Su novela icónica es “La insoportable levedad del ser”. Desde hace un cuarto de siglo el escritor se mantiene alejado de la prensa.
La reclusión como último destino voluntario. Ese gesto, personal y político, signa los últimos años del escritor Milan Kundera (Brno, 1929), que está cumpliendo 90 años y durante el último cuarto de siglo ha optado por ser casi una sombra, un asceta silencioso recluido en su céntrico piso de París, donde reside desde 1975, después de que el régimen comunista le retiró la nacionalidad checa (en 1979) y se nacionalizó francés (en 1981). «El novelista -ha dicho él, aunque sin ánimo de justificarse- es aquel que, como decía Flaubert, aspira a desaparecer detrás de su obra”. De algún modo, es lo que él hizo. También dice, quien se ha valido en sus libros de una elegante comicidad para desvelar las contradicciones y la complejidad de los vínculos humanos: “El humor es el relámpago divino que descubre el mundo en su ambigüedad moral”.
Aunque en principio fue un convencido comunista, Kundera fue poco a poco distanciándose del régimen y expulsado en dos ocasiones y expulsado en dos ocasiones del partido al que se afilió por primera vez en 1948. Exiliado desde mediados de los años 70 («Me llevé a mi Praga conmigo: el olor, el sabor, el idioma, el paisaje, la cultura», señaló al respecto), se decidió entonces a no dejar de escribir y a forjar una obra monumental, ya valiéndose del idioma de su nueva patria.
Instalado en París publicaría obras como La Vida está en Otra Parte (1973) y La Despedida (1976) y ), e incluso vetaría la traducción de sus nuevas obras al checo. Y no se detendría en los siguientes 30 años: prueba de su talento y perseverancia aes que es uno de los pocos escritores en haber publicado en vida su obra en la colección francesa La Pléiade, reservada tradicionalmente a los clásicos.
Mundialmente conocido por su obra icónica, La insportable levedad del ser (1984), un best seller global llevado al cine en 1987 con Juliette Binoche y Daniel Day Lewis en los papeles protagónicos, el novelista -además, poeta, dramaturgo y ensayista- ha decidido atravesar la vejez alejado de los medios, mientras el tiempo engrandece su legado literario, que lo confirma como uno de los mayores escritores contemporáneos y un observador sarcástico de la condición humana.
Escritor checo nacionalizado francés. mantuvo una relación difícil con el partido comunista, del que fue expulsado en dos ocasiones.
Dueño de una prosa que le escapa a las pretensiones estilísticas y seduce con un tono a menudo didáctico, cuestiona en sus ficciones las verdades monolíticas, presentando diversos puntos de vista contradictorios, a través de sus personajes. El escritor mexicano Carlos Fuentes: “Los personajes de Kundera giran en torno a este dilema: ¿ser o no ser en el sistema de idilio total, el idilio para todos, sin excepciones ni fisuras, idilio precisamente porque ya no admite nada ni nadie que ponga en duda el derecho de todos a la felicidad en una Arcadia ubicua, paraíso del origen y paraíso del futuro?
En 1978, Checoslovaquia le retiró la ciudadanía, convirtiéndolo así en uno de los escritores más famosos del país en el exilio.
La insoportable levedad del ser -que solo se publicó en 2006 en República Checa, a 22 años de su aparición en Francia- alcanzó al momento de su aparición cifras millonarias de ventas y actualmente es considerada una obra clásica de la literatura moderna que mantiene cifras de venta elevadas en la Argentina, según confirma aClarín Paola Lucantis, deTusquets, que la tiene como parte del catálogo.
En ese libro, Kundera presenta un triángulo amoroso que cautivó -y erotizó- a varias generaciones de lectores y cuyo protagonista, Thomas -para siempre asociado a la imagen de Day Lewis- es un médico casado y mujeriego cuyo apetito sexual nunca está totalmente satisfecho. Y que encuentra en Sabina, su eterna amante, la verdadera levedad, una ligereza en la manera de vivir que es consecuencia de una actitud existencial, acaso anodina y amoral.
Su novela más conocida, «La insoportable levedad del ser», cuenta la historia de una relación triangular en el contexto de la Primavera de Praga. La obra hizo famoso de repente a Kundera en el mundo entero, en 1984.
Ambientada en Praga durante 1968, la novela profundiza en las dudas existenciales del personaje masculino en torno a la vida en pareja, traducidas en conflictos sexuales y afectivos y atravesadas por un sentido trascendental, basado en idea del eterno retorno de Nietszche: la inutilidad y la repetición de la existencia y la necesidad de perseguir una libertad que sólo conduce a una insoportable levedad. Para fines de los años 80s, el checo era una figura de las letras a nivel mundial y tenía fanáticos que se lanzaban a las librerías apenas tomaban conocimiento de la salida de un nuevo libro.
El escritor había empezado a volverse conocido en la década de los años 60 como autor teatral -durante el proceso aperturista de la «Primavera de Praga» y fue uno de los representantes de la oposición al régimen prosoviético, lo que pagó más tarde con su expulsión del Partido Comunista y la prohibición de publicar-, auque acabaría consagrándose como novelista con títulos como La broma -en la que retrató con tono sátirico al comunismo estalinista-, El libro de los amores ridículos, El libro de la risa y el olvido y La inmortalidad, que publicó en 1993 en su país natal tras la recuperación democrática y supuso un efímero reencuentro literario con su país. Todos ellos combinan de un modo u otro elementos histórico-políticos, filosóficos, psicológicos y artísticos, en el marco de una experiencia franqueada por la herencia socialista y de la Guerra Fría.
El 90 aniversario del escritor pasó ayer casi desapercibido en la República Checa, aunque fue celebrado por sus lectores, dispersos por el mundo y en las redes sociales, que recordaron frases de sus libros y compartieron fotos e ilustraciones.
«¿A quién o a qué me siento ligado?: ¿a Dios? ¿a la patria? ¿al pueblo? ¿al individuo? Mi respuesta es tan ridícula como sincera: no me siento ligado a nada salvo a la desprestigiada herencia de Cervantes«, se autodefine el autor en su ensayo El arte de la novela, donde se declara admirador de Miguel de Cervantes, a quien considera no sólo el creador de la novela con su Quijote sino de la propia Edad Moderna.
En 2008, Kundera pasó un mal momento cuando se lo acusó de haber traicionado a un miembro de la oposición en 1950, que luego desapareció durante varios años en un campo de trabajo. Supuestamente, un protocolo de la policía secreta checa probó la declaración, pero el autor negó los cargos y argumentó que el acta que probaría su trabajo como delator no contaba con su firma.
Diez años más tarde, a fines del 2018, el primer ministro checo, Andrej Babis, le ofreció devolverle la ciudadanía como una acto de reparación hsitporica para revertir la decisión del régimen comunista de retirarle la nacionalidad, pero el escritor, que actualmente, cuando accede, sólo responde entrevistas por mail, ni siquiera le respondió los llamados de sus asistentes y se recluyó en el silencio.
Su última novela publicada hasta el momento es La fiesta de la insignificancia, aparecida en 2014, aparecido diez años después que el anterior. En ella, cuatro hombres pasean por París, contando -en el conocido estilo humorístico y trágico de Kundera- sus obstáculos personales. El libro, que había generado expectativa, se vendió con éxito en toda Europa, pero la opinión de los críticos no fue unánime y hay quienes dicen que podría ser su último trabajo.
Kundera no parece preocupado por lo que se diga, se dedica a llevar una vida tapacible y a hacer esporádicas salidas del brazo de su esposa por las calles de París.
Autor: Verónica Abdala
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