Decana de la interpretación en España y presidenta de la AISGE, la asociación gremial de los actores en nuestro país, Asunción Balaguer fue mucho más que la viuda de Francisco Rabal. Fallecida ayer en su residencia de Cercedilla (Madrid) a consecuencia de «un fallo multiorgánico», según informa la propia AISGE, esta entrañable actriz y excelente persona -que se ganaba con su apacible y afectuosa charla a cuantos la conocían-, recordaba en sus últimas conversaciones que nunca le reprochó nada a su marido. Le quiso con esa entrega que se quería antes, llegando a abandonar en gran medida su carrera profesional para cuidar de su familia.
Mediados los años 80, cuando regresó plenamente a los escenarios y a la televisión -la antena y el teatro fueron sus principales medios, aunque su filmografía no es breve precisamente- también trabajó con la frecuencia que se hacía antes. La hora bruja (Jaime de Armiñán, 1985), Lulú de noche (Emilio Martínez-Lázaro, 1986) o El sueño del mono loco (Fernando Trueba, 1989) fueron algunas de sus películas de entonces. En El hermano bastardo de Dios, también del 86, compartió el protagonismo con su marido, siendo dirigida por su propio hijo, Benito Rabal.
Y es que, cuando sus hijos crecieron, Asunción Balaguer acabó siendo la matriarca de una saga de actores y cineastas, integrada asimismo por Teresa Rabal, su hija, y Liberto Rabal, su nieto. Un premio a la Mejor Actriz en el Festival de Málaga, el Sant Jordi del año 2000, el Max de Honor del año 2012, o los cuatro premios que le concedió la Unión de Actores entre 2010 y 2013 sólo son algunos de los galardones de su palmarés.
Nacida en Manresa en 1925, en el seno de una familia de la burguesía catalana, Asunción Balaguer fue alumna de Marta Grau en el Instituto de Teatro de Barcelona antes de matricularse en la facultad de Filosofía y Letras. Sólo permaneció un curso en aquellas aulas. Unos años antes, en 1940 la entonces estudiante había debutado en los escenarios de la Ciudad Condal con un montaje de La discreta enamorada, de Lope de Vega, dirigido por Arturo Carbonell. Corría 1946 cuando Balaguer cerró los libros de texto y volvió a las tablas, esta vez en Granada y dentro de la compañía de José Tamayo, para interpretar El sueño de una noche de verano, de Shakespeare.
El debut madrileño se produjo en 1947. Su compañía había pasado a estar dirigida por Manuel Tamayo y en ella ya estaba Francisco Rabal. Sin embargo, fue durante el rodaje de la película Perseguidos (1952), un drama de José Luis Gamboa en el que volvieron a coincidir, cuando contrajeron matrimonio. Por aquel entonces, siempre más atenta a las tablas que a la pantalla, la carrera de la actriz prosiguió en montajes de textos de Georges Bernanos –Diálogo de carmelitas-, Henrik Ibsen –Casa de muñecas– o Sófocles –Edipo Rey-. El canto del gallo (Rafael Gil, 1955), 091, Policía al habla (José María Forqué, 1960) o El camino (Ana Mariscal, 1963) fueron algunas de las películas en las que participó entonces.
Diego de Acevedo (1966), una propuesta sobre nuestra Guerra de Independencia que protagonizó junto a Paco Valladares, es la primera serie televisiva que se le recuerda. Después llegaron intervenciones esporádicas en el legendario Estudio 1 y Novela, dos mitos de la televisión de antaño. Ya viuda, tras regresar plenamente a su actividad se sucedieron series como Gran hotel, La que se avecina o Los misterios de Laura… Olmos y Robles cuenta entre sus últimas colaboraciones televisivas.
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