Algunas de las más grandes obras de la literatura universal se publicaron después de que su autor hubiese muerto.
Parece increíble, pero algunas de las más grandes obras de la literatura universal se publicaron después de que su autor hubiese muerto… y sin que él lo supiera. En ciertos casos, los escritores se fueron al otro mundo pobres y desesperados, porque nadie les hacía caso. Y justo después llegó el gran éxito. En otros, guardaron una parte fundamental de su creación, porque la consideraban demasiado íntima o incluso demasiado mala.
Es verdad que existe el sospechoso ‘síndrome de la viuda’: la pareja que sobrevive al escritor, a veces ‘encuentra’, perdidos por ahí, manuscritos que pueden ser auténticos… o a lo mejor no tanto, y que suelen generar cuantiosos ingresos. Pero esas sospechas se basan en una realidad: con pasmosa frecuencia, los más grandes autores dejaban parte de su obra inédita. Estos son algunos de los ejemplos más interesantes:
JOSÉ LUIS SAMPEDRO, ‘Días en blanco’
Uno de los más grandes y reconocidos novelistas españoles del último medio siglo murió en 2013 con un gran secreto guardado: su poesía, que prácticamente nadie había leído jamás. Olga Lucas, su viuda, encontró un día una caja de cartón que tenía todo el aspecto de estar destinada a la basura. La abrió y encontró un maremágnum de cuadernos y papeles, algunos primorosamente caligrafiados, en la que estaba toda la poesía de su marido.
Cincuenta años de versos a los que Sampedro no daba ninguna importancia: les llamaba «mis palotes». Pero hoy, después de la publicación de este libro por Plaza y Janés poco antes de que comenzase el confinamiento por la covid-19, sabemos que es imposible entender la figura del autor de Octubre, octubre o La sonrisa etrusca sin leer su poesía.
JOHN KENNEDY TOOLE, ‘La conjura de los necios’
Medio mundo sabe hoy quién era el cretino de Ignatius O. Reilly, el protagonista de una de las novelas más ácidas, sarcásticas y geniales del siglo XX. Su autor era un niño prodigio que escribió esta joya con 24 años, mientras hacía el servicio militar en Puerto Rico. Pero nadie la quiso publicar: los ‘genios’ de las editoriales llegaron a decir que «no trataba de nada en concreto». Y Toole, deprimido por el fracaso, se suicidó a los 31 años.
Fue su madre la que se empeñó en verla publicada; también a ella le dieron varias veces con la puerta en las narices, pero consiguió interesar a la Universidad Estatal de Luisiana (EE UU), que decidió editarla. Fue un terremoto. La novela recibió el premio Pulitzer en 1981 y hoy es uno de los libros más leídos del último medio siglo.
FEDERICO GARCÍA LORCA, ‘La casa de Bernarda Alba’
Lorca era ya de sobra conocido en España y en Hispanoamérica gracias, sobre todo, a su poesía, pero jamás vio representada en un teatro su más grande y genial obra dramática: fue asesinado en julio de 1936, poco después de concluirla. El régimen de Franco decretó un olvido absoluto hacia el poeta y hacia su obra, y eso duró casi década y media.
La casa de Bernarda Alba fue estrenada (y publicada por primera vez) en Buenos Aires, en 1945, gracias a la actriz Margarita Xirgu, y a España no llegó hasta 1950, en un estreno casi clandestino. Hoy es una obra universal que se representa en todo el mundo y sobre la que se han hecho adaptaciones teatrales, películas… y hasta óperas.
ANA FRANK, ‘El diario de una adolescente’
Annelies Marie Frank tenía doce años cuando ella, su familia y otras personas, todos judíos, se ocultaron en «las habitaciones de atrás» (así las llamaba ella) de una casa de Amsterdam, para huir de los nazis. La niña relató aquellas vivencias de adolescente en varios cuadernos caligrafiados. Todos fueron capturados y murieron en campos de concentración en 1945… salvo el padre, Otto Frank, que volvió la ciudad y recibió, atónito, aquellos cuadernos que no había leído nunca. Se publicaron en 1947 y hoy son una de las obras fundamentales del siglo XX.
STIEG LARSSON, ‘La chica que soñaba con una cerilla…’
Este periodista y activista sueco era el típico niño que, con doce años, mareaba a toda la familia aporreando noche tras noche su máquina de escribir, así que lo exiliaron al garaje. Empezó a escribir la saga policiaca Millenium para divertirse, ya casi al final de su vida, en 2001. Cuando un infarto lo mató en 2004, a los 50 años, no podía ni imaginar que aquellas tres novelas (que nunca vio publicadas) se convertirían en una de las obras literarias más famosas del nuevo siglo, que tendrían millones de lectores y que generarían unos ingresos colosales.
FRANZ KAFKA, ‘El proceso’
Cuando aquel hombre tímido y pesimista murió, en junio de 1924, ya había publicado algunas obras importantes (sobre todo La metamorfosis) pero prácticamente nadie lo conocía. Antes de morir le pidió a su mejor amigo, Max Brod, que destruyese todos sus manuscritos, de los cuales algunos llevaban más de diez años metidos en un cajón. Menos mal que Brod no lo hizo, porque el mundo se habría quedado sin El proceso, El castillo, El desaparecido, Carta al padre y otras obras que convirtieron a Kafka en uno de los escritores esenciales y más célebres del siglo XX. Uno de los grandes clásicos.
Autor: Luis Algorri
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