Fernando Arnáiz nos trae una novela que habla de la condición humana. Me voy a poner profunda porque este libro lo merece. Vaya por delante que me parece muy valiente escribir una novela de más de quinientas páginas en la que la mente humana sea la protagonista. Y me parece valiente porque sería demasiado fácil caer en la frivolidad al tratar del tema, o incluso en la caricatura, todo ello con el objetivo de hacerla más amena y entretenida, pero ya os aseguro que el autor se toma el tema muy en serio y trata de esto de una manera magistral.
¿Y qué es «esto»? Os preguntaréis. Esto es la locura.
La locura en este libro es la gran protagonista y viene de la mano de Alonso, el chico que tiene a bien presentárnosla y dárnosla en bandeja. Todo empieza cuando Alonso va a un circo por primera vez. Allí conocerá a un mentalista que asegura haber sido criado por lobos y poder leer el pensamiento de cualquier animal o persona. Alonso se queda tan prendado de ese momento en el que el mentalista adivina lo que él mismo tiene en la cabeza, que decide entregarse en cuerpo y alma a ese arte que no le deja ni dormir. Este comienzo me ha parecido sublime, ha conseguido sacarme una sonrisa a la vez que me escalofriaba al enseñarme lo duro y malo que era el padre de Alonso con él. Pero ese es un tema que nos interesará más adelante, ahora lo importante es que el niño quiere aprender a leer las mentes.
Precisamente debido a esos malos tratos que se irán haciendo cada vez más patentes, el chico decide abandonar su hogar en busca de un tesoro, convencido que en pleno desierto de Sonora encontrará ni más ni menos que el tesoro de Moctezuma. Cabe aquí decir que estamos en 1887 y que Alonso es un criollo español, dato necesario para que nos ubiquemos un poco mejor en la historia. Ese viaje, esa búsqueda, hará que termine interno en un psiquiátrico. Tomado por loco, conocerá los entresijos de esa institución y compartirá su vida con las personas que están allí ingresadas. Allí descubrirá un gran secreto oculto entre las paredes de la institución y se enfrentará a una de las cosas que más aterra a la condición humana: el pasado.
Bueno, dicho esto ya os podréis imaginar lo que me ha gustado este libro. Su trama me ha parecido tremendamente original y entretenida, además de profunda y estudiada. Pero no es eso lo que yo quiero destacar de esta obra. La narración utilizada por Fernando Arnáiz me parece perfecta. Lejos de contar una historia y quedarse tan contento, el autor cuida mucho la forma de narrar. Tiene una prosa cuidada y delicada, se podría decir incluso que ha escrito con mucho esmero y que ha pensado detenidamente en la forma en la que quería transmitirnos su historia. Esto es muy importante. Yo siempre digo que cualquiera puede inventarse una historia y ponerla en el papel, pero eso no es escribir un libro. Escribir un libro implica cuidar el ritmo, la prosa, los recursos narrativos utilizados. ¡Y no nos olvidemos de los diálogos! Los diálogos de Cien locos conocí son profundos, intensos. Algunos divertidos, otros sangrantes, otros desgarradores. Le dan personalidad a los personajes y nos muestran su forma de ser de una muy buena forma.
Es un libro muy completo, que entretiene a la vez que remueve cosas por dentro. Que hace pensar al lector mientras las páginas empiezan a volar delante de sus ojos. Sin darse cuenta, el lector conectará rápidamente con su protagonista y será partícipe de las aventuras que van a poner el sello distintivo a su vida. Y no solo empatizará con Alonso, sino que todas las personas que irán pasando por la trama dejarán un reguero de huellas que harán que el lector no se pueda olvidar de ellos con tanta facilidad.
En definitiva, se trata de una buena novela que gustará a todo aquel que quiera viajar a la vez que aprender y que sienta que la mente también puede tener un lugar privilegiado en cualquier novela de aventuras. Aunque no tenga guerras, ni batallas o trincheras. Tampoco las necesita.
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