David Wojnarowicz, la importancia del individuo

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El Museo Reina Sofía inaugura La historia me quita el sueño, una exposición con más de 200 obras de este artista multidisciplinar

La suya fue una trayectoria corta pero intensa. David Wojnarowicz murió a causa del sida a los 38 pero durante sus años en activo cultivó la poesía, la fotografía, la pintura, la escultura y fue un ferviente defensor de las personas afectadas con esta pandemia. «Su obra es muy importante porque recoge el momento fundacional del arte contemporáneo en el Nueva York del sida y las guerras culturales», explica Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía. Es en las salas de la primera planta del Edificio Sabatini donde se inaugura La historia me quita el sueño, la primera monográfica en España dedicada a este artista autodidacta que tocó diferentes técnicas y formatos.

Son más de 200 las piezas que se han reunido en esta muestra organizada por el Whitney Museum of American Art y el Mudam Luxembourg y que se podrán ver hasta el 30 de septiembre. «Wojnarowicz repensó la historia y llevó la política al centro de la vida», cuenta David Breslin, uno de los comisarios de la exposición. Homosexual y seropositivo, el artista «habla con rabia ante el desdén de la sociedad y del gobierno», añade David Kiehl, otro de los comisarios. En su obra aborda temas como el sexo, la espiritualidad, el amor y la pérdida y en su conjunto, detalla Borja-Villel, existen algunos aspectos dominantes como la idea del «poeta como un ser marginal y la del ser que cultiva la rebeldía como una forma de vida». publicidad

ean Genet o Arthur Rimbaud fueron algunos de los referentes de este artista complejo y lleno de aristas que no diferenciaba entre poesía y vida, cualidad que adoptó de los poetas franceses. Al segundo le dedicó la serie Arthur Rimbaud in Nueva York, que abre el recorrido en el Reina Sofía, en la que retrata a tres amigos con una careta de tamaño real del poeta en varios lugares de la ciudad importantes para Wojnarowicz. Del primero cogió un retrato del fotógrafo Brassaï y lo incluyó en un collage, una disciplina que marca su entrada en la madurez.

Le sigue un conjunto que el artista fue creando con materiales encontrados en los años noventa, época en la que no tenía una fuente de ingresos fija, y los edificios abandonados de los muelles del río Hudson se convirtieron en su escenario principal. O Metamorfosis, una serie de 23 cabezas fechada en 1984, en referencia al número de cromosomas del ser humano que «recuerdan a un paredón de fusilamiento, y que en el Reina Sofía se instala en una sala independiente.

History Makes Me Awake at Night, 1986

Otra de las constantes fueron los mapas, entendidos como las barreras artificiales que impone el poder, y «la defensa de los vulnerables, de los que pueden ser atacados por quienes no aceptan la diferencia», arguye el director. En su obra hay interés por el individuo, por la vida diaria y sobrevuela la idea de que «el individuo existe», comenta Breslin. El artista fue retratado en varias ocasiones por Peter Hujar, fotógrafo que «reflejó a gente infectada por el sida y habla de la intolerancia respecto a la homosexualidad y a la enfermedad por parte de la sociedad», sostiene Borja-Villel. Al final de la vida de Hujar, amigo y amante, acechado por el sida, Wojnarowicz hizo salir a quienes estaban en la habitación del hospital para hacerle su propio homenaje en forma de fotografía: retrató de manera poética sus manos, sus pies y su rostro sus últimos instantes.

A Wojnarowicz le interesaban los márgenes porque él mismo formaba parte de ellos. A medida que evoluciona su obra se convierte más y más compleja pero nunca dejó de plasmar su voz. «Se puede entender la historia del arte americano a través de su obra», señala Breslin mientras que para Kiehl, “la pregunta que se repite en casi todas sus obras es la de qué significa ser un ser humano en el mundo”.

En definitiva, «fue un artista que pensaba la cosas de forma parecida a lo que muestra el cuadro Guernica de Picasso, es decir, que no debemos olvidar la Historia».

Autor: Saioa Camarzana

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