Appearances Can Be Deceiving presenta una oportunidad única de examinar los ideales políticos y la identidad nacional de una mujer que convirtió su discapacidad y sufrimiento en su mayor fuente de inspiración creativa, misma que perdurará en el mundo del arte por siempre.
A 81 años de la primera exhibición que tuvo Frida Kahlo en Nueva York, la artista mexicana más famosa del mundo regresa a gringolandia con la exhibición Appearances can be deceiving en el Museo de Brooklyn, la cual explora su historia de vida a través de artículos personales descubiertos en 2004 en La Casa Azul y que fueron exhibidos por primera vez en México en el 2012 y en el 2018 en el V&A Museum en Londres.
Gracias al programa Open Doors del Instituto Cultural Mexicano de Nueva York realizamos una visita privada de esta exhibición que se inauguró hace un par de meses con gran éxito y que está próxima a terminar este 12 de mayo.
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En 1954, cuando Frida muere en La Casa Azul a sus 47 años de edad, algunas de sus pertenencias y artículos personales quedaron bajo llave por instrucciones de su entonces esposo Diego Rivera. Estos artículos incluyen su excepcional guardarropa como este vestido negro de seda con capa de terciopelo que usó en su primer y único show en la galería Julien Levy en Nueva York en 1938.
En Nueva York, Frida reafirma sus ideales comunistas al criticar a los millonarios gastando su dinero en banalidades mientras había miles de pobres muriendo de hambre en las calles. Recordemos que esta exhibición estuvo en el marco de la Gran Depresión de los Estados Unidos en la década de los 30.
Frutos de la Tierra, una de sus piezas exhibidas en su show en la Gran Manzana, está llena de simbolismo relacionado con la vida, la muerte y su gran amor por México.
El vestido tehuano fue una adopción consciente y premeditada por Frida y refleja una combinación compleja de sus creencias políticas y su mexicanidad.
Este vestido era uno de los favoritos de Diego con un peinado de huipil grande en referencia a los tocados resplandecientes de las estatuas de la Virgen María y que se usa en las ceremonias religiosas por las mujeres de Tehuantepec.
En su autorretrato Diego en mi pensamiento, Frida le hace honor a este diseño.
Con la falda tehuana, Frida quiso expresar su orgullo por México y le ayudaba a cubrir sus discapacidades ya que a los seis años de edad contrajo polio y a los 18 sufrió el accidente que hizo pedazos su espina dorsal. Estas botas con tacones de cuña fueron hechas especialmente para Frida cuando le amputaron su pierna derecha por la gangrena, un año antes de su muerte en 1954.
Además de Diego, Frida tenía como soporte estos corsets de yeso con estructuras de acero, forrados en cuero que le ayudaban a sostenerse por semanas. En el hospital, usaba un espejo para pintarlos y una vez que los doctores se los retiraban, los conservaba como souvenirs.
Entre otros de sus artículos personales se encontraron estas medicinas, vitaminas y remedios de venta libre, lo que refleja los problemas de salud que tuvo desde temprana edad.
Entre los artículos encontrados estaban sus joyas y accesorios favoritos, muchos de los cuales aparecen en sus autorretratos.Publicidad
Frida pintaba sus labios de colores brillantes y solía besar las fotos y cartas de las personas a las que les tenía afecto, en especial a sus amantes.
La pintora disfrutaba de coser y tejía pequeñas muñecas de trapo, servilletas y fundas de almohadas con las iniciales de ella y Diego.
Esta exhibición, a diferencia de los shows que tuvieron lugar en México y Londres, contiene proyecciones de archivo fílmico y 40 fotografías que repasan la vida personal y artística de Frida, mismas que fueron tomadas por personas que marcaron su vida como Nickolas Muray, Imogen Cunningham, Tina Modotti, Bernard Silberstein y Lola Álvarez Bravo.
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