El próximo 5 de octubre el Museo de Bellas Artes de Bilbao cumple sus 110 años de existencia. Desde su fundación en 1908 hasta nuestros días, ha reunido una colección de reconocida calidad con un desarrollo enciclopédico y una cronología principal que se extiende desde el siglo XIII hasta el XX. La colección comprende, a día de hoy, más de 14.000 obras de arte: 1.621 pinturas, 489 esculturas, 884 piezas de artes decorativas, 11.152 obras sobre papel y, junto a ellas, cerca de 3.000 obras en depósito.
Destacan en ella una selecta nómina de artistas relevantes en la historia del arte occidental. Un recorrido esencial incluiría obras de Lucas Cranach el Viejo, Martin de Vos, El Greco, José de Ribera, Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo, Orazio Gentileschi, Francisco de Goya, Joaquín Sorolla, Mary Cassatt, Paul Gauguin, Ignacio Zuloaga, Francis Bacon, Eduardo Chillida, Antoni Tàpies o Miquel Barceló, entre otros muchos. Además, el museo conserva, con más de 4.000 obras, la más amplia representación de artistas vascos, desde los pintores Adolfo Guiard, Darío de Regoyos o Aurelio Arteta hasta los escultores Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, pasando por las más recientes realizaciones de la nueva escultura vasca.
En el origen del museo se sitúa la iniciativa de un grupo de ciudadanos que creían firmemente que la prosperidad económica lograda gracias a la pujanza de la industria del hierro y la construcción naval debía ir por fuerza acompañada de un renacimiento cultural que alcanzara a todos los estratos de la población.
Esta aspiración se concretó en la creación de un museo y de una colección que sirvieran como instrumento principal para la consecución de ese fin educativo. En ese momento fundacional, la colaboración de coleccionistas como Laureano de Jado o Antonio Plasencia que, junto a otros, donaron, legaron o depositaron sus obras fue esencial para la génesis del museo.
Esta iniciativa cívica encontró pronto apoyo institucional por parte de los entonces denominados Ayuntamiento de la Villa y Diputación Provincial, que se sumaron a la colaboración particular depositando y adquiriendo obras con destino al nuevo museo (a estas instituciones fundadoras se unió, en 1991, el Gobierno Vasco). Pero, además, el proyecto contó con la adhesión de la numerosa comunidad artística local que, en esos años, formaba uno de los grupos más activos del panorama peninsular, conectado con los núcleos de la vanguardia europea. De Durrio a Zuloaga, de Losada a Arteta, el apoyo de los artistas a la creación y desarrollo del museo fue esencial y proporcionó desde el inicio un sesgo de contemporaneidad, que, en buena medida, se ha mantenido a lo largo de su historia.
110 Años 110 Obras
La exposición, que se presenta en la sala BBK del museo y continúa en el piso superior, en la sala 32, reúne en orden cronológico 110 obras pinturas, esculturas y una videocreación– seleccionadas con el objetivo de mostrar los principales núcleos de interés de la colección, sus maestros antiguos, modernos y contemporáneos. Tal y como explica el director del museo Miguel Zugaza en el texto del catálogo editado para la ocasión, «La selección responde a un criterio de calidad, sin duda, pero también a la intención de describir un panorama lo más completo posible según un criterio histórico y geográfico».
El itinerario comienza con ejemplos significativos del Románico catalán del siglo XIII: la talla en madera policromada Majestad de Cristo en la Cruz y las dos tablas que representan los episodios de El arca de Noé y el Descendimiento. Le siguen, ya en el siglo XV, los ecos del Gótico internacional en el llamado Maestro de la Piedad y Pere Nicolau. Por su parte, el gótico hispanoflamenco muestra a algunos de sus más originales creadores: Bartolomé Bermejo, el Maestro de San Nicolás y Diego de la Cruz.
A continuación, se presentan el Renacimiento y el manierismo de los siglos XVI y XVII con obras destacadas de los flamencos Jan Mandijn, Ambrosius Benson, Martin de Vos, Hans Vredeman de Vries, Jan Gossart, Antonio Moro y Frans Pourbus el Joven, y de los hispanos Luis de Morales, Alonso Sánchez Coello o Juan Pantoja de la Cruz. La pintura de Lucas Cranach el Viejo completa la visión de la pintura renacentista alemana mientras que la figura excepcional de El Greco se concreta en dos pinturas.
A lo largo del siglo XVII, el Barroco español está representado al más alto nivel por Francisco de Herrera el Viejo, Pedro Orrente, Juan Ribalta, José de Ribera, Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo, Juan de Arellano y Claudio Coello. Los acompañan ejemplos de la pintura del Barroco europeo a cargo de los italianos Orazio Gentileschi y Domenico Piola, y del flamenco Anton van Dyck. Por su parte, los nuevos géneros de la pintura en la Edad Moderna, como el paisaje o la pintura de género tienen reflejo en los cuadros de los holandeses Jacob Isaacksz van Ruisdael y Pieter Fransz de Grebber.
El siglo XVIII señala la persistencia del estilo naturalista en la escuela española a través de las obras de Luis Meléndez y Francisco de Goya, representado por los dos retratos de sus amigos Martín Zapater y el poeta Leandro Fernández de Moratín.El primero de ellos, en clave neoclásica,mientras que el segundo es ya propio de su estilo final y abre las puertas al nuevo siglo. La impronta del gusto rococó francés se manifiesta en su mejor representante español, Luis Paret y Alcázar, del que se exhibe la exquisita Vista de Bermeo, recientemente adquirida gracias a las aportaciones de los Amigos del Museo.
Junto a la obra de Goya, la colección del museo ofrece otros ejemplos de la retratística española del siglo XIX, con pinturas de dos grandes especialistas del género: Vicente López y Federico de Madrazo.
En este punto del itinerario expositivo, se incorpora uno de los núcleos singulares de la colección, el de los artistas vascos, que en este momento, siglo XIX y primeras décadas del XX, ve surgir en Bilbao un incipiente escenario artístico con voces como la de Eduardo Zamacois, Anselmo Guinea o Juan de Barroeta. Según avance el siglo, se irán conociendo las novedades de la pintura francesa, en especial del fauvismo en Francisco Iturrino y, sobre todo, del impresionismo, en la obra de Adolfo Guiard, Darío de Regoyos y en el contrapunto internacional de Mary Cassatt. Mientras, el realismo tiene en el costumbrismo de Joaquín Sorolla a uno de sus mejores representantes.
La profunda huella de la Generación del 98 se refleja en la pintura de Ignacio Zuloaga, Hermen Anglada-Camarasa, Gustavo de Maeztu, los Zubiaurre y los Arrúe, Juan de Echevarría y Julián de Tellaeche, mientras que nuevos asuntos derivados de las transformaciones sociales y económicas comienzan a interesar a pintores como Isidre Nonell, José Gutiérrez Solana, Aurelio Arteta, Joaquín Torres García, Daniel Vázquez Díaz o Agustín Ibarrola.
La muestra continúa en la sala 32 con un autor icónico de la colección, Paul Gauguin, cuya temprana presencia en la colección, como la de Paul Sérusier, da testimonio del efervescente panorama artístico del Bilbao de comienzos del siglo XX. A partir de este momento, surgen diferentes propuestas de las vanguardias del siglo XX. En primer lugar, los artistas que, como Jean Metzinger, Robert Delaunay, María Blanchard, Antonio de Guezala, Óscar Domínguez y Nicolás de Lekuona, trabajaron en la órbita del cubismo, el futurismo o el surrealismo. Le siguen la generación de pintores y escultores interesados en la abstracción y en las nuevas formas de la figuración contemporánea: Francis Bacon, Antoni Tàpies, Pablo Palazuelo, Antonio Saura, Karel Appel, Julio González, Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Rafael Balerdi o Eduardo Arroyo.
La selección de 110 obras se cierra con el trabajo de tres artistas de generaciones y disciplinas diversas, Ángel Bados, Miquel Barceló y Sergio Prego, plenamente activos en el panorama artístico actual y que nos adentran en nuestra más estricta contemporaneidad.
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