Escribió una novela a los 16 años y luego sufrió un rechazo tan grande con la segunda que lo empujó al suicidio
John Kennedy Toole (1937, Nueva Orleans; Misisipi, 1969) escribió una novela a los 16 años titulada ‘La Biblia de Neón’ y, pese a avergonzarse de ella hasta el punto de guardarla en un cajón que solo se volvió a abrir después de muerto, aún se empeñó en sacar partido de su talento para la Literatura escribiendo ‘La conjura de los necios, esa gran obra maestra que, con tanta prepotencia como desatino, le rechazaron todos los editores (más que nada porque era políticamente incorrecta). La frustración que le provocaron seguramente explica que no se molestara en escribir nada más, se refugiara en la bebida hasta caer en la depresión y, tal vez un poco también, que se suicidara a los 31 años, en 1969, encerrándose en su propio coche a inhalar monóxido de carbono hasta pasar a mejor vida.
A poco que exista otra vida, la suya habrá sido mejor, porque no solo sufrió a una madre sobreprotectora y medio majareta, sino que ‘La conjura de los necios’ únicamente fue reconocida, incluso con el premio Pulitzer en 1981, a título póstumo. Muy póstumo, puesto que habían pasado doce años desde su muerte.
Y además, litigios
Tal vez, si ella le hubiera dejado ser él mismo y el prestigioso galardón se lo hubieran otorgado en vida, hoy disfrutaríamos de un extenso legado literario, pero eso son elucubraciones. Por lo menos, podemos deleitarnos con la lectura de esta pedazo de novela que retrata a Ignatius Reilly, un protagonista de los más frikies que ha dado la Literatura Contemporánea Norteamericana, relacionándose con los necios que se cruzan por su camino con toda la hipocresía propia de la sociedad del s. XX, regalándonos momentos hilarantes con imágenes tan geniales que nadie ha sido capaz de trasladarlas al cine con la calidad que se merecería.
La verdad es que el autor nació gafado y lo estuvo incluso post mortem, pues ‘La Biblia de Neón’ tuvo que pasar por toda una serie de litigios esperpénticos por los derechos de autor que parecían descritos por el propio Toole, hasta que por fin vio la luz y vino a confirmar que perdimos a un genio por la estulticia de estos y aquellos.
Autor: Elisabeth G. Iborra
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