Como artista ha llevado a los lienzos la cotidianidad de nuestra cultura. En noviembre expondrá sus obras en Barranquilla.
“Yo nací con un lápiz en la mano”, responde Rosario Heins al ser preguntada por cómo empezó su pasión por el arte, a la que ha dedicado toda su vida.
Entre risas recuerda que perdió segundo en el colegio María Auxiliadora “por estar pintando”, siempre era la encargada de pintar los tableros y hacer las carteleras. Recuerda que sus cuadernos de geografía “eran lo más divinos” por los mapas. Siempre supo qué era lo que quería ser: artista. Y así fue.
En sus obras el color atrapa. Siempre debe haber luz, es importante. Dedica entre 7 y 8 horas diarias a su trabajo, en Francia, donde vive hace 15 años con su familia y se nacionalizó. Cada año, dice, el Caribe, que es su esencia, la llama y vuelve a Barranquilla.
“Mi identidad es completamente Caribe”. ”
Ella se va a la playa con cámara en mano. Analiza el paisaje, conoce personas, establece vínculos con los vendedores y empieza su trabajo. Los flotadores acaparan sus obras de arte, esos que se observan en nuestras playas.
“Mi identidad es completamente Caribe. Soy barranquillera de origen alemán, pero de eso solo tengo la disciplina y el temperamento”.
Disfruta el Carnaval, incluso fue una de las viudas de Joselito este año en un plan que organizó con toda su familia para despedir la fiesta barranquillera.
“Me encanta vivir en Francia, pero es vital venir aquí. Me hace mucha falta esa parte espontánea que es querida y generosa. Esto de los vendedores es un homenaje a las personas que sufren, que buscan cada día cómo llevar la plata a la casa, y a pesar de todo eso siempre tienen una sonrisa”, dice.
‘Bain de soleil’ es una exposición itinerante. Empezó en 2016 en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, de Bogotá. Al año siguiente se trasladó al Museo de Arte Moderno de Cartagena y luego a la Misión de relación internacional en Montpellier, Francia. De junio a septiembre pasado estuvo en Espace Louis Feuillade, en Lunel, Francia, que fue una iglesia gótica en una época y ahora es un centro cultural. La siguiente parada es Barranquilla.
En noviembre estará en La Galería del edificio de La Aduana. Un híbrido entre los flotadores y lo que quiere retomar, el trópico.
“El artista se vuelve más creativo”.”
Sus líneas
Estudió en la facultad de Bellas Artes, en Barranquilla. “Una niña de familia bien no era bien vista en una escuela de Bellas Artes, pero fui apoyada por mis padres. Era una decisión, no podía hacer otra cosa”, asegura.
Durante esos cuatro años de estudio conoció a una modelo con volumen, eso que le gusta plasmar en su arte. Una palenquera pasaba frente a su casa todos los días y sirvió de inspiración. Ahí empezó a poner en práctica los cursos de fotografía que hizo y dos líneas se abrieron paso: desnudos y palenqueras.
Al taller llega a las 11 de la mañana. Allí dedica las horas a trabajar en varios proyectos a la vez para que nazcan ideas nuevas. Cuando se acerca la fecha de una exposición la adrenalina sube, “el artista se vuelve más creativo”, dice la barranquillera que sueña con exponer en el Grand Palais de París.
El proyecto que pasea por su cabeza cada día está a kilómetros de Barranquilla. Se trata de la tribu Himba en Namibia. “Estar ahí, hacer dibujos y fotografías” en al menos tres meses. Compartir, conocer, apropiarse. “Tengo que hacerlo. No es un sueño, ya hay que hacerlo”.
Sus proyectos, ideas y sueños seguirán. “La creatividad hay que estar renovándola” y eso, asegura, lo da la disciplina y el trabajo constante.