‘Historias del Kronen’, ‘Manolito Gafotas’, ‘Amor, curiosidad, prozac y dudas’… Una generación de escritores irrumpió en los 90 con una nueva narrativa que marcó a los adolescentes de la época.
La crisis económica, los fastos del 92, la llegada de las cadenas privadas… Los años noventa serán recordados en España por ser una época confusa cuyo golpe de realidad dio lugar, en la literatura, a que unos cuantos autores muy jóvenes lanzasen unas historias de vocación undeground que terminaron, gracias a la suerte y también a su calidad, convertidas en éxitos de ventas.
Una serie de voces de juventud desencantada surgieron tímidamente y conectaron con miles de jóvenes que en la década anterior solo habían recibido cine y música con la que celebrar, pero no literatura con la que identificarse. ¿Por qué estas historias calaron tan hondo en nosotros? Las analizamos una a una.
– ‘Las edades de Lulú’, de Almudena Grandes (1989)
De qué estamos hablando. De la primera novela de Almudena Grandes, el relato de descubrimiento sexual y erótico de Lulú desde los 15 años a la treintena. Sí, se publicó en 1989, pero su éxito, ratificado por la adaptación cinematográfica que realizó Bigas Luna al año siguiente, la convirtió en una constante entre los lectores la década de los noventa.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Para muchos lectores, fue la primera vez que tenían acceso a descripciones tan extensas de todo tipo de fantasías y prácticas sexuales: sadomasoquismo, orgías, prostitución, sexo con mujeres transexuales, tríos incestuosos… Y demostró que la literatura erótica podía ser también gran literatura, arrasar en ventas y crear un pequeño culto en torno al género.
Cómo le ha sentado el tiempo. Lo que podría ser visto como una relación desigual de dominio entre una adolescente necesitada de atención y un adulto amoral acaba siendo un relato de emancipación y exploración del deseo femenino todavía hoy poco visto. Antes de que 50 sombras de Grey pusiese a todos a debatir sobre literatura erótica y de “porno para mamás”, una autora española narró una historia desde el punto femenino en la que el sexo es de todos los colores menos vainilla. Gracias a su valentía y calidad narrativa, Lulú se ha seguido vendiendo décadas después de su publicación. Su autora, Almudena Grandes, confirmó su éxito convirtiéndose en uno de los primeros nombres de la literatura contemporánea.
– ‘Sin noticias de Gurb’, de Eduardo Mendoza (1991)
De qué estamos hablando. De la obra humorística de un autor ya consolidado en 1991, Eduardo Mendoza, que nos presenta a un extraterrestre perdido en la Barcelona anterior a las Olimpiadas del 92 y a su compañero encargado de encontrarle. Al principio apareció por entregas en EL PAÍS a modo de folletín, pero su éxito fue tal que acabó publicada como libro autónomo y traducido a varios idiomas.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Que el mejor retrato de aquella España de los noventa se podía hacer desde el humor, la parodia y las situaciones chocantes.
Cómo le ha sentado el tiempo. Su ambientación en una Barcelona pre-92 y el saber que Gurb ha asumido el aspecto de Marta Sánchez pueden sonar un poco añejos hoy, pero los libros de humor solo envejecen si ese humor deja de funcionar. Y el de Gurb sigue funcionando de maravilla.
– ‘Lo peor de todo’, de Ray Loriga (1992)
De qué estamos hablando. De la primera novela de Ray Loriga, en la que Elder Bastidas cuenta en monólogo interior su deprimente trayectoria y su hastío vital. El debut del autor llegó en el momento adecuado. La incipiente escena necesitaba una imagen, y Ray Loriga parecía diseñado a medida: joven, guapo y con un aura de malditismo, se convirtió en uno de los pocos escritores jóvenes reconocibles de inmediato. Además, su relación con Christina Rosenvinge los convertía en una de las parejas indies más atrayentes de la década. Y el hecho de que fuera concuñado de Benjamín Prado ayudaba a construir esa idea de grupo con características comunes. Sin embargo, él siempre renegó de la etiqueta de Generación X y con el tiempo ejercería también de director de cine o guionista.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Que no estabas solo en esto de creerte el ser más incomprendido del mundo. A los 16 años sientes que nadie más que tú es capaz de entender por lo que estás pasando, nadie en el mundo te entiende. El protagonista de ‘Lo peor de todo’ demostró a los lectores adolescentes españoles que había otros jóvenes con los mismos problemas.
Cómo le ha sentado el tiempo. El reconocible estilo de Loriga, desarrollado después en Héroes o Caídos del cielo, aparece ya de forma plena aquí: libros cortos, de fácil lectura, que juegan con la estructura y están trufados de frases vehementes para ser subrayadas. Puede que esas características sean cien por cien Kronen, pero también los hacen adecuados para seguir leyéndose hoy, en época de trayectos cortos y constantes interrupciones. Sus detractores le achacan trufar sus textos de referencias canallitas, contar siempre historias de amor desde la visión de un personaje masculino que no entiende a las mujeres, aunque le fascinen, o de incluir drogas para cultivar su imagen de intenso a lo Bukowski. Pero tiene tantos fans como críticos, por lo que su obra ha seguido reeditándose, recibe premios -el último el Alfaguara-, se le traduce a otros idiomas y ha logrado consolidarse como narrador.
– ‘La escala de los mapas’, Belén Gopegui (1993)
De qué estamos hablando. De una auténtica novela de culto. Sergio Prim escribe su amor por Brezo en lo que acaba convirtiéndose en un juego metanarrativo escrito además con una delicadeza y maestría que le valió a su autora incluso la aprobación de popes literarios de la generación anterior, como Francisco Umbral.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. En aquellos años en los que la escena literaria estaba trufada de autores jóvenes envueltos en polémicas por su uso del lenguaje, sus guiños a la cultura norteamericana o la abundancia de drogas ilegales en sus páginas, Belén Gopegui demostraba que también se podía ser autor primerizo y pese a ello publicar sin generar ninguna polémica ni crítica feroz. Claro que había que tener su talento, algo no al alcance de muchos.
Cómo le ha sentado el tiempo. Belén Gopegui hoy es ultra-respetada y se la considera una de las mejores –o la mejor– voz del panorama narrativo actual. La escala de los mapas permanece como un ejemplar único en el conjunto de su obra, para el que prefirió optar por el realismo y el compromiso político. Merece siempre una relectura.
‘Historias del Kronen’, José Ángel Mañas (1994)
De qué estamos hablando. De un hito cultural que se empleó para definir el equivalente al americano Generación X. La historia de un joven adinerado madrileño, sus juergas y su relación con sus amigos irrumpió en el panorama literario español como un trolebús. La película del mismo nombre de Montxo Armendárdiz, de 1995, hizo famoso el Kronen incluso entre los no lectores, en lo que para unos era una descripción correcta de la juventud a la deriva y para otros un mero retrato de pijos aburridos en el que primaba el morbo gratuito. El márketing daba sus frutos. El término Kronen caló tanto –y las ventas del libro fueron tan notables– que acabaron dando nombre a una generación literaria marcada por unos supuestos rasgos comunes –juventud de sus autores, espíritu urbano, tramas pegadas a la actualidad, referencias melómanas, mucho diálogo, importancia del premio Nadal y de editoriales como Lengua de Trapo– bautizada también como Generación Kronen. A lo que queda de ese movimiento literario se le ha dedicado el descarnado documental Generación Kronen. Varios de sus autores, como no podía ser de otra manera, aparecen en este artículo.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Que las historias de autodestrucción, drogas, nihilismo y desenfreno juvenil no estaban solo en las páginas de la generación beat y que la modernidad no venía solo de Seattle, sino que también se encontraba en escenarios reconocibles de Madrid.
Cómo le ha sentado el tiempo. Como cualquier creación pegada al espíritu de su tiempo, su uso del lenguaje y las referencias culturales –los omnipresentes Nirvana, Siniestro Total, películas como Henry, retrato de un asesino, libros como American Psycho– han quedado como cápsulas de su momento. El fenómeno no llegó sin polémica: se la tildó de ser “literatura de magnetofón” y las críticas han acompañado a las siguientes obras de su autor, José Ángel Mañas. El éxito de este debut –llegó a vender 100.000 ejemplares–, el furor que hizo el término “Kronen” y la popularidad de la película, con la escena de los protagonistas colgándose de un puente sobre la autopista, están irresolublemente unidos a los noventa; y eso, según quién lo vea, puede ser una flaqueza o una virtud.
– ‘Manolito Gafotas’, de Elvira Lindo (1994)
De qué estamos hablando. De la primera novela de Elvira Lindo, dedicada a Manolito, una suerte de Pequeño Nicolás (salvando las distancias, claro) de Carabanchel Alto que había nacido en una sección radiofónica en la que ella misma le ponía voz. Destinada en principio al público infantil, acabó convertida en un perdurable fenómeno que dio pie a ocho entregas, una película y una adaptación para televisión.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. En el momento en el que estás abandonando la infancia y desprecias todo lo relacionado con ella porque solo quieres hacer cosas de adultos (fumar, salir, leer obras que escandalizarían a tus abuelos) las andanzas de Manolito y, precisamente, su querido abuelo, supusieron un reencuentro con la magia de la literatura infantil en su mejor encarnación: esa que es tan buena que funciona para todas las edades. Divertido, tierno e inocente, leer a Manolito siendo adolescente suponía una cura de humildad. En el 97, el fenómeno global de Harry Potter, destinado también en teoría al mismo público, no haría sino confirmar esto.
Cómo le ha sentado el tiempo. Manolito es ya un personaje clásico de la literatura española, y los clásicos, a secas, no envejecen.
– ‘Coños’, Juan Manuel de Prada (1995)
De qué estamos hablando. De un libro sobre coños, en efecto. Un opúsculo de obvia referencia a Senos, de Ramón Gómez de la Serna, que fue publicado de forma muy minoritaria y artesanal, compuesto por textos breves sobre “el coño de las desconocidas”, “el coño de las vírgenes”, “el coño de la tenista” y etcétera. Era mucho más que un hallazgo gracioso o soez, estaba lleno de tales malabares con el lenguaje que le salieron rendidos admiradores, erotómanos de pedigrí como Berlanga, Umbral, Ansón o Rafael Alberti. Su gran éxito circulando de forma casi clandestina (a veces, en fotocopias) provocó que acabase siendo recopilado, ampliado y editado ya con todas las de la ley por Valdemar. Su joven autor, Juan Manuel de Prada, publicó después Las máscaras del héroe, ganó el Planeta, mil premios más y se convirtió en uno de los literatos y columnistas más reconocidos de hoy.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Que los textos de alto valor estilístico y hasta poético no solo hablaban de temas sesudos, graves y dramáticos: también podían hablar sobre genitales femeninos. Autores como Apollinaire (Las once mil vergas) o Pierre Louys (Manual de urbanidad para jovencitas) ya habían tratado temas antes supuestamente soeces y pornográficos convirtiéndolos en divertidísimas curiosidades literarias, pero para muchos jóvenes Coños fue la revelación de que tal cosa era posible.
Cómo le ha sentado el tiempo. Ya en su día el autor señalaba que Coños fue criticado por algunas feministas. Revisarlo supone un divertimento y un recrearse en el lenguaje que De Prada maneja como pocos. Pero también lleva a arrugar la nariz ante el evidente machismo que sobrevuela todos y cada uno de sus inspiradísimos textos. Juan Manuel de Prada es un declarado y conocido conservador y católico, lo que le asegura un prejuicio positivo o negativo por parte del lector que se acerque a su obra.
– ‘Raro’, Benjamín Prado (1995)
De qué estamos hablando. De otra novela de culto con una estructura poco convencional. Raro se compone de relatos de varios jóvenes sin un conflicto definido; la unión es la atmósfera constante, llena de rock and roll, de cine y de referencias a Bob Dylan, Kurt Cobain, Lou Reed, Tom Waits o Wim Wenders.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Que la música y las canciones no son solo un fondo sonoro para las cosas que pasan; pueden ser tan importantes como las cosas que nos pasan.
Cómo le ha sentado el tiempo. Benjamín Prado venía de la poesía y su debú en la novela supuso un éxito de crítica y ventas en España y en varios países, a la que siguió una larga carrera de títulos publicados con éxito considerable, todo un triunfo. Raro comparte la breve duración con otras obras de esta lista y la evidente influencia de la cultura estadounidense, elementos que como bien sabemos, nunca caducan.
– ‘Muertos o algo mejor’, de Violeta Hernando (1996)
De qué estamos hablando. De la única novela de Violeta Hernando, una adolescente de 14 años que tenía solo 13 cuando la escribió. Nos cuenta el viaje por carretera de dos jóvenes americanas que quieren acudir a un concierto de Hole (el grupo de Courtney Love, pareja de Kurt Cobain) y acaban enredadas en una trama de drogas y violencia. La obsesión por encontrar autores jóvenes que se adscribiesen al estilo imperante (no valía que escribiesen distopías o novela histórica) llevó al veterano editor Jorge Herralde a hablar de “traficantes de Juvenalia” para describir a esos editores subidos al carro del movimiento como pollos sin cabeza. Tal vez esta obra de Violeta Hernando sea el mejor ejemplo de esto, porque cumple todos los tópicos que se esperaban y le suma la evidentísima juventud de su autora.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Que no eras el único en vivir la fantasía recurrente de escaparte de casa y echarte a la carretera como en el videoclip de Crazy, de Aerosmith.
Cómo le ha sentado el tiempo. ¿Referencias musicales? Todas, hasta el título estaba sacado de una canción de Christina Rosenvinge cuando aún pertenecía a Christina y Los Subterráneos. ¿Nihilismo y desengaño ante la vida? El que se quiera. ¿Lectura sencilla? Sí, es un libro corto, con capítulos breves y abundantes diálogos. ¿Imaginario americano? Totalmente presente, imposible obviar la influencia de películas de Oliver Stone y Gus Van Sant. El resultado tiene mucho de pastiche y de casi parodia involuntaria de lo que era la generación Kronen o lo que se suponía que era, más bien. Hoy, Muertos o algo mejor funciona como testimonio, rareza o símbolo, pero no como obra independiente.
– ‘El capitán Alatriste’, de Arturo Pérez Reverte (1996)
De qué estamos hablando. Del primero de los libros de la saga Alatriste, novelas de aventuras ambientadas en la corte de Felipe IV que cuentan siete entregas y una adaptación cinematográfica. Arturo Pérez Reverte era un autor de best sellers a prueba de bomba, y su incursión en la capa y espada no decepcionó, convirtiéndose en un fenómeno editorial.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Que los relatos trepidantes en la tradición de Los tres mosqueteros pueden enganchar tanto como los relatos llenos de sexo, drogas y rock and roll.
Cómo le ha sentado el tiempo. La retórica reconocible de Pérez Reverte es frecuente objeto de bufa en Twitter o en números humorísticos, pero la energía y buen pulso de las tramas de Alatriste funcionan frente al paso del tiempo, por muchas reflexiones sobre la decadencia de “esa España Caín” que encontremos por el camino.
– ‘Matando dinosaurios con tirachinas’, de Pedro Maestre (1996)
De qué estamos hablando. El premio Nadal de 1996 fue para alguien que cumplía los requisitos que se esperaban de una promesa literaria del momento: un joven (aunque sobradamente preparado) que habla sobre las dificultades para encarar la vida adulta de un veinteañero en paro que, como novedad, no vive en una gran ciudad sino en Alcoy.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Si Historias del Kronen había demostrado que no todos los relatos contemporáneas suceden en Seattle, Matando dinosaurios con tirachinas probaba que no todas las obras españolas con vocación de rabiosa contemporaneidad transcurrían en Barcelona o Madrid. Y que en el desempleo, el fracaso, el intentar algo y no conseguirlo, también había material para una narración.
Cómo le ha sentado el tiempo. ¿Paro? ¿Nostalgia de la niñez? ¿Síndrome de Peter Pan? Hay cosas que siempre están de actualidad. Pedro Maestre fue saludado como “el nuevo Delibes” (etiqueta que le abrumaba un poco y tras la que llegó a cartearse con el escritor de Valladolid, al que admiraba con fervor), pero tras un par de publicaciones más, se sumió en un silencio editorial que dura ya años. Su última novela, El libro que Sandra Gavriclich quería que le escribiera, de 2006, cuenta la historia de un escritor ganador del premio Nadal sumido en una crisis personal y creativa. Ajá.
– ‘La muerte de Kurt Cobain’ de Care Santos (1997)
De qué estamos hablando. De una novela juvenil en la que una quinceañera teme que su amiga haya fallecido en un accidente de avión poco después del suicidio de Kurt Cobain.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Que el suicidio de Kurt Cobain no era solo una tragedia para el anónimo amante del grunge que escuchaba a Nirvana en la soledad de su habitación. Había miles de personas como él que habían sentido aquello como una catástrofe, y el que llegase a poner título a una novela fue la constatación de que se trataba de un hito generacional noventero de primer nivel.
Cómo le ha sentado el tiempo. El propio título remitía de forma inmediata a su momento y su lugar. En la larguísima lista de producción literaria de Care Santos –otras novelas juveniles, cuentos, ensayos, narrativa para adultos– en apariencia no es de los más famosos, pero ha seguido reeditándose y encontrando lectores incluso entre aquellos que no habían nacido cuando murió, en 1994, Kurt Cobain.
– ‘La flaqueza del bolchevique’, de Lorenzo Silva (1997)
De qué estamos hablando. Del finalista del premio Nadal de 1997, una historia con elementos humorísticos en la que un hombre acaba obsesionado por la hermana quinceañera de una mujer a la que ha jurado destruir. Lorenzo Silva ratificó aquí su talento como narrador y su tirón en ventas, demostrado con creces años después con la serie de los guardia civiles Bevilacqua y Chamorro. La flaqueza del bolchevique fue adaptada con éxito al cine en 2003, con Luis Tosar y una jovencísima María Valverde como protagonistas.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Cuando tienes la mitad de la vida por construir, esta obra era la advertencia de que es muy fácil acabar teniendo lo que su propio protagonista define como “una vida de mierda”. Pero que también estamos a dos golpes de azar de que todo acabe en sueño maravilloso.
Cómo le ha sentado el tiempo. Hemos visto muchas historias lolitescas de relaciones entre adultos y chicas adolescentes narradas desde el punto de vista masculino. En la actualidad, no pueden contemplarse sin un deje de incomodidad.
– ‘Amor, curiosidad, prozac y dudas’, de Lucía Etxebarría (1997)
De qué estamos hablando. De la primera novela de Lucía Etxebarría (tras un libro de no ficción sobre Courney Love), en la que ya asomaban sus señas de identidad: retratos de la identidad femenina, desmontaje de las historias de amor para ver en ellas el abuso que hay detrás y un papel activo de las drogas y el sexo. Además, nos presentaba a su vehemente autora, que por carácter, imagen y declaraciones sin tibiezas era justo lo que los medios buscaban en una escritora. En los años siguientes, Etxebarría ganaría el Nadal, el Planeta, sería guionista, ensayista y hasta concursante de reality. Amor, curiosidad, prozac y dudas se adaptaría al cine en 2001.
Qué enseñó a los jóvenes españoles. Muchos años antes de que la hondura del debate permease en la opinión pública, este libro ya hablaba de que los abusos y violencia contra las mujeres no venían siempre de la mano de desconocidos que atacaban en un oscuro portal; muchas veces podían venir de alguien cercano, atractivo y deseable.
Cómo le ha sentado el tiempo. La persona y personaje de Lucía Etxebarría, siempre envuelta en polémicas, juicios y escándalos de diversa intensidad, ha opacado un tanto su trayectoria literaria. Con todo, en esta primera novela trata con crudeza y honradez temas que solían ser tratados como un cliché, como la relación entre hermanas o el romance entre una adolescente y un adulto. El resto de sus obras también aguantan más que bien una relectura desde la óptica post metoo, algo que no puede decirse de muchos éxitos del pasado.
Autor: Raquel Piñero
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