Y mañana: ¿Qué famoso escritor llegó a tener 63 ‘negros’ literarios para sus grandes novelas?
Sin duda la prostitución es un trabajo antiguo, pero no el más viejo. De hecho, a lo largo de los siglos muchas profesiones han reclamado ese singular honor, comenzando por los agricultores y los pastores, pero, por supuesto, las historias de la Biblia y de nuestros primeros padres, Adán y Eva, han marcado el debate. Así, poemas ingleses del siglo XVII reclamaban el podio para los sastres: Adán y Eva en el paraíso no daban ni golpe y, cuando fueron expulsados y sintieron vergüenza, el primer trabajo que hicieron fue un taparrabos, aunque fuera vegetal. Claro que para otros el primer trabajo era el de la serpiente: embaucadora, un oficio también eterno.
Sin embargo, desde el siglo XX, aunque hoy suene rancio, se señala la prostitución como el oficio más viejo del mundo. Aunque parece una ocurrencia destinada a asegurar que la prostitución no se acabará nunca, antes de 1889 nadie habría pensado en ella como el primer oficio. Pero en ese año un enorme escritor, Rudyard Kipling, autor de El libro de la selva o del poema If, y hoy símbolo del imperialismo y el eurocentrismo, creó la idea en su relato En la muralla. En él narraba la historia de una prostituta india, Lalun. El relato comienza así: “La joven Lalun pertenece a la más antigua de las profesiones. Su verdadera tatarabuela fue Lilith, que, como sabe todo el mundo, vivió antes que Eva”.
Efectivamente, de nuevo el mundo del Génesis, mezclado esta vez con el de la antigua Babilonia y con el misticismo de la cábala. Porque Lilith, de la que muchos grupos feministas toman hoy su nombre por su libertad, habría sido según mitos judíos de hace ya tres mil años, la primera mujer, antes que Eva. Una mujer a la que Dios creó a la vez que Adán, y no de su costilla. Y que, por eso, se negó a servirle, ya que se consideraba una igual. La cosa no acabó bien. Ella dio el portazo del Edén pronunciando el nombre de Yahvé. Adán se quejó amargamente y Lilith fue condenada. Y Dios creó a la más sumisa Eva.
Los orígenes de Lilith
Pero Lilith nace ya antes, en la tradición mesopotámica: era un demonio femenino que buscaba seducir a los hombres, lasciva, una mujer sin marido que no puede tener hijos y busca entrar en las habitaciones de los hombres que duermen solos. De ahí pasó al Talmud de la diáspora judía de Babilonia y acabaría siendo interpretada como la primera mujer.
Las historias entorno a ella de los cabalistas serán muchas: Dios la creó con tierra impura y por eso era demoníaca, cuando dejó a Adán se acostó con un ángel, fue la serpiente que indujo a Eva a comer la manzana, la que incitó a Caín a matar a Abel… Y con el tiempo, sería una fascinante femme fatale para los románticos –aparece en el Fausto de Goethe– o los prerrafaelitas. De ahí llegaría a Kipling, a quien, en su cuento, Lilith y la prostitución de Lalun le sirven para justificar el imperialismo: “En los pueblos de Oriente la profesión es hereditaria y no hay problema, eso demuestra de manera palmaria que Oriente es incapaz de gobernarse a sí mismo”
Autor: Justo Barranco
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