La institución cultural ofrece a sus visitantes una inmersión virtual en cuadros de Van Gogh, Mondrian y Balthasar van der Ast
Basta con colgarse a la espalda una mochila-ordenador y ajustarse unas enormes gafas de realidad virtual pegadas a unos cascos para dar un salto más que real sobre los prados franceses de Auvers pintados por Van Gogh. Las espigas y amapolas crujen bajo los pies del espectador mientras se escucha el canto de los grillos y el zumbido de las avispas. Un paso más, y el sol y el suave viento parece acariciar el cuerpo. Así es el arranque de la inmersión en tres cuadros de la colección que el Thyssen de Madrid ha organizado para celebrar el Día Internacional de los Museos.
Evelio Acevedo, director gerente del museo, asegura que la aventura que ofrece el Thyssen a sus visitantes hasta el 28 de mayo, es una manera de mostrar la hiperconexión del centro con todos sus visitantes, sean jóvenes o mayores. La alta tecnología que requiere el experimento ha sido financiada por Endesa.
La aventura con tintes futuristas del Thyssen arranca en el vestíbulo principal del edificio. Allí han sido instalados tres pabellones, hay otro más en la primera planta del museo) de 2,40 metros de diámetro. Su aspecto está entre un balón de fútbol con ventanas poliédricas y unas celdas de abejas. El único requisito para acceder es medir un mínimo de 1,45 de altura. El personal del museo facilita a cada uno de los visitantes (previamente inscritos en recepción) la mochila ordenador de 5 kilos de peso y las gafas inmersivas. La referencia para moverse es un pequeño círculo blanco pintado en el centro del espacio.
La intensa aventura arranca con el paseo por las praderas de Les Vessenots en Auvers (1890). De repente, cambian los sonidos y el espectador da un salto de vértigo (literal) y aterriza en medio de la implacable geometría de la ciudad de Nueva York retratada en 1941 por Piet Mondrian.
Nueva York
Según hacia donde se muevan los pies se escucha música de jazz, el gentío del barrio chino o el ensordecedor concierto de cláxones, sirenas de policía o bomberos que con tanta frecuencia se sufre en la ciudad estadounidense.
La tercera inmersión es pura belleza y los vértigos desaparecen. Un incesante vuelo de pétalos y semillas parecen arrastrar al espectador hacia el jarrón que centra el bodegón Vaso chino con flores, conchas e insectos (1628) de Balthasar van der Ast. Lo que aquí se escucha es el elegante vuelo de los elementos del lienzo en una especie de danza que culmina de manera apoteósica con la composición final del bodegón.
El viaje tridimensional por las tres obras dura alrededor de cinco minutos y se podrá realizar durante el horario de apertura del museo de manera gratuita hasta el día 28.
Evelio Acevedo confiesa no poder hacer ninguna estimación sobre el número de personas que podrán disfrutar el experimento, aunque recuerda que en la visita virtual organizada el pasado año participaron más de 20.000 personas. “Esta vez, el viaje tridimensional supone todo un avance en cuanto a tecnología”, explica Acevedo. “Nuestro interés es poner la cultura lo más cerca posible de los ciudadanos y cada vez con mayores atractivos. Aquí tenemos la posibilidad de recorrer los cuadros con sonido. Solo falta el olor. Seguro que se conseguirá dentro de poco”.
El museo tiene previsto llevar este proyecto, desarrollado por HP e IED Innovation Lab, a Sevilla. En 2019, recalará en otras cinco ciudades españolas, según Alberto Fernández, director general de comunicación de Endesa, quien no ha concretado a qué localidades serán.
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