La Academia Sueca, responsable de conceder anualmente el premio Nobel de Literatura, está sumida en la mayor crisis de la historia de la institución, según coinciden los medios suecos. Si bien el origen del enfrentamiento se remonta a finales del año pasado, ha sido la reciente dimisión de tres de sus miembros la que acrecentado la preocupación, como manifestó ayer el propio rey Carlos Gustavo de Suecia. Y, lejos de calmarse, un artículo aparecido hoy en el diario Expressen ha encendido aun más los ánimos.
Pero empecemos por el principio, cuando el escándalo del sistemático acoso sexual con epicentro en Hollywood llegó a Estocolmo. En vísperas de la entrega del Nobel de Literatura al británico Kazuo Ishiguro, el marido de Katarina Frostenson, integrante de la Academia desde 1992, era acusado de 18 casos de acoso sexual desde el periódico Dagens Nyheter. Ocurridos entre 1996 y 2017, la Fiscalía recientemente ha descartado los casos entre 2013 y 2015, si bien la investigación criminal por los demás continúa.
Habitual de la escena artística holmiense, ya que dirigía un centro cultural en la capital sueca, los medios lo identificaron como Jean-Claude Arnault. Además de las acusaciones de acoso y violación, también se le atribuyó estar detrás de las filtraciones a la prensa de las identidades de los ganadores del Nobel de Literatura durante varios años. Tras desatarse el escándalo se le negó la entrada en la ceremonia del Nobel y la Academia dejó de ingresar los fondos que desde 2010 dedicaba al centro cultural de Arnault.
Sin embargo, para tres de los 18 miembros que conforman la selecta institución de la lengua no era suficiente. A finales de la semana pasada Klas Ostergren, Kjell Espmark y Peter Englund presentaron su dimisión después de que se votara en contra de la expulsión a Katarina Frostenson por las supuestas actuaciones de su esposo. Por su disconformidad ante el resultado, que consideran como una falta de integridad por parte de la Academia, renunciaron aunque sólo Englund fue explícito mencionando el escándalo sexual. No obstante, como el cargo es vitalicio técnicamente no pueden abandonarlo.
Algo semejante sólo ha ocurrido con anterioridad en una ocasión: fue en 1989, cuando tres miembros renunciaron a sus puestos después de que la Academia se negara a denunciar públicamente la fatua del ayatolá Jomeini contra Salman Rushdie tras la publicación de los Versos Satánicos. Entonces, se declinaron sus renuncias.
Ahora, en cambio, la Academia «está reflexionando la situación», en palabras del rey sueco que, como patrón de la institución, es quien aprueba las votaciones. Pero parece que no todos están por una meditación pausada. Porque esta mañana la actual secretaria permanente de la Academia, Sara Danius, que estaría en el bando de los tres miembros que han dimitido, ha tenido que desayunar leyendo cómo la llamaban «la peor secretaria desde 1786», es decir, desde que la Academia de la Lengua Sueca fue fundada.
El antiguo líder de la institución, Horace Engdahl, publicaba una polémica carta abierta en Expressen, donde la acusaba de emprender «una lucha de poder desesperada». Una carta de escasa madurez literaria, a juzgar por las palabras de la ministra sueca de Educación, Anna Ekström, que la ha calificado de tener el lenguaje de un patio de colegio.
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http://www.elmundo.es/cultura/2018/04/10/5accc25fe2704e24708b45e9.html