“Los propietarios de los proyectos culturales -señala Carlos Mangado- no deben tener miedo a incorporar marcas. Ha existido una sensación generalizada de que la incorporación de una compañía a un proyecto cultural podía influir en el contenido o concepto del mismo. Esto no es así.”
“Uno de los problemas que existe entre los propietarios de los proyectos es no analizar su dimensión y a quién se dirige. Esto es clave -recuerda Mangado-, tanto para preparar un buen proyecto como para elegir tu “socio” y atenderlo
La semana pasada moderó la mesa titulada “Las empresas como patrocinadoras de la cultura”, dentro de la “II Jornada sobre acceso a la financiación de las industrias culturales y creativas” organizada por la Unidad Cultura y Mecenazgo del ministerio de Cultura y Deporte.
Su nombre quizá no es muy conocido en el mundo del arte, pero en momentos, como los actuales, cuando el arte busca con urgencia patrocinadores y mecenas que le permitan compensar las drásticas reducciones presupuestarias públicas (ver aquí el informe sobre los patrocinadores de 6 grandes museos españoles), nos ha parecido oportuno entrevistar a Carlos Mangado, conocido organizador de eventos deportivos, autodidacta y apasionado de un oficio que ha creado para sí y que, ahora, enseña a todos aquellos que quieren iniciarse en una profesión en la que Mangado ha sido pionero, el diseño de programas de patrocinio que permitan financiar eventos deportivos y, por qué no, artísticos. Estas son sus respuestas:
Carlos Mangado moderando la mesa sobre “Las empresas como patrocinadoras de la cultura”
ARTEINFORMADO (AI) ¿Cuáles son las diferencias entre mecenazgo y patrocinio? ¿Que ventajas encuentras en cada uno?
Carlos Mandago (CM): El Mecenazgo, que siendo estricto debería ser anónimo, es la ayuda dispensada a un proyecto con la única satisfacción del desarrollo del propio proyecto. Sin nada mas a cambio.
El Patrocinio debe considerarse una aportación a un proyecto, sea cual sea su naturaleza, a cambio de la obtención de notoriedad, de aumento de presencia, de negocio, …. Puede decirse que Mecenazgo es Filantropía, y Patrocinio es interés.
Respecto a uno u otro, las ventajas que ofrecen están directamente relacionadas con el perfil del proyecto. Tradicionalmente los sectores de las Artes, la Creación, la Cultura, …. han estado más vinculados al Mecenazgo ya que el retorno material que ofrecen tiene menor repercusión; y otras disciplinas como el deporte / entretenimiento lo han hecho al Patrocinio al poder retornar de manera material.
Por lo tanto, deberemos analizar el contenido del proyecto y dirigirlo hacia la incorporación de Mecenas o Patrocinadores. Eso sí, en algún caso, pueden tener encaje ambos conceptos.
AI: ¿Cómo han evolucionado en los últimos años las relaciones entre cultura y empresa? ¿Cuáles son las tendencias y los objetivos que deberían perseguirse?
CM: Puede decirse que están evolucionando y adaptándose en este momento. Si bien han existido casos concretos desde hace unos años, los propietarios de los proyectos cultuales y quienes desean apoyarles están comenzando a relacionarse y entenderse en estos últimos años.
Para ello se ha dado, bajo mi punto de vista, una doble situación: el Patrocinio Cultural está bien considerado socialmente, y los propietarios de los proyectos culturales no han sido ajenos a una situación económica complicada que les ha “obligado” a complementar las aportaciones públicas con las privadas.
Cuando dos partes quieren encontrarse lo hacen. Es voluntad y formación. El propietario deberá pensar en qué quiere el Patrocinador, y éste en cómo puede apoyar al propietario.
Imagen del evento San Fermín F1 en 2008, uno de los logros de Carlos Mangado
AI: ¿Cuáles son las claves para plantear una colaboracion entre un producto cultural y una marca? Y más concretamente, ¿qué pueden hacer los gestores de un proyecto cultural pequeño para acercarse a las marcas?
CM: Es obvio que los grandes proyectos tienen argumentos y herramientas muy convincentes. Sin embargo los pequeños proyectos tiene valores añadidos muy interesantes a la hora de proponer colaboraciones. Las relaciones entre personas, la parte experiencial y emocional, espacios singulares,… son argumentos muy sólidos para construir historias y relaciones. Esto a las marcas les interesa mucho.
Y debo añadir una cuestión importante. Los propietarios de los proyectos no deben tener miedo a incorporar marcas. Ha existido una sensación generalizada de que la incorporación de una compañía a un proyecto cultural podía influir en el contenido o concepto del mismo. Esto no es así. Las marcas saben cómo deben relacionarse con estos sectores.
AI: Si dejamos a un lado el patrocinio y/o mecenazgo con los grandes museos, la colaboración entre las marcas y las artes visuales no es tan frecuente como en otros ámbitos culturales, ¿Dónde está el problema? ¿Qué aspectos habría que mejorar para tratar de ponerse al nivel de otros sectores culturales?
CM: Quizá uno de los problemas que existe entre los propietarios de los proyectos, y pienso en cualquiera que esté relacionado al ámbito de la cultura, es no analizar su dimensión y a quién se dirige. Esto es clave, tanto para preparar un buen proyecto como para elegir tu “socio” y atenderlo.
Creo que formar a quien tiene una idea o un proyecto, sería una de las mejores inversiones. Establecer relaciones entre los propietarios y quién quiere apoyarlos es fundamental. Conocer qué quieren unos y otros y cómo quieren relacionarse.
El reto es francamente interesante.
AI: Escribes en tu web que «Conseguir un patrocinador o un mecenas no es el fin, el fin es atenderlo y mantenerlo». ¿Detectas un mayor nivel de profesionalización en las relaciones cultura-empresa, quizá todavía sostenidas, en gran parte, en el previo conocimiento y confianza entre los responsables de ambas partes, que ayuden a dar continuidad a los proyectos más allá del compromiso ocasional?
CM: Comienza a profesionalizarse esta relación. Y viene dada, como decía anteriormente, por la formación y relación entre las partes. Es obvio que siempre existirá un porcentaje de vinculación a un proyecto establecido por una relación y conocimiento personal, pero una relación racional debe establecerse con premisas claras por una y por otra parte.
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