Cuando los dragones se aman se desatan los maremotos, los volcanes lanzan un fuego endemoniado y los huracanes largan una furia que hace pensar que ha llegado el fin del mundo», escribió Gustavo Roldán en uno de los relatos del libro Dragón. A veinte años de su primera edición, el título continúa circulando por librerías, escuelas y bibliotecas. Ilustrado por Luis Scafati, es uno de los preferidos de autores integrales como Pablo Bernasconi y también marcó la obra fantástica de Liliana Bodoc.
En Dragón (Sudamericana), los dragones no solo se enamoran; también lloran y maldicen, bailan y vuelan. Pero lo más inquietante de los dragones de Roldán es el modo en el que observan el mundo. «Aunque los dragones saben mucho, siempre tienen una mirada llena de asombro. Se asombran de las cosas que no conocen y de las cosas que conocen», escribió en «Mirada de dragón», otro de los textos breves de su emblemático libro, un clásico de la literatura infantil argentina.
«Es un libro tremendamente auténtico; eso se detecta al abrirlo: te recibe con el texto ‘Bendición de dragón ‘, que es como una bofetada directa a la cara y te engancha inmediatamente. En estos textos, mi viejo volcó todos sus costados: el poético, el humorístico en dosis pequeñas, el del hombre solitario que pone el amor como base fundamental para sobrevivir en este mundo. Mucha gente me comentó en su momento cuánto la había impactado ‘Maldición de dragón ‘. Es muy poderosa. Y la mitad del mérito es de las ilustraciones de Scafati, que, además de contar con un enorme público propio, supo jugar con imágenes no descriptivas, casi abstractas, que son tan sugerentes como los textos. Creo que si el libro hubiera contado con imágenes más ‘ilustrativas’, se habría banalizado. El resultado en conjunto es único y tiene vigencia para rato», asegura Gustavo Roldán hijo, autor e ilustrador, radicado en Barcelona.
Roldán junior ilustró varios libros de su padre, que murió en abril de 2012. Entre los títulos que llevan sus dibujos hay otro emblemático de su padre: La canción de las pulgas, que fue reeditado por Calibroscopio. «Es de una desfachatez gigantesca. Me sigue haciendo reír cada vez que lo leo. Y me consta que a los chicos también», opina. «Acepté hacerlo hace cuatro años como un pequeño homenaje a mi viejo. También podría rescatar Lluvia de pájaros, porque me sigue gustando como ilustración, pero, sobre todo, por el concepto que elegí a la hora de plantearlo, con un relato gráfico que va en paralelo a lo que se está contando en la historia. Le tengo un cariño especial. Es un texto que mi viejo había descartado. Literalmente lo rescaté de la basura. Le dije que me lo dejara, que yo le iba a encontrar una vuelta. Es un texto precioso. Tiempo después hice el proyecto, de pura gana nomás, fui a México y lo ofrecí al Fondo de Cultura Económica. Eso en cuanto a mi parte, la ilustración, pero los textos me siguen pareciendo magníficos. Cuentos de Pedro Urdemales también es extraordinario».
Hijo de Laura Devetach y hermano de Laura Roldán, también autora y promotora de la lectura, Roldán hijo publica más afuera que en el país: «Mantengo una relación afectiva con la Argentina. Por mi madre, mi hermana y mis amigos. Voy cada año para darme un baño de cariño. No tengo un editor estable. En todos estos años publiqué allá cuatro libros con editoriales amigas como Ediciones del Eclipse, Pequeño Editor, Calibroscopio y Planta Editora, pero el grueso de mi trabajo lo hago con editoriales de España».
Entre sus últimos trabajos figura Mi sombra, un libro objeto que publicará el sello A Buen Paso, de Barcelona. Además, tiene otros proyectos cercanos: «Estoy comenzando a hacer los dibujos del libro Para esconderse de un monstruo, para Thule Ediciones. Otro libro que me entusiasma mucho es El bicho Manolito. En todos los casos soy el autor integral, que es como más me gusta trabajar. Como rareza, a fin de año saldrá El hombre bajo el farol (y otros cuentos de fantasmas que no dan miedo), un libro de cuentos para adultos ilustrado por Sonia Pulido. Lo publicará Avenauta, un sello nuevo de la editorial Tres Tigres Tristes».
Devetach, que compartió 55 años de vida con Roldán, contó a LA NACION en una entrevista que está ordenando la biblioteca, los materiales inéditos y los títulos a reeditar del autor de Dragón. «Ordenar los libros me conmovió muchísimo porque, al abrirlos, comencé a encontrar marcas: papelitos, subrayados, míos y de él. Cada uno trabajaba en su escritorio, pero nos consultábamos permanentemente. Éramos lectores el uno del otro. Siempre hacíamos nuestras respectivas primeras lecturas», recordó la escritora unos días antes del Festival de Literatura Infantil Gustavo Roldán, un tributo que ya lleva seis ediciones. En 2018 hay un motivo más para sumar al homenaje: los 20 años del genial Dragón.
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