Escribir, el oficio más difícil del mundo

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Escribir es el oficio más difícil del mundo. “El oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica” dijo García Márquez. Pero el secreto de este ejercicio del intelecto y el espíritu radica en la capacidad de leer. Hay que leer mucho antes de comenzar a escribir. La mejor forma de aprender a escribir es leyendo mucho. El mejor escritor es el que sabe que lo que escribe está listo para ser leído por todos.

El verdadero y auténtico escritor es el que escribe desde lo más profundo de su conciencia y su sensibilidad. El que se expresa con las palabras más puras y exactas para revelar o definir lo que quiere decir. Hay que escribir con el corazón en la mano. Hay que escribir como si fuera el último día de nuestra existencia. Hay que escribir como si estuviéramos al borde de la muerte.

Son en esos momentos críticos o límites que podemos revelar todas nuestras verdades de la manera más bella y profunda. Otro secreto en el oficio de escribir es amar las palabras y sus metáforas de la imaginación, sus ideas y sus historias, para despertar una vocación o pasión por la escritura. Borges fue un erudito del lenguaje que casi se sabía el origen de todas las palabras y cuando las utilizaba las dejaba encantadas. El rigor y la sabiduría con la que escribía no era más que el producto de muchos años de lectura. 

Son muchos los libros que hay que leer que no le alcanza a uno la vida para leerlos todos. Pero nos queda el consuelo de la relectura. Sin embargo, hay libros que con leerlos una vez ya es suficiente. Oscar Wilde era un hombre muy ingenioso para escribir. Su humor corrosivo nos hace pensar y reír. No era para menos si tenemos en cuenta que vivía en la puritana sociedad victoriana. Pese a ello era un escritor de una gran cultura. En el ejercicio de escribir uno escribe con todas sus lecturas a cuestasEscribir es podar, es corregir dijo un poeta. El escritor es un humanista por excelencia como resultado de haber bebido en la cultura y en la literatura universal. He conocido escritores que no leen o que leen muy poco dizque porque quieren evitar ser influenciados por otros escritores.

En las redes sociales he leído que el uribismo se cura leyendo, nada más cierto y certero esos memes de nuestro ingenio creativo. Leer nos libera de la barbarie. Como los buenos amantes, cuando uno comienza a leer es muy promiscuo, pero después cuando uno va madurando con los años, se vuelve más selectivo. Borges otra vez nos recuerda en su célebre afirmación: “Que otros se jacten de los libros que han escrito, a mí me enorgullecen los libros que he leído”. Escribir puede ser una vocación temprana o tardía pero siempre es una profunda convicción en el poder de la palabra, la necesidad más íntima del ser humano por el derecho a expresarse y a dejar un testimonio de la época de gloria o de infamia del tiempo que le ha correspondido vivir.

Otro secreto en el oficio de escribir está en la facultad de no repetirse y allí está la lectura como cantera de donde se extraen las piedras preciosas del lenguaje y las ideas. En la escritura del texto está la poesía del lenguaje como en el análisis del texto está la reflexión del pensamiento. Escribir es despertar emociones, que no es fácil, y allí radica la mayor dificultad de escribir, especialmente en la creación literaria. Toda escritura tiene su tono y encontrarlo es otro de los secretos del oficio de escribir. Son estas las brevísimas dificultades que enumero que se tiene a la hora de escribir y que lo hace el oficio más difícil del mundo. Hay que sentir el llamado, en lo más profundo de nuestro ser, de la escritura y quién no lo sienta es mejor que no escriba. Yo no sé cómo hay gente que es capaz de vivir sin escribir. 

Cuando no escribo siento que pierdo el tiempo pero cuando escribo recobro el tiempo perdido. Ser escritor en esta sociedad es un acto de resistencia contra la barbarie. Estuve varios días escribiendo este texto no sin dificultad, y cuando se escribe, se corre el riesgo de escribir cosas originales o por el contrario, solo lugares comunes. No obstante lo que he escrito en este texto seguramente dice más de lo que yo mismo puedo ver o leer y está en el lector hacer la  hermenéutica del texto y descubrirlo o descifrarlo. He aquí el origen del lector cómplice que señaló Cortázar y que también nos ayuda a descifrar lo que escribimos.

Autor: Antonio Acevedo Linares

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