A los 95 años este artista cuya obra se ha convertido en metáfora del país
En los años 80 aún perduraba la discusión, iniciada dos décadas antes, entre abstractos y figurativos. La pintura, señalaban los primeros, es un lenguaje que se construye con sus elementos constitutivos, forma y color, de donde emergen nuevas formas de significación y de comunicación con el espectador.
Pasado el tiempo, la obra de Carlos Cruz Diez y Jesús Soto, los dos nombres más destacados del arte abstracto en Venezuela, parecen darle la razón, al convertirse, en medio de la crisis que vivimos actualmente, en las metáforas más representativas del país para aquellos que han sido empujados a la dolorosa decisión del exilio.
Cruz Diez, quien con sus 95 años, posee una intuición que hoy no puede menos que sorprendernos, hace más de tres décadas, decía:
«En la plástica, los grandes maestros encontraron, por encima de la narración, el argumento y el utilitarismo, algo inexplicable y profundo que comunica y conmueve. Eso desaparece hoy en día, desplazado por una pancarta política o una ilustración literaria».
Nacido en Caracas en 1923, Cruz Diez compartió sus años iniciales como artista con la comunicación y la docencia. Son inolvidables sus ilustraciones en la revista Tricolor, por los años 50, y sus diseños al frente de El Farol. Tampoco le fueron ajenas las redacciones de los diarios. Fue él quien una vez dijo: «Cuando ese vicio de la tinta entra en la sangre, no hay nada que hacer».
Y si sus caminos iniciales como artista lo llevaron a la pintura realista, el deslumbramiento que el arte abstracto le produjo en Par´s fue definitivo. Desde entonces, se entregó con rigurosa pasión a la investigación de uno de los elementos constitutivos más importantes de la pintura, el color. Sus obras, dice, no son pinturas, sino «situaciones» en el espacio.
«Por medio del color quiero establecer un hilo de comunicación, porque en el fondo el artista es un comunicador, y la época que le ha tocado vivir es un medio de comunicación en el que todos estamos llamados a entendernos y ayudarnos a descifrar nuestro entorno».
Hoy en día observa, no sin dolor, cómo, en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, sus fisicromías son hoy símbolo de la despedida. Pero si el arte, como ha dicho, «anuncia el porvenir», la luz y el color de sus obras ilumina el nuestro.
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