Sergio Pitol, el alquimista de las letras mexicanas

0

Narrador, ensayista, traductor y diplomático, Sergio Pitol (fallecido el pasado jueves) fue considerado una de las grandes plumas de las letras mexicanas y logró algunos de los mayores premios literarios, incluido el Cervantes en 2005.

Además, obtuvo el Premio Nacional de Literatura de México en 1983 y el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 1999, entre otros reconocimientos.

Entre sus obras se destacan El tañido de una flauta, Juegos florales, El arte de la fuga, La vida conyugal y Domar a la divina garza. Asimismo, dedicó sus esfuerzos literarios al cuento, reuniendo sus relatos en títulos como No hay tal lugar y Nocturno de Bujara.

El autor mexicano Jorge Volpi expresó su pesar y admiración por Pitol. “Es uno de los mayores escritores de la lengua española, un autor de cuentos y novelas ejemplares, de esa obra también que rompe los géneros entre la memoria, el libro de viajes, el ensayo y la ficción. Yo lo quise mucho y realmente lo lamento”, dijo Volpi, actual Premio Alfaguara.

El Fondo de Cultura Económica de México, que publicó obras de Pitol, lo calificó como “un novelista sabio que innovó la literatura en español” mientras que “ejerció un magisterio generoso sobre varias generaciones de autores mexicanos e hispanoamericanos”.

De hablar pausado y profundo, Pitol solía vestir elegantemente con trajes sastre, mientras que su escritura irradiaba vivacidad, humor y libertad.

Dividía su literatura en etapas, comenzando por la severa, con un tono trágico en los personajes; la de su llegada a la capital y los viajes por el mundo; la de la parodia; y la de la literatura como narración que tiene un poco o mucho de otros géneros, de la imaginación y de la realidad, con ensayos que se vuelven relatos y novelas que tienen ensayo.

Los abuelos paternos y maternos de Pitol habían inmigrado de Italia a Veracruz. Antes de que cumpliera 6 años su padre murió de meningitis y su madre ahogada al poco tiempo. También tenía una hermana que falleció a las dos semanas del deceso de su madre. Pitol y su hermano Ángel se fueron a vivir con su abuela materna y ella fue la que lo acercó a los libros apenas aprendió a leer, además de que contaba que no le ponía ninguna censura, por lo que leía lo que quería. (F)

Ver más en: El Universo

Leave A Reply