«El Mal Querer» y «More Blood, More Tracks» son los lanzamientos destacados de este viernes
La innovación y la arqueología se dan la mano esta semana en la lista de publicaciones destacadas. Por un lado, Rosalía lanza por fin su esperadísimo segundo trabajo «El Mal Querer», mientras que Dylan desentierra viejas grabaciones para su nuevo bootleg «More Blood, More Tracks».
Rosalía, «El Mal Querer»
La sobreexposición mediática ha estado a punto de hacer dudar de la trascendencia real del lanzamiento de «El Mal Querer» (el «mucho marketing poca chicha» casi siempre se cumple). Pero una vez se deja que hable la música, las nubes se despejan y lo que hay en el horizonte se ve con claridad: estamos ante un ochomil de la música española.
Es cierto que después de tantos meses de bombardeo masivo con «Malamente» y «Pienso en tu mirá», la escucha de estos dos temas resulta casi una interrupción de la inmersión en la obra. Pero es una pega menor: Sus once piezas, escritas ex profeso para que encajen en una estructura capítular que narra la vida y muerte de un amor tóxico (Augurio, Boda, Celos, Disputa, Lamento, Clausura, Liturgia, Éxtasis, Concepción, Cordura y Poder), muestran a una artista regia, que ha sabido canalizar su universo creativo con integridad, imaginación, atrevimiento y destreza, haciéndolo inmensamente atractivo en el sentido más pop de la expresión sin caer en el menor convencionalismo. ¡Así sí!
Es realmente curioso que haya sido Rosalía, epítome de la modernidad, la que haya venido a dignificar un concepto tan pasado de moda como el álbum. «El Mal Querer» es un viaje fascinante, en el que el flamenco hace de cicerone llevando al oyente a paisajes sonoros de fantasía. Sí, flamenco. Acusar a Rosalía de meterse donde no debe es, además de sectario, un insulto al flamenco, un género demasiado poderoso como para que cualquier individualidad suponga una amenaza o una falta de respeto. El flamenco, igual que los dioses, no necesita que nadie lo defienda, que lo mantenga a salvo o aseado. Sabe sacudirse las pulgas él solito
Bob Dylan, «More blood, more tracks»
Nos encontramos ante el volumen 14 de las bootleg series de Bob Dylan, en este caso «More blood, more tracks», que ofrece una visión desnuda y esencial del mítico «Blood on the tracks» del 75, aquel álbum en el que el bardo de Minnesota dice no cantar nada autobiográfico sino cuentos de Chejov (aunque nadie le cree, ni sus propios hijos) y que grabó en plena hecatombe matrimonial con la madre de sus cuatro primeros retoños, Sara Lownds.
Valorar las tomas alternativas de un obra desde la perspectiva de una primera e imposible aproximación es complicado y sesgado, puesto que, en este caso además, hablamos de unas canciones de folk mayúsculas. Se trata de la versión sin adornos de aquel legendario álbum, o sea en su pureza primigenia. ¿Se resienten los temas? En absoluto, pero si que, quizá, tengan menos salero que la arreglada (¿aquí se puede decir?) versión oficial. Así, se nota una sustancial diferencia en algunos de los temas como el clásico «Tangled up in blue» o en «You are a big girl now», que en el bootleg no cuenta con esas guitarras españolas punteando, o la emotiva «Idiot wind». Desde la óptica del bootleg, es una joya imprescindible para fanáticos. Y para los que no, casi que igual.
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