La ancestral Danza de las Tijeras es la estrella en el espectáculo del violinista ayacuchano, quien hace un balance del apoyo a la música tradicional en el Perú.
Mística y la tradición son dos palabras que definen la danza de las tijeras. Pero para Andrés ‘Chimango’ Lares, la música también es uno de los elementos claves de este símbolo de la cultura andina ancestral.
A manera de preservar esta tradición y de difundirla al público de nuestro país, el reconocido violinista ayacuchano prepara una puesta en escena llamada “La leyenda del niño Danzaq”, en la cual explorará los orígenes de esta danza.
¿Qué puede esperar el público de este espectáculo?
Básicamente, estamos tomando la leyenda del niño Danzaq, una obra de montaje teatral con participación de niños danzantes, que trata del mito de la aparición de la danza de tijeras, que tiene tantas leyendas y mitos de su origen. Esto lo acompañaremos con música andina.
¿Buscan revalorar a la danza de las tijeras?
Con la obra tratamos de fortalecer la investigación, difusión y defensa de esta expresión artística que tantos lauros nacionales e internacionales ha recibido. Además de representar con altura la cultura andina del Perú.
¿Espectáculos como los que usted ofrece son suficientes para esta tarea?
Hay muchas tareas por hacer [en cuanto a difusión]porque, pese al reconocimiento como patrimonio nacional de la humanidad, las instituciones y el Gobierno no nos apoyan como se debe. Todo queda en papeles. Diplomas, reconocimientos, etc. A veces tenemos giras internacionales y tenemos que pagarlas nosotros mismos con el dolor de nuestro corazón debido la falta de recurso para trasladarnos.
¿La danza de tijeras ya está quedándose sin oportunidad de mostrarse fuera del país?
Las pocas veces que hemos ido han sido con recursos propios, haciendo eventos, como el que estamos presentando aquí o en el Parque de la Exposición. Pero el apoyo en esos casos es muy escaso.
¿En qué aspectos sí están recibiendo apoyo?
Debemos reconocer que el Ministerio de Cultura nos está apoyando reduciendo el monto del alquiler del escenario. Pero hay mucho más por hacer, como los talleres de música andina o demás espacios con los que intentamos promover y preservar las tradiciones culturales a las nuevas generaciones, para que puedan seguir el camino que hemos trazado con tanto sacrificio.
Con esta falta de apoyo y el cambio generacional, ¿hay riesgo de que las tradiciones culturales se pierdan?
Siempre hay un peligro de que se pierdan las tradiciones culturales, es un peligro constante. Faltan espacios en los diferentes medios, tanto en la televisión como en la radio. Programas en los que se puedan difundir temas tradicionales.
¿Qué se está haciendo de momento para difundir la cultura musical andina?
En lo que me permite mi tiempo trato de realizar tertulias musicales con jóvenes violinistas, artistas danzantes y jóvenes que manejan otros instrumentos, en donde repasamos temas de antaño a manera de que conozcan la historia de la música andina y lo sientan con un legado. Además de los trabajos que hacen otros colegas.
Precisamente, artistas como Manuelcha Prado, Jean Pierre Magnet y Lucho Quequezana suelen ofrecer espectáculos ligados a la expresión musical andina. ¿Cuánto apoya esto al acercamiento con el público hacia la cultura?
Lo bueno no es solo la propuesta, sino también la respuesta. Hay una gran aceptación del público por este tipo de espectáculos. En esta última década, veo que los jóvenes están tomando conciencia del valor de la cultura musical andina, de nuestras raíces y eso nos da una gran satisfacción. Creo que por ahí estamos en buena camino. Aun así, falta mucho por hacer y para eso se necesita mayor apoyo del Estado o de las entidades privadas interesadas.
¿Qué tipo de apoyo?
Necesitamos espacios de difusión para poder hacer festivales, talleres u otro tipo de eventos que ayuden a acercar más al público con su historia. Por ejemplo, darnos espacios en los parques zonales para poder continuar con esta tarea y seguir cuidando el legado.
Nos comentaba que su espectáculo explorará los orígenes de la Danza de las Tijeras. ¿De qué forma lo hará?
Esta obra narra la tarea cotidiana de los niños andinos que van a traer leña y para eso van a una cascada. Ahí llegan a un santuario con una catarata donde se topan con un Apu. El Huamani encarnado en un niño, que les comienza a enseñar la danza, con las melodías del viento y las aves. Es una historia muy bonita la que van a conocer en nuestro espectáculo.
Esta danza tiene una gran conexión con la mística ancestral.
Tiene una mística muy especial, que relaciona al danzante y a la población con las divinidades de la naturaleza, algo que se está perdiendo. Tal vez suelen haber malos años de cosechas y cambios climatológicos bruscos. Antes se hacían ofrendas y agradecimientos a la naturaleza para atraer el buen tiempo. Creo que esta danza ayuda a que lo poco que queda de esta mística, siga viva.
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