La diferencia fundamental entre el absurdo y el realismo mágico.
Absurdo y realismo mágico son dos recursos que tienen elementos muy parecidos, y sin embargo se diferencian mucho a la hora de expresar, de funcionar como recursos.
Hay dos cosas que son comunes a ambos: hay un ambiente realista y un elemento “irreal” que irrumpe, al que se lo muestra (y los protagonistas de la obra lo toman) como algo normal, como si no debiera sorprender (actitud que genera más impacto o sorpresa en el espectador).
La diferencia fundamental es ésta: en el absurdo, ese elemento que irrumpe suele ser ridículo, suele contravenir toda lógica, y suele resultarnos gracioso.
En el realismo mágico, en cambio, el elemento que irrumpe es maravilloso, es “mágico”, como la levitación (como en este cuadro, donde el novio se eleva al besar a la novia -un elemento absurdo hubiera sido que en vez de un ramo de flores le hubiera llevado un ramo de paraguas, por decir cualquier cosa ridícula), o como la metamorfosis, la telequinesis, o cualquier pequeño suceso milagroso. Y algo crucial: su sentido suele ser expresar el estado de ánimo de quien vive el suceso. Estado de ánimo que por lo general es entusiasta, optimista, invadido de alegría de vivir.
Si nos sumergimos un poco más profundo, en las posturas filosóficas que implicaría la utilización de estos recursos (siempre que se los utilice reflejando posturas filosóficas, lo que no sucede todas las veces), es que el absurdo plantea el sinsentido de la vida, el sinsentido del universo, ya sea de un modo dramático, angustiante (recordemos que es parte fundamental de la filosofía existencialista), o de un modo más liviano y divertido, pero sea como fuere: el orden de las cosas como un absurdo.
Y el realismo mágico, por su parte, lo que expresa es algo muy distinto, una visión entusiasta: la vida como una sucesión de pequeños milagros.
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