“La novela hace preguntas, no da respuestas”: Sergio Ramírez, Premio Cervantes

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El autor nicaragüense estuvo hace poco en el país presentando su novela Ya nadie llora por mí y como invitado de “Bogotá Contada”. Durante su visita a Colombia, Libros & Letras dialogó con el escritor.

Sergio Ramírez forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Entre sus actividades en la quinta edición de “Bogotá Contada” que organiza la Gerencia de Literatura de Idartes, sostuvo un encuentro con los participantes de los talleres en escritura creativa que dicta el Distrito, ahí habló junto al escritor Mario Jursich sobre el oficio de la escritura: «Peor que la página en blanco es caer en las encrucijadas. Lo mejor es guardar el texto y esperar, no insistir. En la relectura y la corrección vas encontrar la salida. La lectura es encierro, disciplina y soledad».

Días después conversamos con el autor sobre su reciente novela Ya nadie llora por mí (Alfaguara), donde reaparece el inspector Dolores Morales, quien es dado de baja en la Policía Nacional y ahora trabaja como detective privado investigando adulterios. Pero un caso lo sacará de su rutina: ha desaparecido la hijastra de uno de los hombres más poderosos del país y debe encontrarla.

Ramírez confesó que hace seis años empezó a escribir este libro y lo abandonó: «Tenía tres o cuatro capítulos y sentí que la historia no tenía un camino muy definido. Así que me dediqué a otro libro, Sara, que lo tenía más encaminado. En mi caso, no trabajo en un solo libro, prefiero tener varias alternativas». El autor, quien a diferencia del escritor cubano Leonardo Padura con Mario Conde, no cree que Dolores Morales sea su doble, afirma: «En todo personaje hay rasgos propios del autor. Uno le traslada parte de sus creencias y de su personalidad. Lo que tenemos en común es que ambos participamos en la revolución, en diferentes edades, y el sentido negro del humor. Me gustaría hacer una tercera novela con el inspector Morales, es un personaje que me gusta mucho y puedo llamarlo cuando quiera. Los personajes siempre están allí, viven con uno».

«Quise hacer una novela más verbal que descriptiva. Fue difícil lograr un lenguaje coloquial que fuera convincente y comprensible, que no fuera ajeno para el lector»

En Ya nadie llora por mí, Ramírez, por sugerencia de su editora, coloca en las primeras páginas de la obra el perfil de Wikipedia de Dolores Morales -que existe en línea- para ubicar al lector sobre el personaje y los acontecimientos ocurridos en la anterior novela publicada hace diez años, El cielo llora por mí. Esta nueva entrega se caracteriza por tener más diálogos y menos descripciones: «Quise hacer una novela más verbal que descriptiva. Fue difícil lograr un lenguaje coloquial que fuera convincente y comprensible, que no fuera ajeno para el lector».

La novela negra en Latinoamérica ha permitido exponer los problemas de corrupción y políticos que enfrentan sus naciones; de hecho, los escritores Juan Carlos Méndez Guédez y Alonso Cueto publicaron recientemente obras en este género: «Un novelista no puede solucionar nada. El trabajo del lector es hacer su propia lectura crítica. La novela hace preguntas, no da respuestas. A mí no me interesa estar en conflicto con el poder. Yo simplemente soy un novelista que está contando las cosas como las ve y creo yo que son», dijo Ramírez y añadió: «Es un método muy útil para explicar América Latina tal y como nosotros la vivimos y la conocemos. Le permite al autor mantener también cierta distancia». Reconoce que se acercó a la novela negra primero con el cómic y después a los veinte años empezó sus lecturas con Simenon y Chandler.

Es así que Ramírez prefiere hablar y reflexionar sobre el oficio de escritor, el cual asumió en su totalidad cuando dejó su vida política: «La escritura siempre es una experimentación constante, no por las ganas de estar cambiando las cosas o probando a ver qué resulta, cada narración tiene su propia necesidad».

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*DULCE MARÍA RAMOS

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