Mujeres en la escena: actrices, directoras y gestoras que rigen el teatro

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Han pasado muchos años desde que Sarah Bernhardt revolucionase la escena francesa y estadounidense vistiéndose de hombre para interpretar a Hamlet; pero hoy en día sigue habiendo muchas menos mujeres en la escena que hombres. Eso sí, cada vez están dando más que hablar. Desde Tamara Rojo a Carlota Ferrer, te presentamos a algunas de las representantes más notables del teatro y la danza contemporáneos.

Dramaturgas

Comenzamos nuestro repaso con un homenaje. Ana Diosdado murió mientras trabajaba, dejando atrás una larga carrera como dramaturga con éxitos como Olvida los tambores o La última aventura.

Pero Diosdado no ha dejado solas a las mujeres en la escena: Laila Ripoll sigue su trayectoria. Como Diosdado, Laila viene de una familia de profesionales del teatro. Su obra más famosa es El triángulo azul, que le valió tanto el Premio Max a la mejor creación original como el Premio Nacional de Literatura Dramática.

Por fortuna, las siguientes generaciones consolidan la importancia de las mujeres en la escena. Algunos ejemplos serían Marta Buchaca (con obras como Las niñas no deberían jugar al fútbol o, la más reciente, La noche de las pesadillas), Denise Despeyroux (La realidad, Un tercer lugar) o Carolina África (Verano en diciembre).

Tras los focos: las mujeres que dirigen los centros escénicos

Algunos dicen que tienen una mayor sensibilidad artística. Hay quien considera que son más organizadas. La mayoría, simplemente, cree que están donde están por méritos propios. La realidad es que cada vez conocemos a más mujeres en la escena, en lo que se refiere a la dirección de centros dramáticos, por ejemplo.

Doctora cum laude y con un máster en artes escénicas, Tamara Rojo triunfa en Inglaterra no solo sobre las tablas sino también detrás de ellas. Desde 2012 dirige el English National Ballet.

Dentro de nuestras fronteras, compañías y centros estatales también recaen en manos de ellas: Helena Pimenta dirige la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Carme Portacelli (que también es la vicepresidenta de la Academia de las Artes Escénicas) fue nombrada en 2016 directora del Teatro Español.

Los ejemplos siguen: desde 2016 Natalia Álvarez Simó ostenta la dirección artística de los Teatros del Canal y, hasta 2018, Natalia Menéndez dirigía el Festival de Teatro Clásico de Almagro.

Directoras de escena

La asociación de directores de Escena (ADE) cuenta con tan solo dos mujeres en su consejo directivo. Conjuntamente con el ayuntamiento de Torrejón de Ardoz, convocan un certamen que busca propiciar los espectáculos teatrales dirigidos por mujeres.

Una de las ganadoras de este certamen es Carlota Ferrer. Directora, actriz, coreógrafa, codirectora  artística  de  Draftinn y coordinadora  artística  del Corral  de  Comedias  de  Alcalá  de  Henares… ¡Hace de todo! Su obra más conocida es Los nadadores nocturnos, con la que obtuvo el Premio MAX al mejor espectáculo revelación, y su obra más reciente, La vida a palos, que emprende gira internacional en 2018.

Ganadora de otro galardón, el Premio Nacional de Teatro, Pepa Gamboa lleva muchos años dirigiendo espectáculos en Andalucía.  Pero fue con su versión de La casa de Bernarda Alba con la que alcanzó la fama. La obra estaba interpretada por mujeres gitanas de un poblado chabolista y tuvo mucha repercusión, tanto por sus implicaciones sociales como por lo inusitado de su propuesta escénica.

La reina de la controversia teatral es, sin duda, Angélica Liddell. Directora de la compañía Atra Billis, Liddell utiliza los mitos clásicos para tratar temas como el sexo, la muerte, la violencia o la locura. Tiene en su poder un Premio Nacional de Literatura Dramática y un León de Plata de la Bienal de Teatro de Venecia, entre otros reconocimientos.

Mujeres en la escena sobre las tablas

Sin embargo, las tornas cambian cuando llegamos a la interpretación. El número de actrices que terminan la carrera de Arte Dramático duplica (y en algunas promociones, incluso triplica) el número de actores varones. Algo que, sin embargo, no supone una ventaja para ellas. Con muchos más papeles femeninos que masculinos, las mujeres en la escena son casi invisibles entre el panorama de roles protagonistas.

Existen incluso estudios que buscan establecer si una obra es o no sexista según la importancia de sus personajes femeninos. El más famoso es el test de Bechdel. Para aprobar este test, el texto o guion tiene que cumplir una serie de reglas:

  • Hay al menos dos personajes femeninos.
  • Estos personajes tienen nombre (‘Mujer 1’ y ‘Mujer 2’ no cuentan como nombres).
  • En algún momento las dos mujeres hablan entre sí.
  • Su conversación no gira en torno a un hombre.

Nuestro favorito, por lo gráfico de su norma, es el test de la lámpara. Si los personajes femeninos de la obra son sustituidos por ‘lámparas sexys’, ¿sigue funcionando el argumento? En ese caso, la trama está muy necesitada de un poco de perspectiva de género… La mayoría de las películas de Hollywood no aprobarían este examen.

Ver más en: Teatro Canal

 

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