Poco a poco ha ido creciendo el interés por la relación entre la teología y la literatura en América Latina.
Nos han amenazado de Resurrección,
porque ellos están más vivos que nunca
porque pueblan nuestras agonías,
porque fertilizan nuestra lucha,
porque nos levantan cuando caemos,
porque se yerguen como gigantes
ante el miedo de los gorilas enloquecidos.
Nos han amenazado de Resurrección
porque ellos no conocen la vida (¡los pobres!) [1]
Julia Esquivel
En estos días de Pascua en los que sigue muy presente la ansiedad y el temor por la emergencia sanitaria aún vigente, bien vale la pena referirse a los ecos positivos de la resurrección de Jesús, por la esperanza que produce y por la necesidad de reforzar con la fe la visión de los días por venir. En ese cruce de caminos, la poesía puede desempeñar un papel simbólico relevante que aquí queremos destacar desde el ámbito latinoamericano, pues los autores de esta parte del mundo han trabajado ese tema con énfasis muy peculiares. Se hace una pequeña introducción y se presenta una breve antología.
Poco a poco ha ido creciendo el interés por la relación entre la teología y la literatura en América Latina. A lo que antes eran esfuerzos aislados de unos cuantos autores/as interesados en explorar tema, auténticos pioneros y magníficos exponentes de ese análisis en la región (Antonio Manzatto, Luis Rivera-Pagán, Alberto F. Roldán, Salma Ferraz, Antonio C. Magalhães y Genilma Boehler, entre otros), se han sumado recientemente los esfuerzos académicos de algunas instituciones. Manzatto estudió desde ese enfoque la obra de Jorge Amado (1993). Rivera-Pagán ha analizado con singular pasión las obras de Carlos Fuentes, Alejo Carpentier y Rosario Castellanos, por mencionar algunos. Mito, exilio y demonios (1996) concentra varios ensayos centrales. Roldán se ha acercado fervorosamente a Jorge Luis Borges. Ferraz ha hecho diversas contribuciones sumamente creativas. Magalhães tiene un importante volumen al respecto: Deus no espelho das palabras (2000), acaso el más serio abordaje teórico que hay hasta el momento. Y Boehler relacionó profundamente el pensamiento de Marcella Althaus-Reid con la poesía de Adélia Prado.
Los programas de posgrado de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo y de la Universidad Católica de Paraná, junto con la Asociación Latinoamericana de Literatura y Teología y el Centro de Estudios de Literatura, Teorías del Fenómeno Religioso y Artes de la Universidad de Campinas patrocinan, desde 2011, una espléndida revista especializada: Teoliteraria. Revista de Literaturas e Teologias. Varios de sus números monográficos están dedicados a diversos aspectos de la poesía o de la denominada teopoética,es decir, la expresión poética de los grandes temas doctrinales.
Imposible olvidar dos grandes eventos llevados a cabo en 1987 y 1988 por el área de Pastoral de la Cultura del Consejo Episcopal Latinoamericano: “¿Agoniza Dios? La problemática de Dios en la novela latinoamericana” y “Dios siempre vivo: presencia de Dios en la poesía latinoamericana”, cuyas ponencias fueron recogidas en los libros homónimos. En el segundo, particularmente, participaron escritores notables como Fernando Charry Lara (1920-2004), Roberto Juarroz (1925-1995), Armindo Trevisan (1933), Gabriel Zaid (1934) y Oswaldo Pol (1935-2016). Sus aportaciones, dedicadas a temas o autores concretos, fueron magníficas.
En un homenaje al Dr. Zwinglio M. Dias, publicado en la revista Numen, de la Universidad Federal de Juiz de Fora, se trazaron puntos de contacto entre la poesía y la teología. Se destacó, sobre todo, el carácter altamente ecuménico de la poesía para vehicular ideas, símbolos y visiones:
La poesía latinoamericana, especialmente la que se escribió durante todo el siglo XX, ha mostrado lo que bien se podría denominar una “vocación ecuménica”, pues la convivencia de diferentes corrientes y tendencias produce un mosaico simultáneo de voces que articulan un discurso de diversos tonos y matices. Esto se aprecia también en el tratamiento del tema religioso, dado que a estas alturas de la historia ya no es posible mantener la uniformidad doctrinal o de creencias puesto que la tolerancia se ha instalado como una práctica firme, a pesar de que aún existen zonas geográficas o culturales que se resisten a la diversidad.
En el caso concreto de la resurrección de Jesucristo, la poesía latinoamericana la ha expresado con diversos tonos y matices, propios de la libertad estética que ejerce y que, en muchas ocasiones no ha dejado de dialogar con determinados desarrollos del pensamiento cristiano. He aquí algunas muestras de ello, dos tomadas de una selección encargada por el Consejo Latinoamericano de Iglesias (Signos de Vida, núm. 53, septiembre de 2009); las otras fueron recogidas en El salmo fugitivo. Antología de poesía religiosa latinoamericana. CLIE, 2009). En estos textos se aprecia cómo, de manera inevitable, las diversas teologías liberadoras han dejado una huella profunda en el lenguaje, en el vocabulario y en la perspectiva existencial y religiosa.
Julia Esquivel (Guatemala, 1930-2019)
Su bandera sobre mí es amor (fragmento)
Cantar de los Cantares 2.4
Quiero ser tu pañuelo, Señor,
limpio, suave, pulcro, fuerte,
listo siempre
entre tus manos que sanan.
Puedes usarme como quieras,
convertirme en compresa
para detener la hemorragia
en la frente del borrachito
que se cayó en la esquina
y que se cortó la ceja
con un vidrio de botella. […]
Y si necesitaras
rasgarme un día
para vendar la cabeza
del soldado
o del combatiente herido,
para fajar una hernia
o para atar un ombligo,
aquí estoy Señor,
bandera de amor entre tus manos…
Y si te crucifican otra vez
y necesitaras mortaja,
puedes convertirme en sudario…
o en la bandera blanca de tu resurrección.
La autora fue una teóloga evangélica y defensora de los derechos humanos en su país, de donde debió salir al exilio. Al volver, varias décadas después, retomó su activismo y se convirtió en aun auténtico símbolo de las luchas sociales inspiradas por la fe.
Adélia Prado (Brasil, 1935)
El reino del cielo
Después de la muerte
yo quiero todo lo que su vacío abrupto
dejó en mi alma.
Quiero los contornos
de esta materia inmóvil del recuerdo,
desencantados de este espacio rígido.
Como antes, el modo propio
de jalar la camisa por la manga
y limpiar la nariz.
La camisa engrosada de limadura de fierro más
el sudor, los dos olores impregnados,
la camisa personalísima atrás de la puerta.
Yo quiero después, cuando viva de nuevo,
la resurrección y la vida escamoteando
el tiempo dividido, el tiempo entero.
Sin acabar nunca más, la mano sobando la rodilla,
la uña en la navaja —la cosa más viril que conocí.
Voy a querer el plato y el hambre,
un día sin bañarme,
la corbata para el domingo en la mañana,
la homilía repetida antes de almorzar:
“Como dice el Evangelio, hijos míos, si
tenemos fe, la montaña se cambiará de lugar”.
Cuando resucite, lo que quiero es
la vida repetida sin peligro de muerte,
los riesgos todos, la garantía:
en la noche estaremos juntos, la camisa en el portal.
Descansaremos porque la sirena suena
y tenemos que trabajar, comer, casar,
pasar dificultades, con el temor de Dios,
para ganar el cielo.
Incluido en su primer libro (Bagaje, 1976), en este poema aparece con claridad la influencia de Carlos Drummond de Andrade (1902-1987), gran gurú de las letras brasileñas, quien la saludó como una verdadera poeta en su momento. La cotidianidad desdoblada en su vertiente mística es lo que caracteriza a esta gran autora.
Roberto Obregón (Guatemala, 1940-¿1970?)
Resurrección (fragmento)
Cristo se fue desprendiendo del madero
Quedóse con los clavos con las espinas
retoñando ya en las manos y en la frente
Volvía robustecido de crímenes y leyendas
Milagros y amenazas de destrucción y advenimiento
Allí mismo nos sentamos a jugar a los dados
Yo apuesto a la vida pronunció serenamente
Y yo por qué no voy a apostar a la vida respondí
(sonreí maliciosamente si le llevaba ventaja)
Yo tiré AFIRMASTE ser el camino la verdad y la vida
Mas indicaste vía irreal no contando la crueldad
Mas en el primer encontrón pusiste la otra mejilla
aunque en ciertas cosas claro poseías la razón
Y para rematar a tus amigos preferiste la muerte
Cada quien reconoce su lugar y le señalé la cruz
Juguemos entonces apostemos con la eterna moneda
antes de descender y precipitarme en el gólgota
Cara me apresuré y él no tuvo más que decir CRUZ
y el hacha de un abismo nos separó a los dos
Él allá en una orilla y yo desde aquí clamoreaba
YO MISMO ESCOGÍ ESTE MUNDO Y AGUANTARÉ
NADIE ME MANDÓ YO SOLITO COMO CUALQUIER CRISTIANO
El viento solamente el viento allá en el fondo
arrancaba tierra a los pies de la alegoría
Ya no quiero saber nada nada nada me alejaba
con el dolor y los sueños de barro del hombre
y la historia toda del que se llame Juan o María
En pasando tres días al disiparse la bruma
la cruz surgió desnuda así como antes del símbolo
fresca y olorosa a árbol derramando sombra
Se le subió Adán a la cabeza informó la prensa
y a teletipo difundieron el rumor entre la muchedumbre
En menos de lo que canta un gallo
en los amplios dominios de Jehová
en plenas narices le reventó un foco guerrillero
comandado por el hijo de un carpintero
(El fuego perdido, 1966)
Poeta-guerrillero, Obregón desapareció en la frontera entre su país y El Salvador y nunca se supo nada de él. Vivió algunos años en Moscú, donde estudió Filosofía y obtuvo un doctorado. En la línea de la lírica comprometida y crítica de Roque Dalton (1935-1975), otro poeta-guerrillero muerto en circunstancias dudosas, su lenguaje enunció sólidamente las raíces cristianas del compromiso por un mundo mejor.
Alfonso Chase (Costa Rica, 1945)
Pascua
Tiembla la tierra. Tiembla la pompa
cárdena del mundo. Uñoso el grito sube
en húmeda montura. Todo se tambalea
como si el Arquero disparara su fidelidad
contra la insomne espiral de lo perfecto.
Tiembla la tierra. Satanás entre su chusma
Afila, hirviente, el frenesí de sus armas.
Tiembla. Llueve. La flor petrificada
se hunde en el aceite ritual. Brusca
entre el barullo de los grillos.
Pascua! Pascua! Pascua!, grita
entre los guanacastes el ave suntuosa.
Aleluya! Aleluya! Aleluya!
Ha resucitado el Aguafiestas.
Satanás regresa a los infiernos.
Toda una institución literaria en su país, Chase ha reelaborado magistralmente algunos temas bíblicos desde una honda mirada propositiva. Un buen ejemplo de ello son estas palabras: “Lástima que en muchas de nuestras casas de altos estudios se desperdicie el tiempo en cursos libres sobre manualidades, recetas de alto postín o el estudio de lenguas muertas y no en la historia de ese Cristo Social, tan necesario para entender la historia y el desarrollo de cada uno de nosotros, en particular” (La Prensa Libre, 9 de abril de 2015). Su antología Las armas de la luz. Antología de la poesía contemporánea de la América Central (1986) es fundamental.
Autor: Leopoldo Cervantes-Ortiz
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