Desde los años 60 un grupo de norteamericanos introducen el “land art” para sustituir los espacios exteriores por sus piezas; fue en 1969 cuando una exposición supuso un punto y aparte en este arte extra-institucional que, con Walter De Maria, Michael Heizer, Robert Morris, Dennis Oppenheim o Robert Smithson, logró ser un medio de acción.
La muestra Earth Works, celebrada en octubre de 1968 en Dwan Gallery, Nueva York, daba forma -y nombre- al particular modo de creación artística norteamericana que recurría a este tipo de enfoque. Un enfoque cuyo elenco de protagonistas -el quinteto arriba mencionado junto a otras figuras, desde Carl Andre o Sol LeWitt a Claes Oldenburg- empezaba a ser conocido en el mundo del arte contemporáneo por su espectro de prácticas posminimalistas y basadas en el proceso.
Esta exposición fue difundida en el Saturday Evening Post por Jeffrey Kastner (Nueva York, 1963); Kastner es crítico de arte y redactor jefe de la revista Cabinet. Es colaborador habitual de revistas como Artforum, Flash Art, Frieze, Modern Painters y The New York Times. Es el editor de Land and Environmental Art (Phaidon, 1998). Planteaba un enfoque individualista dentro de un enfoque geopolítico, en un momento crucial de la época de postguerra.
El no lugar es el punto de arranque de este arte y desde lo efímero los artistas hacen un arte inspirado en la naturaleza, donde el paisaje es la inspiración natural.
Esta selección hace referencia a varios elementos: por una parte la naturaleza, base necesaria y de la búsqueda de todos estos artistas, y por otra, el juego del espectador frente a ella, ya que al observar las pieza, el vídeo y las instalaciones, su punto de vista juega un papel central en la elaboración de su propia percepción, de manera que se podrá analizar de esta forma la visión individual y la del público de una manera más amplia.
El espacio en donde la acción natural siempre coexistió con la humana, es desde luego el diálogo que existe en las piezas. Tiene como objetivo ese contacto con aquellas luces, aquellos elementos que nos conectan con lo más importante para recrear nuestros propios observatorios de la realidad y desde ahí vincularnos con ella.
Estos artistas tienen una concepción archivística en la búsqueda de documentación de materiales, lugares, arqueologías; buscan más lo conceptual que la forma. Se acercan cada vez más a la figura del directivo medioambiental, el urbanista, el arquitecto, el ingeniero civil y el antropólogo cultural.
Lo relacional como estética
La selección de las piezas aquí expuestas corresponden a una estética relacional o arte relacional que, como bien escribió Nicolás Borriaud en 1965, se construyen a partir de las relaciones afectivas o sensoriales entre el artista y los espectadores, o entre varios aristas, o entre el artista y las instituciones, entre el arte y la vía pública, más allá de la presencia de los objetos en la sala.
Esta estética está en el proceso de un proyecto político, un plan urbanístico, una causa ecológica, una negociación entre la esfera social y el arte, ello implica el arte relacional, a medio camino entre la performance y el happening de artistas como Josef Beuys -por ejemplo “7000 robles de Beuys”, o su oficina de la democracia creada para la Documenta de Kassel en 1972.
“Beauty”. Olafur Eliasson,
Uno de los artistas que quiero resaltar como ecológico y relacional es: Olafur Eliasson, nacido en Copenhague 1967 presenta una exposición vigente titulada “En la vida real” en el Gugenheim de Bilbao y con sus esculturas a gran escala tiene un espíritu ecológico con búsqueda científica.
Este artista islandés utiliza materiales como la luz y el agua y realiza juegos como elementos inmateriales de los elementos ambientales, temperatura del aire o el sonido y pone en escena situaciones teatrales para que el espectador interactúe con la pieza, mientras transita por la obra.
Su instalación titulada Beauty (1993) recrea un arco iris con una cortina de agua sobre la que se proyecta la luz; la sensación es la de estar en una habitación, debido a las gotas de agua y a la luz que recrea la visión simultánea de dos arco iris diferentes. Al movernos, nuestros ojos ven colores diferentes, y cada uno ve algo distinto; para conseguirlo cae del techo una fina capa de agua y con un foco vemos cómo incide la luz, provocando que cada uno veamos de una manera diferente la pieza.
Son piezas que la luz transforma según paseamos y transitamos por ella, y cuando nos situamos debajo, lo que sentimos es lo que nosotros interpretamos más que lo real que vemos. San Juan de la Cruz dijo “lo que estás buscando es en realidad el lugar desde el que estás buscando”. Esta manera de crear el arco iris con una máquina de agua no hace que le importe que se vea el mecanismo, lo importante es la interacción y el juego del espectador con la obra y su sentimiento.
Hay una confianza en lo que vivimos y una ilusión óptica en lo que vemos de manera que la obra recrea y nos trae a la naturaleza construida, un espejismo que habla de lo individual y de lo colectivo al tiempo, ya que cada uno tiene su percepción subjetiva. Se abre de lo colectivo a lo individual un mundo de interpretaciones para así hacer un análisis de la percepción.
Caminos de puertas en Central Park
Otros exponentes son: el recién fallecido Christo y su pareja Jeanne-Claude. En su obra The Gates (2005) creó un recorrido por el Central Park de NY, puntuado por 7.500 puertas de cortinas de color anaranjado por el viento. Este proyecto lo concibió la pareja en dos semanas en el Central Park de New York. Cada puerta tiene un marco de vinilo rígido rectilíneo de tres lados que descansa sobre dos zapatas de acero, y soportaba paneles de tela de color de azafrán colgando de la parte superior.
Christo y Jeanne-Claude The Gates.
Las puertas coincidían con el color brillante de la tela. 7.503 puertas que corrieron más de 23 pasarelas, cada puerta tenía 16 pies de alto con anchos que dependían del ancho de los caminos. Se expuso en un breve espacio de tiempo del 12 al 27 de febrero de 2005.
The Gates es un testimonio de arte público construido y nos hablaba de cómo impacta en nuestro entorno más inmediato, si lo adaptamos, si lo criticamos o formamos parte de él en esta acción. El color azafrán se usó para crear un “techo que crea sombras cálidas”, es el mismo color que aparece en Rifle colorado (1970-72).
El arte público The Gates está respondiendo a un espacio victoriano creado por Frederik Law y Calbert Vaux dentro de la densa cuadrícula urbana de Manhattan. Para hacer ese camino, la pareja se inspiró en la forma en que los caminantes paseaban por las ciudades; es en realidad un camino cortado, como lo fueron obras de Walter de María (1969) y Richard Long (1967), sin embargo The Gates es un oasis de urbanismo y un trabajo de estética relacional entre la obra y el espectador.
La obra costó 21 millones de dólares; tanto ellos como las instituciones de apoyo resaltaron que la obra era gratis para el público. Los artistas vendieron dibujos preparatorios para financiar sus proyectos independientes, ya que no aceptan patrocinadores.
Percepciones desde la olografía
James Turrell (Pasadena 1943), hace instalaciones sensoriales en las que controla la iluminación artificial y el espacio arquitectónico, empleando olografía controlada por ordenadores para manejar la luz; su trabajo son experimentos ópticos que persiguen la percepción de la experiencia del espectador. Su obra llamada Agua de luz, dentro de una pirámide, surge de una reflexión del autor mirando el fuego; dentro de sus piezas hay un skyspace y nos permite observar el cielo desde dentro del espacio arquitectónico.
Por encargo de la Galería Nacional de Australia, en Camberra, la pieza se encuentra en un jardín cerca de la galería, en su lado sur del edificio. Se entra en el edificio a través de una larga pasarela inclinada; en su interior hay una pirámide de base cuadrada con paredes de color rojo ocre, en el medio hay una estupa de carácter victoriano que se eleva en el centro de color verde turquesa. En el interior hay una cámara de observación, un espacio abovedado simple, abierto al cielo, dentro se siente la inmensidad del mundo, el silencio, se afina la percepción de los colores.
Eva Lootz (Viena 1940) Artista austríaca, acreedora del Premio de Artes Plásticas en 1984, trabaja con la relación entre los materiales y el lenguaje desde diferentes puntos de vista, su obra habla de la degradación de muchas mujeres en diferentes culturas.
Pero su componente clave es estimular los sentidos, la ubicación en un punto geográfico hace que indague para hablar del pasado y de las culturas como raíz y conmemora momentos de poética con semillas subterráneas que abastecían de agua a Madrid antes de que se construyera el Canal de Isabel II, estas Piezas escultóricas, que se presentó en la Casa Encendida, se basan en la evolución de los ríos más importantes de la Península, para hacer su trabajo “viajes de agua” hace un estudio por el aprovechamiento de los recursos basados en la digitalización de datos, se basan en tecnología punta, para realizar una obra instalativa y sensorial.
Querría, además, hablar de un par de trabajos en los que el artista se funde con la naturaleza de una manera performativa, con el magnetismo primordial de un sentimiento.
Ana Mendietta (La Habana 1948), artista exiliada en EE.UU., trabaja la performance y el body art y reivindica la labor de género con su trabajo desde un enfoque intimista y complejo, con una profundidad en sus acciones reflejo de su vida y su relación atormentada con Carl André.
En el Árbol de la Vida,1973, fusión del Body art y el Land Art, muestra su cuerpo escondido en un árbol como parte de la naturaleza; esa unión es la catarsis de su cuerpo y el poder transformador de su cuerpo en naturaleza, es un elemento de renovación de la vida, que hace que hable de la identidad con lo femenino como fuente natural y de lo profundo de su esencia.
Jean Claude Cubino (1970, Mourenx), plantea en sus proyectos actuales realizados durante el desconfinamiento una defensa de la naturaleza, en los que se involucra: como el de las abejas, con más de mil especies, una de ellas la apis melífera o abeja de la miel. No necesariamente forman colonias y son responsables de la polinización e indispensables para la biodiversidad y conservación de la naturaleza.Debido a los pesticidas, el cambio climático, las plagas y la avispa asiática, las abejas están en grave riesgo.
El artista forma un tandem innegable con un apicultor que se llama Rosi y trabaja a la par con él, para llegar al conocimiento y cuidado de las abejas.
Testimonio de ello es el vídeo de Jean Claude, en el que una vez que activa su emoción, gracias a su experiencia personal, él nos explica visualmente el papel de esa necesidad de conservación desde el lamento; el vídeo refleja la dimensión inconsciente que se desata su experiencia.
Cuenta con una invasión escalofriante de las abejas en su rostro, su preocupación por ellas y evidencia ese riesgo en la conservación de las abejas: el artista aparece autorretratado de fondo, es observador y partícipe de este desastre medioambiental, de ahí su evocador final en el que se tapa los ojos como crítica a lo que está sucediendo.
Todos ellos reflexionan sobre la naturaleza, se involucran, indagan desde los materiales y las formas, para dar lugar a piezas transformadoras, con valor medioambiental, sin dejar de dialogar con la emoción y acercarnos a la recepción de la naturaleza.
Imagen destacada. “Agua de Luz”. James Turrell
Autor: Cristina García Camino
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