La cantaora barcelonesa presenta su último disco, ‘Tempo rubato’, en un espectáculo acompañada de la bailaora
El Tempo rubato (‘tiempo robado’) simboliza en música clásica una idea de libertad interpretativa: bajo los efectos de aceleración-desaceleración, el intérprete se permite cambiar el tiempo sellado en la partitura para dejar volar un tiempo acaso más íntimo y emocional, más personal.
‘Tempo rubato’ es también el título del último disco de la impagable cantaora barcelonesa Mayte Martín, presentado en febrero pasado y con el que anoche abría en el auditorio Baluarte de Pamplona el ciclo de grandes conciertos de la quinta edición del festival Flamenco on Fire, un certamen que ha llevado desde su inicio la dignidad flamenca al norte de España, un festival que mima a público y a artistas.
No resulta gratuito que Martín haya elegido ese nombre para este nuevo disco, que no es uno más, sino, como ella misma confiesa, “el disco de mi vida”, a lo que cabría añadir que es también el disco sobre su vida, “una autografía cantada”, asegura la artista desde el escenario. Un tiempo robado al propio tiempo a fuerza de recuperarlo a través del sentimiento y de la memoria biográfica.
Desde el mundo flamenco se suele criticar a Mayte por su “frialdad”, lo cual resulta cuando menos paradójico. Desde luego, Platón, desde su racionalismo, que recetaba como medio para evitar las emociones, no estaría nada de acuerdo con esa crítica.
El disco (y el espectáculo de él derivado sobre el escenario) es una desnudez emocional absoluta, una intimidad puesta al descubierto con contundencia. Una catarsis absoluta, lo que también escandalizaría a Platón. Temas creados en su mayor parte por la propia artista catalana, con magníficos arreglos de Joan Albert Amargós. A veces tomados prestados de otros autores, también con recuerdos y homenajes: Lorca, Gardel, Camarón.
Con cuarteto de cuerda más contrabajo, guitarra flamenca y percusión, Mayte Martín, acompañada por su propia guitarra, como una clásica cantautora, va desgranando suavemente, con su bellísima voz, los temas de esta hermosa autobiografía musical. Confesando, como Neruda, que ha vivido, que tuvo amor y lo perdió; que sintió el desamor y que se elevó sobre él. Exquisitez musical y vital.
Lo que presenta la cantaora son canciones, ni más ni menos, no hay que buscarle tres pies al gato de ninguna añeja polémica. Eso sí, con frecuentes ráfagas de párrafos melismáticos, es decir, genuinamente flamencos.
En esta ocasión hubo una novedad, un regalo añadido: el baile de Belén Maya, que interviene en algunos temas y con la que Mayte, hace años, ya compartió otro espectáculo, aquel más ortodoxamente flamenco. La danza de Belén, con frecuencia repleta de movimientos clásicos en esta ocasión, es como una corporeidad de la emoción, una visualización carnal del sentimiento. ¿Alguien da más?
Arrancan todos los ciclos
Arrancan también estos días los distintos ciclos que llenan la ciudad de flamenco, desde la mañana hasta la madrugada, y que en esta ocasión están especialmente dedicados a la mujer flamenca. La mayoría de ellos son gratuitos, como la Jam flamenca, Flamenco en los balcones o las conferencias y proyecciones.
Anoche abrió igualmente el ciclo nocturno en el hotel Tres Reyes, sede del festival. Lo hizo con la bailaora Gema Moneo, emparentada con una larga estirpe de cantaores y artistas jerezanos. El baile de Gema es racial y rotundo, lleno de fuerza y de expresividad jonda.
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