El coronavirus ha alterado el mapa de las ferias internacionales de arte contemporáneo. Algunas, como ARCOlisboa se cancelan. Otras como JustLX se posponen. Basel Hong Kong demostró que la web puede ser un aliado. ¿Cómo lo ven ellas?
La cancelación anunciada en febrero de Art Basel Hong Kong, la filial asiática de la gran feria suiza, dio la voz de alarma. El coronavirus también venía para alterar el calendario de eventos artísticos. El efecto dominó no se hizo esperar: Art Dubai, Maastricht, Sao Paolo… eliminadas de un plumazo. Otras, como Basel-Suiza y sus satélites, saltan a septiembre… ARCO, en Madrid, se salvó por los pelos. Su filial lisboeta no ha podido soportar el golpe y ha anunciado que renuncia a celebrar edición en mayo.
«Un año arriesgado»
«Lo importante ahora es asegurar la salud de galeristas y visitantes», explica Maribel López, su directora. Nadie puede además predecir en qué nivel de la pandemia nos encontraremos en un mes, pero se impone cierto escenario en el que el distanciamiento social será una máxima. ¿Se puede celebrar una feria de arte en esas condiciones?: «Esa es una de las razones que nos llevó a preferir cancelar a retrasar –confiesa López–. Lo que a toda feria le interesa es generar un contexto en el que los amantes del arte se encuentren y compartan experiencias. Eso este año es arriesgado».
JustMad, la otra feria española con sede en Lisboa, sin embargo, no renuncia a desplegarse este año, aunque tenga que ser en septiembre y casi solapándose con Basel o el Gallery Weekend de Barcelona: «Es inevitable. Todo se está trasladando a otoño –piensa Semíramis González, su responsable–. Afortunadamente, nuestro aforo en Portugal no es el de ARCO o el de nuestra feria en Madrid. JustLX es una feria pequeñita, poco masiva, que además tiene lugar en un entorno industrial de tamaño considerable. Nuestras necesidades se convierten en virtudes».
Otro problema vendrá si se impone también un aforo máximo para los eventos de masas. «Entonces tendremos que empezar a pensar si restringimos el paso a las mismas –se sincera González–, es decir, si se da prioridad a los coleccionistas y compradores frente a un público general. En el fondo, lo que las galerías persiguen es vender. Pero de una forma natural, a esto es a lo que tendemos todas las ferias cuando hablamos de “profesionalización”».
Una manera de garantizar «el acceso» a todos sería el salto a Internet. De hecho, a versiones webs es a lo que están tendiendo algunas firmas para continuar dinamizando el mercado (como Taipei, que aunque celebró edición en enero, se vio muy afectada en ventas y visitantes por el coronavirus, por lo que ahora pondrá en marcha «Conections» en la web); o para demostrar que siguen «vivas» hasta que llegue su próxima oportunidad (como Sao Paulo).
Fue lo que hizo la misma Basel Hong Kong en marzo, en una entrega virtual en la que participó la galería española Sabrina Amrani: «En realidad, lo que organizó la feria no fue una edición digital. Lo que hizo Basel fue crear una versión on line de sus view room, esto es, salitas que tú puedes alquilar en sus ediciones físicas para recibir a un comprador de forma más discreta. Suelen servir –en el mercado secundario, sobre todo–, para mostrar virtualmente piezas, un picasso, un rothko, que por su naturaleza o envergadura no te puedes llevar contigo». Lo que generó la feria asiática tras su cancelación fue un repositorio para que todas las galerías que iban a participar en su cita mostraran de forma pública sus contenidos.
Un sistema que tiene que mejorar
«Si te soy sincera, no fue un gran éxito para nosotros. Y es un sistema que aún tiene que mejorar. Por ejemplo: no había forma de medir cuántos visitantes entraron en nuestro estand, aunque Basel anunció que recibió más de 250.000 visitas. La herramienta se tuvo que reconducir con premura, pero no era sencillo navegar por ella, y anulaba el componente de descubrimiento al que invita toda feria».
Sin embargo, Amrani no desecha el poder de las nuevas tecnologías aplicadas al arte: «También cuando hace diez años el mundo de la moda, marcas como Zara, empezó a aplicarlas, se generaron suspicacias. Pero, opimizadas, las herramientas digitales pueden ser un buen aliciente para el sector. A ello se une que esta crisis está ayudando a que los profesionales del arte empecemos a verlas con menos recelos. Y traen cosas positivas, que han llegado para quedarse, como la posibilidad de generar conversaciones sin estar presentes».
Para los que no quieran renunciar al elemento humano, ArteSantander es posiblemente la cita más cercana… Y estamos hablando de julio. Este 2020, la feria se retrasa una semana porque así lo hace el curso sobre coleccionismo que la Universidad Menéndez Pelayo organiza cada año junto al IAC y con el que coincide: «Nos hace especial ilusión esta edición precisamente por eso, y es lo que nos anima a salvarla al precio que sea», apunta Juan Riancho, su director. «Ahora bien: Me temo que esta va a ser una cita “muy española”, en el sentido de que el plazo de aplicación está abierto hasta mediados de mayo, pero no sabemos en qué condiciones trabajaremos en julio. Yo no le puedo garantizar a nadie, por ejemplo, que entonces se pueda volar con normalidad». Para este gestor, lo digital no tiene sentido: «Somos una feria de proyectos, este año el modelo cumplirá diez años. Este formato no se percibe bien desde un ordenador».
De opinión similar es Chema de Francisco, cabeza visible de Estampa, feria que también se retrasará un mes (de octubre a noviembre), pero por necesidades de Ifema, su sede actual. El coronavirus sí que se ha llevado por delante su programa Colecciona, que reúne a amantes del arte con coleccionistas, que tendría que celebrarse ahora: «Una de las propuestas de este año era meter a Susana Solano en la iglesia del siglo XII de Santa María de Bujedo de Juarros, iluminándola con velas. ¿Cómo transmites esas sensaciones con un vídeo?».
«No sirvió para mucho»
De Francisco recuerda el millón de euros que James Cohan invirtió en 2011 para poner en marcha Vip Art Fair, la primera feria en internet, «que no sirvió para mucho»: «Es posible que la web sea útil en otros mercados, para piezas de artistas que casi no necesitas verlos, que son una inversión en sí. La nuestra es una feria de cercanía, de afición por lo que haces. El contacto es básico». «La estrategia ideal –para López– es generar contenidos que finalmente acaben en el espacio físico». En esa línea trabaja ya ARCO, que cuenta con su experiencia con la plataforma digital Artsy.
Quienes están a punto de participar en una feria, ahora solo virtual, Frieze-Nueva York, serán los Ponce+Robles, que han visto cómo Art Lima, para la que también estaban seleccionados, pasaba de este fin de semana en abril a septiembre: «Lo que tenemos que tener claro es que, en estos días, el arte es un buen cicatrizante para la herida que se ha abierto. Las redes sociales, las plataformas digitales están ayudando a las galerías a seguir en contacto con artistas y coleccionistas. Nuestro ritmo de trabajo está siendo similar. Y son muchos los que nos confiesan que están aprovechando el encierro para disfrutar más de sus colecciones». La participación en ferias, físicas o virtuales, es un capítulo más.
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