde septiembre asumí como director asistente por lo que he trabajado más de cerca. El desafío en una orquesta tan grande es estar permanentemente preparado para cualquier eventualidad, tener ensayos con la orquesta, o reemplazar al director en caso de emergencia, asumir mis propios compromisos como director musical de ciertos conciertos. Tengo que tener todo el repertorio de la temporada en la cabeza y en la punta de los dedos. El ritmo de trabajo es realmente muy intenso, todas las semanas los programas sinfónicos son muy demandantes, con solistas de talla mundial, mientras se preparan en forma paralela óperas. Debemos tener control sobre todo el repertorio.

Algunos artistas, como Roberto Bravo, han optado por crear puentes entre la música popular y la docta para acercarse al público. ¿Cómo ves esa relación entre la música clásica y el público?

Los caminos para acercar al público a la música clásica son muchos y ese es el fin último. Creo que los artistas debiésemos tener siempre presente ese grado de responsabilidad con nuestra audiencia, por acercar al público. El arte es una especie de conexión entre la creación, quienes la llevan a cabo y quienes la perciben. Es importante mantener esa relación fluida y uno de esos caminos es hacer cruces entre estilos, como el popular y el clásico, que a mí me parece absolutamente válido porque debemos entender que la música se divide entre música buena o música mala y no tanto en géneros. Yo me siento más identificado con la música docta porque a mí me resuena más.

Mis propios puentes con la creación de audiencias pueden ser varios y diversos pero es esencial que los artistas sientan esa responsabilidad con el público.

En un país como Chile donde el 75% de las personas no asiste a conciertos de este tipo, ¿qué rol crees que debe tener la música sinfónica en la cultura chilena de hoy?

Lo que me pasa en la experiencia es que muchas veces la gente no se entera que ocurren cosas, que, por ejemplo, hay conciertos de extensión gratuitos, que hay orquestas que están viajando por Chile como la Orquesta de Cámara de Chile, cuya función es llevar música al país. Orquestas como la Sinfónica de Chile o la Filarmónica de Santiago hacen conciertos de verano y programas de extensión saliendo de sus teatros.

Creo que falta información. Cuando la gente se entera resulta que la convocatoria es tremenda, la gente va. Recuerdo, hace unos años atrás, la Plaza de Armas de Santiago repleta de personas disfrutando una ópera al aire libre. No es falta de interés sino falta de información. Y ahí recae la responsabilidad en los que estamos de este lado de la vereda, haciendo cultura, de fomentar esa difusión de lo que se está haciendo.

El arte es un idioma universal y transversal desde los orígenes de la Humanidad, es una necesidad intrínseca de manifestarse a través de medios artísticos, a través de esta emoción, desde lo estético, para decir cosas que no se podían expresar con otro tipo de lenguajes. Como es una necesidad vital, ese lenguaje resuena en todos nosotros.

A veces tendemos los propios artistas a separar un poco el arte como si fuera algo que necesita una protección especial, como si fuera una especie de Olimpo. El arte no necesita que lo sobreprotejan sino que se conecte con esa fibra natural, vital, espontánea que existe entre todos nosotros de apreciar las manifestaciones artísticas, estéticas y emocionarnos con ellas.

¿Cómo se integra hoy el arte y la música en Los Ángeles (EEUU)?

La actividad cultural en Los Ángeles es impresionante, lo que acurre aquí es fantástico, no sólo con la música. La Filarmónica de Los Angeles actualmente está considerada la orquesta más importante de Estados Unidos por su altísimo nivel artístico y por estar preocupada de implementar nuevos formatos, de entregar la misma música pero con una mirada fresca, y eso tiene al planeta mirando esas innovaciones. Pero también hay museos muy importantes como el Museo de Arte Contemporáneo o el Autry Museum, hay muchas compañías de teatro, es muy movida la actividad cultural.

Lo que más me gusta de Los Angeles es que la relación que existe entre el público y el arte que ofrece la ciudad es muy fresca, hay ganas de asistir y la gente es muy entusiasta. Por ejemplo, la gente que viene a los conciertos no viene con esa especie de cubierta de elitismo o de comportarse de cierta forma como los estándares preestablecidos de parsimonia y pompa. Simplemente vienen, lo disfrutan y aplauden eufóricamente como si en vez de haber escuchado una sinfonía de Schubert hubiesen escuchado un recital de un grupo pop o de jazz, con un entusiasmo genuino.

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