El impulso del arte: pies para bailar y alas para volar

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El «impulso» es, por definición, la fuerza que hace que un cuerpo se mueva. Y también es el deseo que induce a hacer algo de manera súbita. Es fácil de palpar ambos sentidos del término aquí, en suelo tapatío, cuando unos dos mil jóvenes de todo el país (y de otros puntos del mapa) llegan con un entusiasmo difícil de reproducir para participar en un programa de formación artística que es, a la vez, una herramienta social y caldo de cultivo de industrias creativas. Todos en Despertares Impulsa -los profesionales y los amateurs, los más grandes y los muy pequeños- sienten la pulsión de bailar, no hay dudas de eso: está a la vista. Pero en este caso «impulso», quiere decir, sobre todo, «oportunidad».

Isaac Hernández, el primer bailarín mexicano del English National Ballet que está detrás y al frente de todo esto, no se cansa de contagiar con su propio ejemplo aquello de que sí es posible perseguir un ideal hasta atraparlo. Del patio de la casa de sus padres donde tomaba diariamente las clases de danza junto con sus hermanos hasta consagrarse como una de las máximas figuras del panorama actual, que Hollywood y Netflix se disputan por una porción en su agenda, «Mereces lo que sueñas» podría ser la banda de sonido perfecta para que corra detrás de su relato. Pero lo suyo no es puro entusiasmo y optimismo, que sí los tiene: el trabajo de él personalmente, a través de su fundación, y un círculo cercano, que involucra a su numerosa familia y a la productora Soul Arts -detrás del espectáculo Despertares, que va por su quinta edición-, ponen a girar la rueda para que engranajes públicos y privados permitan, justamente, que el «impulso» tenga efecto en su tierra. «Me ilusiona pensar qué es lo que van a hacer estos chicos por el ballet en México cuando desarrollen sus carreras internacionales», expresa, con emoción, y cuenta que son treinta los becados que en los próximos días comenzarán los cursos de verano en Londres, o la docena de jóvenes recién elegidos que tendrán un año entero para formarse en San Francisco, en 2020.

Así, desde el lunes pasado y hasta esta noche -cuando un show de danza que es mucho más que una tradicional gala reúna «lo mejor del mundo en un mismo escenario»-, la semana habrá visto pasar por teatros, centros culturales y sedes de Guadalajara una amplia gama de actividades gratuitas (talleres de vestuario para aprender a confeccionaron tutús y casacas, conferencias sobre líderes digitales y cine de animación, master class con maestros como Emmanuel Thibault de la Ópera de París, una alfombra «negra» para el desfile de las celebridades, castings), a cargo de artistas y especialistas de trayectoria internacional, que iluminan la posibilidad de ver de cerca ese mundo que desde aquí parece tan lejano. «Luego de tres o cuatro años de hacer el espectáculo Despertares me llamaba mucho la atención que vinieran los mejores bailarines y luego se fueran sin dejar nada más», le confiesa Hernández a un grupo de gente que bajo su guía recorre el backstage del Auditorio Telmex, donde se ultiman los detalles de la función para ocho mil personas que tiene entradas agotadas. El meet & greet está pensado en la línea de acercar los artistas al público: al fin y al cabo no son tan diferentes. «Ahora, con el Impulsa -retoma- el conocimiento se queda en México».

La bailarina y directora Tamara Rojo y una selfie con el público en la conferencia "Historias que inspiran"
La bailarina y directora Tamara Rojo y una selfie con el público en la conferencia «Historias que inspiran» Crédito: ALEX LÓPEZ

Una semana completa

Con el paso de los días se comprende que la conexión con Frida Kahlo, cuando se cumplen 65 años de su muerte, será un común denominador del principio hasta el final de la semana. La campana de largada de Despertares Impulsa se dio justamente con la inauguración de un imponente mural con la imagen de la artista mexicana en plena avenida Chapultepec, que ni una lluvia torrencial pudo detener. Con una máscara que es como la «Z» de El Zorro para el artista urbano irlandés FinDac, la figura de la emblemática pintora fue pintada de pies a cabeza durante 11 días, a lo largo de unos 30 metros de pared. «Para qué quiero pies si tengo alas para volar», podría susurrarle Frida desde arriba a la cumbre de bailarines que la contemplan hoy como parte de un schedule tan apretado como rendidor.

Esta noche, Frida tendrá también su pequeño homenaje cuando se ponga en escena el dúo «La Llorona», de la obra Broken Wings, que creó la coreógrafa Annabelle López Ochoa para el Ballet Nacional de Inglaterra. Nada menos que Tamara Rojo (la reconocida bailarina española que con su dirección le dio un rotundo, además de exitoso, cambio a la compañía británica) interpretará a la pintora, mientras que Yuri Possokhov encarnará al Diego Rivera. De extensa carrera, para ejemplificar el peso de Possokhov en la actualidad podría recordarse que recientemente creó la coreografía de Nureyev, el ballet dedicado a la vida del astro más luminoso de la danza del siglo XX, que primero levantó polémica en Bolshoi para, luego de su postergado estreno, terminar multipremiado en los Benois de la Danse 2018. Fue en esa misma edición del premio considerado los «Oscar de la danza» que Hernández se consagró como el mejor bailarín y su figura cobró aún más visibilidad.

Las audiciones del San Francisco Ballet fueron el foco de atención del día martes: Patrick Armand en persona, director de la escuela de esa compañía creada a comienzos de los años ’30, se ocupó de seleccionar entre 120 inscriptos a los 12 jóvenes que se irán becados a estudiar a California la próxima temporada. En suma, una inversión de más de un millón de dólares en capacitación, viajes y alojamiento, estima Emilia Hernández, hermana mayor del bailarín y motor de la producción. No es casual que la mitad de los elegidos sean alumnos de Héctor y Laura, los padres de Isaac, Esteban (primer bailarín en San Francisco) y otros nueve hermanos que conforman esta familia inquieta, en buena parte entregada al arte. Sus enseñanzas tienen una reputación que también trasciende las fronteras: al curso de verano que actualmente dictan acaba de llegar, por ejemplo, la argentina Martina Céfalo, de 13 años, alumna del cuarto año del Instituto del Teatro Colón, que se acercó a los Hernández en marzo, en Buenos Aires, y ahora viene en busca de perfeccionamiento… y del póster estampado con autógrafos de estrellas de diez países, que se llevan como trofeo los asistentes a una larga sesión de firmas.

Volviendo a la audición, Julieta Castro, de Cancún, fue una de las favorecidas y su alegría es indisimulable. Con doce años, ella no solo estudia sino que vive en la casa de Zapopan del ya mítico patio. El miércoles al mediodía, con los resultados de la audición recién publicados, la sonrisa de Julieta se le escapaba de los límites de su cara. «La audición no fue tan fácil ni tan difícil -cuenta, rodeada de chicas de su edad con el mismo entusiasmo, aunque distinta suerte-. Me di cuenta de que el maestro me estaba mirando y pensé que tal vez podía quedar y cuando, después de una larga espera me dijeron que sí, me emocioné. Siento que en el extranjero voy a tener más posibilidades».

Miércoles, día de workshops: el propio Isaac imparte en el escenario de la sala Plácido Domingo del complejo Santander, que pertenece a la Universidad -el corazón que hace latir con vida cultural esta ciudad-, una clase para 70 alumnos, de entre 12 y 29 años. Todos ellos, las que pueden lucirse con un elegante grand jeté y los que no logran completar con éxito una pirueta, reciben correcciones y algunas lecciones finales que van bastante más allá de la punta del pie. «Cada día en el salón cuenta -les dice el anfitrión-. El cuerpo duele verdaderamente, pero es un privilegio lo que hacemos, porque creamos algo intangible que es capaz de tocar la vida del otro». Y remata: «Éste es un trabajo de toda la vida, tómenlo con seriedad y traten de estar conectados con la realidad, para no quedarse en una burbuja. Mi generación llevó al ballet hasta un punto, la de ustedes tiene que ponerlo en un nivel más alto».

Lil Buck y Jon Boogz llevaron su experiencia con la danza callejera y con la vida al festival
Lil Buck y Jon Boogz llevaron su experiencia con la danza callejera y con la vida al festival Crédito: Santiago Barreiro

Apenas unas horas más tarde, Charles «Lil» Buck y Jon Boogz rompieron todos los moldes en el ágora, un espacio al aire libre del mismo centro cultural, con un taller de street dance que dejó a espectadores y participantes igualmente movilizados. Si los videos que compartieron como preámbulo de su clase ya se referían a dificultades raciales en los Estados Unidos (brutalidad policial y encarcelamientos, por ejemplo), al día siguiente el testimonio de ambos en la conferencia «Historias que inspiran» terminó de poner sobre la mesa las experiencias de origen de estos, hoy, superstars. Más que en sus cadenas o en sus trajes, el brillo está en el recorrido que hicieron alumbrados por influyentes figuras como Michael Jackson, Nina Simone o Gene Kelly. Buck, por ejemplo, salió de gira con Madonna, la reina del pop, tanto como con el chelista clásico Yo-Yo Ma, hizo campañas para Vogue, actuó en películas de Disney y se hizo un lugar en la selecta colección de arte de la Fundación Louis Vuitton con su memphis jookin style. «La danza me salvó la vida -dice esa tarde, en el Teatro Degollado, en pleno centro histórico de la ciudad-. No era fácil donde crecí, en Chicago, un barrio bravo de pandillas, salir con mi bolsita a practicar ballet. Pero fui optimista y siempre dije: voy a ser bailarín. «. Así fue: Lil Buck se para en puntas de pie, pero con un par de Nike impolutas, y tanto puede viajar con su compañero a Uganda, en plan social («bailamos en la calle, en distintos ghettos, para invitarlos a que asistan al primer concierto de su vida y que, de paso, se hicieran un test de HIV», recuerda Jon), como interpretar una particularísima versión de La muerte del cisne sobre el escenario: así se lo conoció a Buck en Buenos Aires, hace unos años, y así volverá a aparecer esta noche: con alas, pero sin tutú.

Natalia Osipova, una de las bailarinas más destacadas del panorama actual
Natalia Osipova, una de las bailarinas más destacadas del panorama actual

El día después de mañana

Es claro cómo, hasta aquí, una figura del ballet «usó», en el buen sentido, su fama y su reputación internacional, sus contactos y hasta sus sponsors, para traer a su país, cada vez más con los años, una porción de lo mejor de la danza comprometiendo a esa comunidad artística para generar oportunidades a los jóvenes. Pero resulta que en el umbral de la edición 2019 de Despertares, un pequeño cimbronazo sacudió a México y al medio cuando anunció públicamente que, a pesar del éxito de convocatoria, ésta sería la última vez que el festival se haría en su país. «No están dadas las condiciones para continuar».

Por un lado, el bailarín -a esta altura, más bien, un promotor cultural con futuro de gestor- entiende que proyectos de este tipo no pueden depender de los políticos de turno. «Vengo trabajando con diferentes administraciones de distintos partidos. No voy a permitir que el proyecto se convierta en una bandera política de nadie», dice, sin medias tintas, en una conversación con LA NACION. Inspirado en el modelo británico con el que convive, aplicó un esquema de financiamiento que conjuga aportes propios y privados con apoyos públicos (en este caso, a través del área de Cultura de Jalisco, la Universidad de Guadalajara y sus sedes). Pero si bien cree que no corresponde deslindar las responsabilidades al gobierno («somos muy paternalistas en este sentido y pensamos que todos los proyectos culturales deben ser financiados por el gobierno, con lo que estoy en contra), sí es parte del rol que hoy elige desempeñar hacer notar la necesidad de instrumentar mecanismos y leyes que permitan que los programas que incentivan las economías creativas y el desarrollo social a través del arte sean sustentables. Por eso, ahora, pide activamente por una reforma en la propuesta de mecenazgo vigente, «que permita unir esfuerzos y beneficie a todas las partes». No es una exageración decir que llegó hasta a solicitarle una entrevista al presidente.

«Al día siguiente que termina Despertares comienza el duro trabajo de construir todo otra vez de cero y tratar de convencer a las mismas personas para que vuelva a hacerse al año siguiente», cuenta. Ese día será exactamente mañana. ¿Entonces Despertares saldrá a cruzar las fronteras? «Tenía la idea de hacer Estados Unidos, México, Argentina y Chile. Hace tiempo que dejé de ver las cosas con una mirada nacionalista, porque creo que estos proyectos son de todos. Me encantaría llevarlo a otros países, pero sería considerado prácticamente una traición si dejara de hacerlo en mi país».

Lo más probable, entonces, es que aquel anuncio fatal, que cayó como un baldazo de agua fría en la víspera, haya significado una alarma para poner sobre la mesa y repensar las políticas culturales públicas. En el mejor de los casos, subyace la reflexión, a la que cualquiera puede sentirse sanamente convidado Para el resto, tras la frutilla del postre, la espectacular gala de esta noche, llegará el domingo. Y el día después de mañana con todo un año a la vista para, quién sabe, volver a empezar.

Autor: Constanza Bertolini

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