Dedicó su tesis doctoral a la obra de Marcelino de Unceta, comisarió muchas exposiciones, coordinó varios libros y redactó cientos de catálogos de arte. Le gustaba decir con orgullo que fue amigo de diversas generaciones de artistas en Zaragoza y Aragón.
El catedrático Jesús Pedro Lorente recogió una selección de sus críticas en ‘Exposiciones de arte actual en Zaragoza. Reseñas escogidas, 1962-2012’ (PUZ, 2013). El crítico e historiador de arte, Manuel Pérez-Lizano le dedicó el libro: ‘Ángel Azpeitia: historiador y crítico de arte’, que coordinó para Aladrada, en 2012, Paco Rallo.
Fue fundador de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte (AACA) y era presidente honorario de la Asociación Española de Críticos de Arte (AECA). Desirée Orús, presidenta de AACA, lo retrataba así para este diario: “Ángel Azpeitia fue uno de los fundadores de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, un espejo en el que se han mirado generaciones posteriores. Riguroso en sus textos, siempre estuvo al lado de las tendencias más vanguardistas, en tiempos en los que no siempre eran entendidas. Ángel Azpeitía abrió las puertas a la plástica contemporánea y dio visibilidad a la crítica de arte, a través de las páginas de HERALDO DE ARAGÓN. En sus textos siempre encontraba una perspectiva positiva y animaba a cada lector a juzgar de manera personal la exposición, visitándola”.
El velatorio será este domingo en la sala 22 del cementerio municipal de Torrero a partir de las 11h, y el funeral el lunes 21 a las 11h en la capilla 1 del mismo complejo funerario zaragozano.
En este periódico ‘Heraldo de Aragón’, en la sección dominical ‘Clásicos y modernos’, Ángel Azpeitia explicaba su trayectoria.
-¿Cómo dio el salto a la crítica de arte?
Es casi un misterio. Fue en 1962 y yo era alumno todavía. El crítico de arte era Joaquín Aranda, se fue a Madrid a realizar unos cursos, y tenían que buscar un sustituto. Y un día me llamó Antonio Bruned y le dije que sí. Yo creo que le sugirió mi nombre una hermana de Andrés Galdeano, que era compañera mía de curso. Más tarde, regresó Aranda, pero no quiso hacer arte: se dedicó al teatro, al cine y a la literatura. Y aquí sigo: entonces la crítica de arte era diaria. O casi diaria.
-¿Quién era su referencia?
Federico Torralba. No se puede decir que fuese mi maestro exactamente, entonces estaba en la Escuela de Artes, pero sí fue el gran defensor del arte contemporáneo en Zaragoza. Ese es uno de sus méritos. Esta ciudad le debe muchísimo. Lo difundía a través de su presencia en la Institución Fernando el Católico y de la Diputación de Zaragoza, estuvo muy cerca de muchos grupos y artistas, y más tarde fundaría galería. Yo empecé mi tesis sobre Marcelino de Unceta con Francisco Abad y la acabé con él.
-¿Qué significó el periodismo para usted?
Yo he sabido mucho más cuál es la realidad artística a través de la crítica que de mis años como profesor. El periodismo me conectó con la vida, con la calle, con el quehacer cotidiano de los artistas. Empecé a ver arte contemporáneo cuando empecé a ser crítico, no antes. El crítico de arte tiene una realidad inmediata con el arte. Y, en ese sentido, también fue más importante la Escuela de Artes que la Facultad: el hecho de que no hayamos tenido una Facultad de Bellas Artes ha sido un fallo terrible, esa ha sido una ausencia terrorífica sobre todo en un tiempo donde habría sido una lugar decisivo de formación.
ALGUNAS REFERENCIAS:
-Autorretrato: «Por encima de tiempos o edades los artistas con los que he convivido me han aportado mucho. Casi me sorprende pensar que, con cincuenta años en el difícil ejercicio de la crítica, tantos me demuestran su aprecio».
-«Ángel Azpeitia comienza a plantearse conscientemente la articulación de los escritos en tres niveles que se entretejen: informativo, analítico y reflexivo o conclusivo, este último con alguna nota –como hemos dicho, muy abierta– que refleja una valoración. Esta retícula invisible se completaría con algunos pilares relevantes en su oficio de escritor, tales como la construcción en períodos largos (con párrafos interconectados), la variedad sintáctica, la precisión terminológica y, desde luego, la corrección extrema».
Pedro Pablo Azpeitia.
-«En el caso de Ángel Azpeitia vemos evidente su periplo vital con diferentes etapas, que demuestran una excepcional fuerza de voluntad, rasgada vía inteligencia sensible, hasta captar su auténtica vocación. Hombre abierto a la vida, con empuje, destruyendo inútiles barreras».
Manuel Pérez-Lizano Forns.
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