El escritor recupera al comisario Polo en ‘Petit París’, una novela ubicada en el París ocupado de 1943
A Justo Navarro nunca le encontrarán en el móvil, ni podrán darle un ‘like’ a una publicación de su twitter. No tiene ni uno ni otro. Vive «desposeído» de la red. Y feliz. Él prefiere dejarse «admirar» por esa gente con el rostro iluminado «mirándose como a un espejo de mano» mientras esperan a que alguien «les diga que les gusta, que lo quieren o que le manden una foto de un buen plato de comida». «¿Cómo me voy a entretener yo en un teléfono móvil si tengo a mi vista ese extraordinario espectáculo?», se pregunta el escritor. Su mundo no es el virtual sino el imaginado, el que permite a su mente viajar a otro tiempo a través de la palabra escrita. De esta forma acaba de presenciar los últimos coletazos de la ocupación nazi en el París de 1943 y lo cuenta en ‘Petit París’, una novela que presenta este martes (19.30 horas) en el Centro Andaluz de las Letras (CAL), en un acto del Aula de Cultura SUR y la Obra Social la Caixa.
Navarro recupera al comisario Polo y lo sitúa 20 años antes de los sucesos que protagoniza en ‘Gran Granada’. En ese momento, los nazis empiezan a perder la guerra y el ambiente en las calles de París cambia. «Los ciudadanos de París que antes adulaban a los invasores, como si estuvieran conquistados por ellos no solo militarmente sino también sentimentalmente, empiezan ya a mirarlos con otros ojos, a despreciarlos un poco, a tratarlos con distancia», analiza. La sociedad parisina dominante se descompone y se instala un «aire enrarecido» por el temor a perder la situación de privilegio.
Y en esa tensa atmósfera, el comisario Polo trata esclarecer unas extrañas muertes vinculadas a un círculo restringido de periodistas, abogados y policías que trabajan con los servicios consulares de España en la capital francesa.
La motivación de los personajes es «salvarse». En realidad, como apunta Navarro, es lo que a todos nos preocupa: «Salir adelante, no caer y no hundirnos». «A veces nos manchamos y damos pasos que no hubiéramos querido dar y que nos vemos forzados a dar. De eso tratan las novelas, de las dudas entre qué debo hacer y qué no para salir de esta situación», reflexiona.
Pero esa es la teoría, en la práctica Justo Navarro lamenta que la novela negra «se está volviendo terriblemente sentimentalista». Esos personajes ambiguos con múltiples aristas que oscilan entre la bondad y la maldad han desaparecido. «Ahora, en la mayor parte de las novelas policiacas, los malos son malísimos y los buenos no hay duda de que son buenos y van a triunfar. Parecen un tratado moralista y ese tono de bondad congelada o bondad cliché a mí me gusta poco», asegura.
Defiende que una buena novela «le tiene que plantear problemas morales al lector», no dárselos resueltos. El reto es que su lectura le haga cuestionarse su moral «no que se la reafirmen, que no le dé buena conciencia sino que le produzca un poco de inquietud y le haga vacilar sobre sus propios valores». Esa, dice, es «la misión de la literatura». Para reafirmar los valores «ya están los panfletos».
‘Petit París’ interpela constantemente al lector. ¿Hasta qué punto se puede comportar uno de determinada manera simplemente por salvar su posición y mantenerse a salvo? En una situación de inmoralidad generalizada, ¿tengo derecho a ser inmoral? Para los más avispados esconde en sus textos homenajes a sus referencias literarias, desde Patrick Modiano a la colección de novelas policiacas de los 60 G. P. Reconoce que se ha «divertido mucho» escribiéndola. Tanto que el comisario Polo ya tiene nuevo destino: Italia.
Autor: Regina Sotorrío