Algunas de sus esculturas están en la plaza del Pacifico de Dallas, Estados Unidos, delante de la sede del Banco Nacional de Paris o en el aeropuerto de Barajas
José Luis Sánchez, académico de Bellas Artes, escultor, diseñador y manchego ilustre, nos ha dejado este mes de agosto. Y lo ha hecho como a él le gustaba hacer las cosas, en una de las semanas más discretas. Deja un hueco enorme y una impresionante obra detrás.
Aunque su formación como escultor y diseñador la adquirió de forma autodidacta, varias becas del Ministerio de Educación y Ciencia le permitieron, en esos años, estudiar y vivir en Roma y Milán. Otra beca, esta vez del Instituto Francés, le llevó a París, donde participó en varios cursos y talleres y conoció a Jacqueline, su mujer, con quien se casó y con quien tuvo dos hijas, Paloma y Leticia.
En 1987 José Luis Sánchez entra en la Real Academia de Bellas Artes y lo hace con un brillante discurso: En defensa de la escultura, en el que propone desterrar la talla y el modelado al desván del pasado y abrir la escultura a la vía de la experimentación plástica, iniciada por las vanguardias del siglo XX y por Picasso, acercando la escultura a las disciplinas del proyecto, a la arquitectura y al diseño.
«Siempre he repetido a mis alumnos que una de las esculturas más representativas de nuestro siglo, es el avión Concorde. Nos confirma la furia de Marinetti y procede inconscientemente del pájaro en el espacio de Brancusi…», dijo adelantándose a una visión de la escultura, como punto de encuentro del arte, la ingeniería y la arquitectura.
La arquitectura fue, precisamente, una vocación temprana, que aparece, una y otra vez, en su trabajo como escultor y diseñador. Acercándole a los arquitectos que buscaban modernizar el paisaje formal de la España de los 50 y 60: Fernández del Amo, Feduchi o Carvajal, que incorporaban una nueva escultura y el diseño de objetos, como parte esencial de esa nueva arquitectura. José Luis Sánchez encontró aquí un espléndido campo para mostrar su condición de creador.
Trabajando, por ejemplo con Fisac en algunas de sus más emblemáticas iglesias, creando iconografías religiosas, casi laicas, alejadas de la pesada ornamentación de las iglesias españolas, acordes con los modernos interiores de hormigón y madera.
Y trabaja también como diseñador, renovando el mobiliario de las iglesias y otros edificios, desarrollando otra de sus grandes capacidades. Numerosas lámparas, mesas y otros objetos cotidianos, llevan su firma. Diseña durante estos años para Artespaña, suministrador de los Paradores Nacionales.
Y viaja con frecuencia al norte de Europa, sobre todo a Finlandia, donde entra en contacto con Virkala y otros impulsores de la nueva cultura de los objetos domésticos que marcarían su intenso trabajo como diseñador.
Forma parte del SEDI, Sociedad de Estudios de Diseño Industrial y en 1980 obtiene el Delta de ADI-FAD al mejor diseño industrial por un juego de ajedrez en Barcelona.
Años más tarde, la Asociación de Diseñadores de Madrid reconocería la trayectoria como diseñador de José Luis Sanchez concediéndole, en 2010 el título de socio de honor de Dimad, por su labor pionera en la práctica del diseño industrial en nuestro país.
Algunas de sus esculturas están en la calle, como en la plaza del Pacifico de Dallas, Estados Unidos, delante de la sede del Banco Nacional de Paris o en el aeropuerto de Barajas, en Madrid. O formando parte de fachadas emblemáticas de edificios públicos, como el Corte Inglés de Bilbao, la casa del Cordón de Burgos o las enormes puertas de la Fundación Albéniz de Madrid.
También puede verse su trabajo en muchos museos, como en el Centro de arte Reina Sofía, en la Fundación Juan March o en la colección de arte moderno del Museo Vaticano de Roma.
Ver el trabajo de José Luis Sánchez puede ser la mejor manera de recordarle y de reconocer, a través de su trabajo, un espléndido pasaje del arte y el diseño contemporáneo español.
Pero probablemente, el mejor diseño de este manchego de Almansa, distinguido en 2009 como Hijo predilecto de la región castellano-manchega, haya sido su propia vida: rigurosa y hermosamente ejemplar, discreta y brillante.
Todas las personas que te hemos conocido te vamos a echar de menos. Los escultores, los arquitectos, los académicos de Bellas Artes, los castellano-manchegos y los diseñadores, además de recordarte, te reivindicaremos además, como uno de los grandes
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