Es posible que David Hockney sea el artista vivo británico más famoso en la actualidad. Sus obras se reparten por las mejores colecciones y museos del mundo; su nombre en el cartel de una exposición arrastra multitudes. Sus incisivos retratos, vibrantes piscinas y la potencia de sus últimas obras (realizadas con tecnologías de vanguardia) revelan a un artista con una capacidad creadora que sobrevive a cualquier escuela o movimiento.
El pintor, dibujante, grabador y escenógrafo que se volvió rubio “because blonds always have more fun” es una figura fundamental para comprender el arte de los siglos XX y XXI. Transgresor del pop art, trabajador incansable y artista explícitamente sexual, David Hockney convierte sus deseos y sus pasiones en intensas zonas de color que disparan directamente al corazón y la mente del espectador.
Una exposición y un cuadro por un diploma
A diferencia de otros grandes artistas contemporáneos (como su amigo Lucien Freud), David Hockney no tuvo que enfrentarse a la escuela o su entorno social para defender su necesidad de crear. Apoyado por su familia, cursó estudios en el Bradford College of Art y en el prestigioso Royal College of Art, donde coincidió con otra figura fundamental de la pintura contemporánea, R. B. Kitaj. El año 1961 supuso una inflexión en su trayectoria como artista, así como un hito en la historia del arte contemporáneo británico: ese año la exposición Young Contemporaries reunió las obras de Hockney, Kitaj, Blake y Allen Jones (entre otros), estando hoy considerada como el punto de partida del pop art británico.
Sin embargo, Hockney nunca llegó a identificarse completamente con el arte pop. Y no es de extrañar: su obra es mucho más rica, amplia y versátil de lo que permite el cliché, jugando con influencias que van desde el expresionismo hasta las técnicas clásicas. Es en esta época cuando el joven Hockney empieza a mostrar la rebeldía irónica que le ha acompañado durante toda su vida. Cuando el RCA le negó la posibilidad de graduarse por no entregar dos trabajos de final de estudios (un desnudo femenino del natural y un ensayo escrito), pintó y presentó el lienzo Life painting for a diploma (Pintura al natural a cambio de un diploma, 1962) como forma de protesta. Además, dejó claro que no tenía nada que decir por escrito: sus obras hablaban por él. La institución británica tuvo que reconocer el talento y la proyección de Hockney, y cambió sus normas para permitir su graduación.
La plástica de la sexualidad: obras reveladoras
Abiertamente homosexual, ya desde sus primeras (y brillantes) obras David Hockney quiso reflejar en su trabajo las relaciones sentimentales/sexuales entre personajes masculinos. Un tema que aparece reflejado en obras como We Two Boys Together Clinging (Nosotros, dos chicos juntos y bien pegados, 1961), pintura de estilo abiertamente expresionista cuya estética y título no dejan lugar a dudas. La valentía de Hockney no se vio reducida a su vida personal sino que abarcó también su expresión artística: allá donde todos se adherían a las consignas del pop art, él se decantó por una estética con reminiscencias clásicas y un punto de vista completamente personal. De la escuela pop adoptó los colores brillantes, las zonas planas, el uso de la pintura acrílica (innovador en los años 60 del siglo XX) y la ironía y el descaro propios de muchos artistas de su generación. Del expresionismo, la mancha y el trazo libre; y de los clásicos, el uso del claroscuro, la línea nítida y la perfección formal.
We Two Boys Together Clinging (1961). Fotografía de John Webb. En Artuk.org.
La vida sentimental de David Hockney se refleja sutilmente en muchas sus obras. Su pasión por el retrato motivó que muchas de sus parejas le sirvieran como modelos para sus pinturas. Es el caso de Portrait of an Artist/Picture with two figures (1972), donde Hockney nada en una piscina ante la mirada de su compañero de entonces, el también artista Peter Schlesinger. La expresión absorta de Schlesinger y el contraste entre su atuendo con la casi total desnudez del nadador parecen traslucir una sensación de separación entre ambos, con el agua cristalina creando una barrera insalvable. Pintada cuando la relación empezaba a terminar, la obra parece simbolizar el alejamiento entre los integrantes de la pareja. Un alejamiento magistralmente reflejado por Hockney, que hace suyos los colores brillantes y la naturaleza lujuriante del verano de California para sugerir una premonición de la ruptura.
Los años 60 y 70 y el protagonismo de las piscinas
Hablar de David Hockney como “el pintor de las piscinas” no hace justicia a su magnífica obra. Y aún así, no cabe duda que los vasos azules de aguas cristalinas que descubrió desde el avión la primera vez que voló a California supusieron un punto de inflexión en su trayectoria. A partir de los años 60 las piscinas se convierten en protagonistas absolutas de muchos de los cuadros más importantes de Hockney, como el ya mencionado Retrato de un artista, El gran chapuzón (1967) o Peter saliendo de la piscina de Nick, premiada en 1967. Los colores de Hockney se hacen más vivos y brillantes, acercándose más al pop art americano pero siempre manteniendo esa cualidad clásica que pervive en toda su obra.
Son grandes pinturas llenas de color y calor, marcadas por una modernidad que todavía hoy nos sorprende y que incluyen innovaciones pictóricas llenas de interés. Sin ir más lejos, la forma personalísima empleada por Hockney para reflejar la incidencia de la luz sobre el agua ondulante mediante sinuosas líneas blancas entrecruzadas, que queda perfectamente plasmada en la obra Sunbather de 1966.
Las escenografías y joiners de un artista inquieto y versátil
La obra de David Hockney abarca mucho más que lienzos y pinturas. Creador versátil por excelencia, ha destacado en disciplinas como la fotografía, la escultura, el grabado o las artes digitales. Uno de sus campos de acción es el de la escenografía, donde ha realizado diseños escénicos para obras como Ubu Rey (1966, Royal Court Theather de Londes), The Rake’s Progress (1975) y La Flauta Mágica (1978), estos últimos para el Festival de la Ópera de Glyndebourne. También ha creado vestuario y escenarios para las puestas en escena de Turandot de Puccini o Tristán e Isolda de Richard Wagner, entre muchas otras.
Entre los trabajos de David Hockney, su producción de fotocollages destaca por su potencia innovadora. Bautizadas por su creador como joiners (ensambladores), son obras creadas a principios de los años 80 con una cámara Polaroid al principio, y con impresiones comerciales de 35 mm posteriormente. Los trabajos muestran imágenes de un mismo sujeto, reunidas y colocadas ordenadamente en grandes superficies para crear un efecto similar al de un pixelado digital, lo que de nuevo convierte a Hockney en un precursor. Los joiners muestran dos de los temas más queridos al artista: paisajes naturales y retratos. Durante esta época la fotografía tuvo para Hockney una relevancia importante (hasta el punto de abandonar la pintura), pero al final abandonó la disciplina por las limitaciones creativas que terminó por encontrar en ella.
Still Life with Blue Guitar (Joiner de 1982). En Arthive.com
Un artista en investigación constante
David Hockney siempre ha mostrado una pasión sin límites por la tecnología, abrazando desde un primer momento todas las posibilidades que le esta ofrece para el desarrollo de su arte. Lejos de criticar las nuevas formas de arte para defender el trabajo artístico artesanal (algo habitual en muchos de sus coetáneos), Hockney hace suyas las nuevas herramientas informáticas y digitales para crear obras sorprendentes y magníficas. Sus trabajos realizados utilizando un iPad son probablemente los más conocidos, y han recorrido los mejores museos del mundo en forma de exposiciones multitudinarias. A partir de la pantalla, las obras de Hockney pasan a formar parte de proyecciones audiovisuales o imágenes impresas que conforman grandes composiciones. Es el caso de Bigger Trees Near Warter Or/Ou Peinture Sur Le Motif Pour Le Nouvel Age Post-Photographique (2007), la obra de mayor envergadura creada por el artista hasta la fecha.
En la actualidad, David Hockney continúa investigando y creando a tiempo completo, con una fuerza imparable que ni su avanzada edad ni la pérdida de audición parcial que sufre pueden detener. Sus obras, llenas de luz, color y reflexión sobre la naturaleza y la condición humana, son un legado que abrirá infinitos caminos a los artistas más inquietos de las próximas generaciones.
Exposiciones
David Hockney ha participado en más de cuatrocientas exposiciones, en solitario o como parte de un colectivo. Desde la primera gran retrospectiva que le dedicó la Whitechapel Gallery de Londres en 1970 hasta nuestros días, prácticamente todas las muestras dedicadas al artista británico se han convertido en acontecimientos de relevancia en el mundo del arte contemporáneo. En el año 2006, la National Portrait Gallery de Londres presentó una de las muestras más importantes de retratos realizados por el artista, con 150 obras realizadas durante más de cinco décadas. Tres años después, la exposición David Hockney: Just Nature congregó a alrededor de cien mil personas en Alemania. Durante los últimos años se han realizado varias muestras de relevancia mundial.
Autor: Marta Sánchez
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