Masha Ivashintsova (1942-2000) fotografió constantemente durante toda su vida, pero nunca mostró su trabajo a nadie. A finales de 2017, su hija Asya Ivashintsova-Melkumyan tropezó con cajas de negativos y una película sin revelar que acumulaba polvo en un ático. Eran 30,000 fotografías inéditas que han supuesto uno de los descubrimientos fotográficos más interesantes de los últimos años, y que son un retrato de enorme valor de la vida en las últimas décadas de la unión soviética.
Criada en el seno de una familia aristocrática que lo perdió todo tras la revolución bolchevique, Ivashintsova tuvo una vida turbulenta que empezó con una carrera truncada de bailarina. Tras varias relaciones fallidas con varios personajes de la élite cultural de Leningrado, compartió su vida con el fotógrafo Boris Smelov, que a diferencia de ella sí obtuvo cierta fama con sus instantáneas.
Desde el 4 de diciembre se exponen en Tallin, Estonia, 80 de estas fotografías tomadas por Masha Ivashintsova, y que supone la primera retrospectiva de su obra.