El escritor y arquitecto venezolano encontró la literatura de una forma inesperada. Encuentra con sus relatos una forma de retratar la situación que atraviesa el país
La violencia pasea cada vez con más frecuencia por las calles de Caracas, ciudad que se ha posicionado como una de las más peligrosas del mundo; sin embargo, los sucesos permanecen poco tiempo en la memoria de los venezolanos, quienes viven entre la cotidianidad de crímenes que parecen no tener respuesta. De hecho, muchas de las historias han trascendido para ser parte de la literatura negra de Venezuela.
Como una forma de dar a conocer la situación del país, algunos autores han desarrollado sus trabajos con información vinculada a las actividades delictivas que han ocurrido en Venezuela. Marcos Tarre Briceño es uno de ellos.
Originario de la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, llegó a Venezuela pocos meses después de su nacimiento. Su interés por la arquitectura lo motivó a estudiar la carrera en la Universidad Central de Venezuela. Sin embargo, sus estudios universitarios contrastan con la profesión a la que le ha dedicado gran parte de su vida.
Los pasos que dio durante su juventud lo llevaron por un camino diferente al que había planeado al entrar a la universidad y lo consagraron años después como uno de los escritores de literatura negra más importantes del país.
El mundo de las letras llegó a su vida aproximadamente a los 18 años de edad cuando su padre, el columnista Alfredo Tarre Murzi, dejó a su cargo una de sus columnas más importantes: “Palco de Sombra”, que tenía una publicación periódica en El Nacional.
Su afición por la lectura de novelas policíacas y la falta de publicaciones de dicho género lo motivaron a incursionar en 1983 formalmente en la escritura, lo que resultó en su primera novela: Colt Commando 5.56, que dio inicio a su personaje serial Gumersindo Peña. Tuvo un éxito de tal magnitud que la historia fue llevada a la pantalla grande tres años después.
“Viendo un poco que aquí no se cultivaba el género, que había pocas novelas de ese tipo, decidí que podía hacer el intento de escribir”, recordó Tarre Briceño durante una entrevista para El Nacional Web.
El trabajo literario le abrió las puertas al escritor. Comenzó a escribir una serie de relatos de ficción titulados «Crónicas de guerra», que eran publicados en el diario El Globo. Años después, Argenis Martínez, quien para ese entonces era jefe de redacción de El Nacional, le propuso que desarrollara unos relatos similares que dejaran una moraleja para el lector, lo que dio origen a la columna: “No sea usted la próxima víctima”.
El contacto con el público fue clave para su trabajo como escritor. “Comencé a recibir información de los lectores contándome sus problemas, pidiéndome consejos”, explicó.
Los casos que narraba le permitieron generar una conexión con las políticas públicas y el mundo policial, por lo que comenzó a realizar publicaciones para concejos municipales y alcaldías en las que daba consejos para que los lectores tomaran previsiones que disminuyeran sus posibilidades de ser víctima de algún crimen.
Su trabajo como columnista y la publicación de los libros En caso extremo y Para vivir seguro lo dieron a conocer en el ámbito de la seguridad; su vinculación con el mundo policial lo llevó a dirigir una comisión organizadora de la policía municipal de Valencia, estado Carabobo. Poco después, presidió el Instituto Autónomo del mismo organismo, cargo que ejerció durante un año.
“Fue un periodo bien interesante de trabajo, de cómo manejar un cuerpo inicialmente tan pequeño para una ciudad tan grande y con tantos problemas, pero fue una experiencia bien exitosa”, comentó Tarre Briceño, quien acotó que dicho trabajo lo vinculó aún más con la ficción y lo llevó a asesorar a la policía de los estados Aragua y Falcón.
La responsabilidad de la entrega
Además de darle las herramientas necesarias para incursionar en el mundo de la literatura, el trabajo como columnista inculcó en Marcos Tarre Briceño la necesidad de establecer una fecha límite para terminar cada uno de sus trabajos.
“Eso te ayuda o te motiva a que lo que estás escribiendo tiene que estar listo, independientemente de si estás de buen o mal humor. Es una responsabilidad no solo con el medio donde trabajas, sino con los lectores. Es más una cuestión de responsabilidad dada por ese trabajo de columnista”, explicó.
Asegura que no suele ser víctima del “vacío del lector”, lo que define como la incapacidad de quedarse paralizado frente a una hoja en blanco sin saber qué contenido plasmar en ella. Señala que para poder desarrollar una historia se mantiene atento a lo que ocurre a su alrededor.
“La idea básica consta en definir una estructura. Qué pasa, cuál es el meollo de la historia, cuál es el lenguaje que voy a utilizar. Las primeras novelas son muy cronológicas, luego experimento con otras estructuras distintas”, dijo.
Orilla Negra Venezuela
En octubre de 2016 el escritor fue invitado a participar en la Semana Negra del Gijón, en España. Entre los textos publicados durante el evento estuvo una de sus novelas, Baila Morena, y un cuento que formó parte de un libro de relatos. La colección de títulos publicados en dicha ocasión llevó por nombre Orilla Negra.
La iniciativa llamó la atención del autor, por lo que junto a otros escritores venezolanos de literatura negra decidió fundar en octubre de 2016 Orilla Negra Venezuela, grupo que permitió replicar en el país aquella actividad realizada durante una semana en Europa.
Un año más tarde realizaron la Semana Negra de Caracas: un evento se ha desarrollado por dos años consecutivos y que busca ser una voz de lo que ocurre en el país para facilitar su comprensión, además de reunir una serie de actividades para acercar a la población al género de la literatura negra.
“Todo esto que estamos viviendo hay que contarlo. No pretendemos ser un grupo de denuncia, pero creemos que la ficción puede ayudar mucho a entender y comprender lo que estamos viviendo”, comentó el escritor.
Marcos Tarre Briceño tiene la convicción de que la ficción permite hacer uso de la imaginación para poder profundizar más en los hechos que ocurren en la sociedad y de que cada escritor, desde su punto de vista y sus experiencias, es capaz de aportar una versión de la realidad del país que facilite la comprensión del público.
Los delitos que ocurren en el país se traspapelan con la crisis que atraviesa Venezuela, pero permanecen entre las páginas de quienes los rescatan para que nunca sean olvidados por la sociedad, aquella que parece acostumbrarse con el paso de los días al sonido de un disparo y a la noticia de un suceso.
Autor: Adriana Fernández
Ver más en: El Nacional