El museo neoyorquino toma precauciones ante una exposición de arte erótico, temeroso por las presiones feministas
En principio, parecía perfecta la decisión de programar la exposición Obsession: nudes by Klimt, Schiele, and Picasso from the Scofield Thayer Collection (3 de julio al 7 de octubre). Inmejorables parecían estos trabajos eróticos para el edificio Breuer del Museo Metropolitan.
En cambio, estos días, en el Met se estudia de forma cuidadosa cómo se va a hacer la presentación de las 50 obras de la exposición, donadas por Thayer a su muerte, en 1982. Ahora, cuando las denuncias en el mundo del arte del tratamiento de los artistas a las mujeres dentro y fuera de sus obras, un paso en falso puede ser un desastre para los organizadores de la muestra.
En este caso, Egon Schiele es el más controvertido de los artistas. El austriaco fue arrestado en 1912 cuando tenía 21 años, acusado de secuestrar y violar a una niña de 13. Más tarde, fue absuelto pero pasó 24 días en la cárcel. En cambio, sí se le halló culpable del cargo de «inmoralidad«, debido a que se demostró que la pequeña vio en su estudio los trabajos de desnudos que tenía expuestos.
También preocupan las representaciones eróticas de Klimt y Picasso, que algunas críticas feministas han considerado irrespetuosas.
De momento, en el Met atiende por escrito a las preguntas de los periodistas con confusas respuestas. No hacen más que añadir nuevas sospechas sobre las dudas del museo ante las obras compradas por Thayer en Viena, donde fue paciente del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud.
«Como otros museos, el Met reconsidera su colección a la luz sobre nuevas investigaciones e interpretaciones», indicó por escrito Sheena Wagstaff, presidenta del departamento de arte moderno y contemporáneo. «Tenemos que revisar las publicaciones, las cartelas y los textos sobre las obras», reconoció Wagstaff sobre las obras de Thayer, editor de la revista literaria Dial, que promovió la obra de a T.S. Eliot, Ezra Pound, D.H. Lawrence, Arthur Schnitzler, Thomas Mann y Marcel Proust, entre otros.
Tanta prudencia tiene que ver con la el centenario de la muerte de Schiele (1890-1918), que ha quedado marcado por del movimiento contra el acoso sexual #MeToo. Por ejemplo, en el Fine Arts Museum de Boston se cambiaron los carteles de una exposición sobre Schiele para incluir la información sobre los cargos de violación y abuso sexual.
La muestra, anunciada a bombo y platillo durantemeses, es una selección entre las 600 obras de la colección donada al Met por Scofield Thayer a su muerte. Para el Met, el reto es evitar una polémica similar a la de diciembre del año pasado, ocasionada por la obra de Balthus Teresa durmiendo. Entonces, una joven recogió miles de firmas para solicitar su retirada por considerar que incitaba a la pedofilia.
Días después, a través también de un medido comunicado, el director de Comunicaciones del Met, Ken Weine, anunció que no se iba a censurar el trabajo del artista. «Momentos como este brindan una oportunidad para la conversación, el arte visual es uno de los medios más significativos que poseemos para reflexionar sobre el pasado y el presente y fomentar así la evolución continua de la cultura a través de una discusión informada con el respeto por la expresión creativa», explicó entonces Weine.
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