El 16 de mayo el escritor peruano presentará en Lima Permiso para retirarme. Antimemorias 3, libro con el anuncia su despedida de las letras después de una carrera de más de 50 años, en la que produjo más de 30 títulos, entre novelas, cuentos y memorias
El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique se ve a sí mismo “como las ballenas que se alejan mucho de la costa, pero para venir a morir ahí definitivamente”, al haber elegido a su ciudad natal, Lima, para anunciar su retiro de la literatura, a los 80 años de edad.
El autor de Un mundo para Julius (1970) presentará el 16 de mayo, en Lima, Permiso para retirarme. Antimemorias 3, el libro con el que anuncia su despedida de la literatura después de una carrera de más de 50 años, en la que produjo más de 30 títulos, entre novelas, cuentos y memorias. “Vine al Perú porque el Perú son los amigos para mí, los amigos que conservo desde el colegio, y en este libro, Permiso para retirarme, hay recuerdos que van hasta la infancia”, señaló.
El narrador publicó su primer cuento, Huerto cerrado (1968), en Francia, donde produjo gran parte de su obra y, ya consagrado, se trasladó a España hasta su retorno a Lima en 2008. “El Perú para mí se ha convertido en mis amigos y ciertos paisajes, eso es lo que me importa del Perú a mí ahora”, afirma Bryce desde su departamento en el elegante distrito de San Isidro. “Yo creo que los artistas somos como las ballenas que se alejan mucho de la costa, pero para venir a morir ahí definitivamente, esa es una figura que ejemplifica lo que vivo yo ahora”, expresó el también autor de La vida exagerada de Martín Romaña.
Al hacer un balance de su trayectoria, Bryce se mostró satisfecho de haber cumplido lo que siempre añoró y le anticiparon sus maestros desde la escuela, cuando lo tildaron de “cuenta cuentos”. “Yo creo que he cumplido conmigo mismo, he escrito bastante, he estado muy a gusto con la escritura siempre. Lo primero que hice al terminar la Universidad Mayor de San Marcos fue irme a Europa, ahí escribí mi primer libro de cuentos que ya cumplió 50 años”, recordó. “Mi vida fue la de un escritor que trabajaba en la universidad como profesor en Francia. Hasta el momento en que pude ganarme la vida con los libros, dejo el trabajo universitario, y me voy a vivir a España. Ahí sigo escribiendo”, rememoró el autor.
Durante su juventud en París tuvo “la alegría de conocer a muchos escritores”, como el argentino Julio Cortázar, quien era el único que lo hacía reír y le alegraba la vida, y a los peruanos Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa, hasta ahora el único premio Nobel de Literatura de su país.
Sin embargo, la amistad más profunda la hizo con Ribeyro, el autor de la notable colección de cuentos de La palabra del mudo, con quien sí tenía una intensa relación literaria. “Me daba a leer cosas suyas y yo le daba a leer cosas mías, nos aconsejábamos mutuamente”, recordó. Fue precisamente Ribeyro, fallecido en 1994, quien le puso el título a su primer libro, Huerto cerrado, que obtuvo una mención honrosa en el premio Casa de las Américas, de Cuba.
Fiel al humor que disfrutaba en familia, Bryce explotó la ironía y el sarcasmo en sus obras. “Yo notaba que nuestra literatura latinoamericana, precisamente en la literatura del boom, los escritores eran muy graves, muy serios”, evocó el narrador. “El humor se fue filtrando en mis cuentos y ya, a partir de Un mundo para Julius, era muy oral, no paré, me fui por esa onda”, añadió.
Bryce también noveló sus propias dolencias físicas y emocionales en muchas de sus obras, como Reo de nocturnidad y La vida exagerada de Martín Romaña. “Generalmente no se entiende que una persona pueda tener una depresión, no se acostumbra a decir que la depresión es una enfermedad muy grave”, expresó. El escritor contó que ha tenido períodos de depresión muy graves, que lo llevaron a hospitalizarse, y de los que pudo recuperarse gracias al psiquiatra del célebre pintor español Salvador Dalí, Ramón Vidal Teixidor. “Un gran psiquiatra que tuve yo, además no me cobraba e iba a París y me atendía, me buscaba y me dejaba lleno de recetas, no entendía cómo diablos podía dedicarme tanto tiempo”, recordó. Solo tras la muerte del doctor, supo que Dalí le pagaba fortunas y él iba a París para atenderlo, igual que a él sin cobrarle.
El veterano escritor aguarda ahora con ilusión poder ver en el cine su célebre novela Un mundo para Julius, dirigida por la peruana Rossana Díaz Costa, después de otros intentos por llevar a la pantalla alguna de sus obras. “Espero con ilusión el trabajo de esta chica, Rossana Díaz, yo tengo confianza en ella, no me meto porque no es lo mío, pero tengo curiosidad por ver qué va a pasar”, concluyó el literato.
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