Muere a los 80 años Joel Schumacher, director de ‘Un día de furia’ y ‘Batman & Robin

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El cineasta excesivo, ampuloso y siempre teatral marcó a fuego las décadas de los 80 Y 90 con su proverbial y operístico sentido del espectáculo

Si alguna vez Batman y Robin fueron gays, lo fueron gracias a Joel Schumacher. Y esto, que puede sonar desconsiderado, en verdad es un piropo; una simple muestra de gratitud. Él lo negaba y, siempre que la pregunta de marras hacía acto de presencia, se revolvía contra lo que creía una muestra evidente (o simple ramalazo, que es más gay) de algo parecido al lugar común. Homofobia tal vez. «Me preguntan por la homosexualidad de los superhéroes por la sencilla razón de yo mismo soy gay, pero nunca se me pasó por la cabeza. Desde que todo el mundo se empeña en encontrar segundas lecturas a los cuentos infantiles, no salimos del bucle…», contestó entre harto y sólo divertido en una de esas ocasiones en las que el tema volvía a hacer acto de presencia.

Sea como sea, y con perdón, ninguna versión más alegremente gay del enmascarado nocturno que, en efecto, ‘Batman y Robin’ (1997), en su momento vilipendia por la crítica y hoy, por fin, convertida en justo y merecido objeto de culto; de culto gay, por supuesto, gracias a un George Clooney en mallas y con armadura con pezones. Contra la seriedad impostada de todos los hijos de ‘El Caballero Oscuro’ de Christopher Nolan tan de final de milenio, la jovialidad pop de un cómic que siempre se supo cómic en pantalla. El lunes se conoció que el cáncer con el que se peleaba hace más de un año doblegaba a los 80 años al director nacido en Nueva York en 1939. Y en el recuerdo, para muchos ya pasado de moda, esa puesta en escena tan particular como reconocible siempre excesiva, siempre operística, siempre perfectamente consciente de que el cine es mucho más grande que la vida misma o no es. Hablamos de los 80 que tanto homenaje sufren ahora; hablamos del más significativo y desprejuiciado de los creadores de un estilo tan lejos del verismo como cerca del espectador.

Schumacher fue el director antes de otro Batman, ‘Batman forever’ (1995), y eso marca. A nadie le gustó aquella conjura contra el sentido común que protagonizaron Val Kilmer, Tommy Lee Jones y Jim Carrey entre otros actores siempre fuera de marca. ¿La peor película de la saga jamás filmada? Quizá, pero a mucha honra. En cualquier caso, su extravagancia la hace única y la coloca en un lugar de excepción. De hecho, toda la filmografía de Schumacher comparte con esa cinta su vocación por lo excesivo.

Fotograma de Batman y Robin.
Fotograma de Batman y Robin.E.M.

El hombre que antes de director estudió diseño y moda en Nueva York y cuyo primer contacto con el cine fue como director de vestuario en películas tan fuera de su ámbito y tan distintas entre sí como ‘El dormilón’ o ‘Interiores‘, las dos firmadas por cada uno de los extremos de Woody Allen, se mudó a Los Ángeles para debutar como director de serie B en una versión descatalogada de un clásico. ‘La increíoble mujer menguante’ fue la ópera prima como director de un hombre que antes probó como guionista en obras tan de referencia oculta como ‘Un mundo aparte’ (1976).

Su primer éxito llegaría con ‘St. Elmo, punto de encuentro’ (1985) y ahí ya sí quedó definida una década transitada por los rostros de Emilio Estévez, Rob Lowe o Demi Moore. Todos ellos eran los jóvenes a brazo partido contra la madurez que no ceja. Ni cesa. ‘Jovenes ocultos’, ‘Un toque de infidelidad’ o, y sobre todo, ‘Un día de furia’ (1993) determinan el trayecto de una director que pasó de los 80 a los 90 convertido en la referencia de la industria frente a la eclosión irrefrenable de otras maneras de hacer cine. Frente a los Soderbergh, Tarantino y otros jóvenes de la órbita de MIramax, él, como baluarte y lugar debidamente pomposo de excepción.

Fotograma de 'La última llamada', con Colin Farrell.
Fotograma de ‘La última llamada’, con Colin Farrell.E.M.

Lo que vino después, y tras su ‘batmans‘, es difícil de unificar. De ‘Nadie es perfecto’, con De Niro, a ‘Asesinato en 8 milímetros’, con Nicolas Cage, pasando por ‘Tiempo de matar’, impecable drama judicial antirracista con un Matthew McConaughey fuera de sí, o por ‘Ultima llamada, con Colin Farrell, o por ‘Veronica Guerin‘, con Cate Blanchett, todas ellas poseen la gracia de los actores entregados, descompuestos y felices de la excentricidad de trabajar con el más excesivo de todos ellos. Ése era Joel.

Joel quería un Batman, vuelta al principio, cerca de los modelos clásicos de la antigua Grecia. Y por ello la armadura de su héroe reconstruía el cuerpo de manera tan precisa, tan, tan… gay. Nunca antes se le vieron los pezones al caballero oscuro. Y nunca después.

Autor: Luis Martínez

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