Cien años del nacimiento de Ingmar Bergman, el poeta del drama

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Paul Duncan, autor de ‘Ingmar Bergman Archives’, habla de la obra del director sueco.

Estaba obsesionado con su infancia, que lo atormentó durante toda la vida. Ingmar Bergman, el genial director sueco –uno de los mejores del siglo XX (si no el mejor)–, de cuyo nacimiento se cumplieron 100 años, creció, sobre todo, con temor: a las golpizas que le propinaba su padre, un pastor luterano que también lo encerraba a oscuras en un armario si se orinaba en la cama o no le obedecía; a la agresividad de los adultos que presenciaba en las continuas peleas entre su papá y su madre –una enfermera que esquivaba las caricias– y a lo desconocido, que a la vez estimulaba su mente a las fantasías y las preguntas.

Nacido el 14 de julio de 1918 en Upsala, segundo de tres hermanos, (Ernest) Ingmar Bergman creció en Estocolmo, rodeado de imágenes religiosas que veía en iglesias y biblias y machacado por el peso de palabras como ‘pecado’, ‘confesión’, ‘castigo’ y ‘perdón’. Temas que abordó en sus películas, al igual que el amor, la pasión, la pérdida, la soledad y el tormento. Y hasta la muerte, con la que en El séptimo sello (1957), un caballero de las cruzadas (Max von Sydow) juega al ajedrez por su vida.

Como tributo por el centenario de su natalicio, Taschen lanzó una reedición del libro Ingmar Bergman Archives (Los archivos personales de Ingmar Bergman, título en español), que se publicó y agotó en el 2008 tras la muerte del artista, a los 89 años, en la isla Fårö, del mar Báltico, donde vivía aislado del asedio periodístico, no así de sus fantasmas ni de la fama, que lo acompañó desde Juventud, divino tesoro (1951), su primer gran éxito internacional.

El libro –“el mejor estudio que se ha hecho de un director de cine”, según The Guardian– comprende cada una de sus producciones para el cine, la radio y la TV e incluye un DVD documental y una tira fílmica con una copia de 35 mm de Fanny y Alexander (1982), el último filme de Ingmar, en que volcó la infeliz niñez que vivieron él y su hermana Margareta, cuatro años menor, quien más tarde se convirtió en novelista. Presentes están también su aprecio por el trabajo de Michael Curtiz, director de Casablanca; sus berrinches –reconocía que tenía un temperamento insufrible– y una admiración adolescente por Hitler, que lamentaría cuando se develó el horror de los campos de concentración.

La versión original de ‘Ingmar Bergman Archives’ recibió un premio Augusto, de la Asociación de Editores de Suecia, y tenía más de mil imágenes, que, en su mayoría, reunió o tomó Bengt Wanselius, fotógrafo de Bergman durante 20 años. Esta nueva edición, de 456 páginas, “se concentra en las películas por las que Bergman es más conocido”, le dice a La Nación revista Paul Duncan, historiador británico del cine y editor del libro, junto con el sueco Max Ström.

Todo partió en el 2006, cuando Duncan le envió a Bergman una caja de libros de Antonioni, Fellini, Hitchcock y Kubrick, que había editado, y el director dijo: “ ‘¿Dónde diablos está el libro sobre mí?’. Solo entonces vio la carta en que yo le pedía autorización para hacer un libro sobre su obra”, relata el editor. Mientras hacían el volumen, Duncan y Max Ström no conocieron a Bergman –que falleció el 30 de julio del 2007 sin poder leerlo–, pero se reunieron en Estocolmo con sus amigos, que estaban encantados con el proyecto, “así que nos dejó continuar, y mirar y usar todo lo que pudiéramos, sin interferir. Viniendo de un hombre al que le gustaba controlar las cosas, fue un gran y amable gesto”, subraya Duncan.

A Erland Josephson, que trabajó con Bergman en producciones emblemáticas como Gritos y susurros (1972), Secretos de la vida conyugal (1973), Sonata de otoño (1978) y Sarabanda (2003), y era su amigo más cercano, los editores le enviaban páginas del libro, y él le iba contando a Bergman. En el prólogo de Ingmar Bergman Archives, Josephson describe al realizador como “una de las personas más vibrantes que he conocido”. Y agrega: “Lo venero, y creo que recibí muchísimo a través de él: su clara visión dramática, sus montajes imaginativos y su lealtad a los textos. Estoy profundamente impresionado y conmovido por él. Era agresivo, cariñoso, perspicaz. Era un hombre para el que el poder contaba. Incluso muerto, es una persona poderosa”, enumera.

Ha influenciado a directores, como Andréi Tarkovski, Stanley Kubrick, Francis Ford Coppola y Woody Allen, quien dijo que su cine es “poesía en acción” y le rindió tributo con Love and Death, en 1975. Actualmente, creaciones de Bergman para la TV y el cine como Escenas de la vida conyugal o Sonata de otoño son llevadas a las tablas de todo el mundo. En Suecia, los tributos al director incluyen proyecciones, seminarios, festivales de teatro y exposiciones, como ‘Ingmar Bergman Trues and Lies’, en el Museo de Arte Moderno de Estocolmo.

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