Abril es uno de los meses más importantes para el mundo del libro en cuanto a conmemoraciones. El 23 se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor y el 26, el Día Mundial de la Propiedad Intelectual. También las ferias del libro empiezan a ocupar calles y plazas de muchas ciudades españolas. Sin embargo, hay una conmemoración bien importante que en la mayoría de los casos pasamos por alto, y no es otra que el aniversario del Estatuto de la Reina Ana.
Precisamente, el pasado 10 de abril se cumplieron 308 años de la entrada en vigor de esta norma que puede considerarse la primera regulación legal del derecho de autor. Con su implementación en 1710, se asentaron los principios jurídicos que hoy sustentan los derechos de Propiedad Intelectual.
Esta ley, aprobada en el Parlamento inglés, reconocía al autor el derecho de copia sobre sus obras (copyright, en inglés). Un hito para el inicio de la profesionalización de la actividad del escritor, tras el impacto que tuvo la implantación y el desarrollo de la imprenta en el mundo de las letras.
Únicamente aplicado al libro, el Estatuto confería al autor el derecho exclusivo de reproducción sobre su obra durante 14 años. Este derecho podría prorrogarse el mismo plazo de tiempo si el escritor todavía vivía. El creador tenía la potestad, además, de poder decidir de nuevo las condiciones que autorizaban la impresión de su obra. Una vez pasado ese plazo de protección, el impresor o el editor podían imprimirla sin autorización del autor.
El Estatuto se promulgó con efectos retroactivos y confería un plazo de protección de 21 años a las obras que ya estaban publicadas. Esta regulación vino a romper el monopolio que tenían los impresores en el ámbito del libro, y le ofrecía la oportunidad al autor de ceder sus derechos en las condiciones que él pactara con el editor.
Por tanto, se puede considerar que el Estatuto de la Reina Ana es el origen del régimen del derecho de autor, ya que reconocía de manera directa al autor como titular de sus derechos y su capacidad para decidir sobre cómo se podía utilizar su obra y bajo qué condiciones. Apuntemos, pues, el 10 de abril como una fecha clave para celebrar en el mundo de la creación.
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