Tres títulos para entender al nobel Peter Handke

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Una mirada a la obra del autor austriaco, ganador del galardón en su edición 2019.

La producción literaria del escritor austríaco Peter Handke, reciente ganador del Premio Nobel de Literatura 2019, es tan extensa como variada. Abarca prácticamente todos los géneros, incluido el cine, y no sobra diseñar una especie de plan lector básico para quienes quieran adentrarse en su universo narrativo.

El miedo del portero al penalti, En una noche oscura salí de mi casa sosegada y Desgracia imperdonable son tres de sus libros traducidos al español que permiten iniciar un camino de búsqueda de esta controvertida pluma, nacida en la región austríaca de Carintia, en 1942.

En primer lugar, podemos darle una mirada a su novela El miedo del portero al penalti (1970), que de entrada nos muestra varias características de su obra: la dificultad de la comunicación humana, el sentido de la existencia, la soledad y el desarraigo.

Su protagonista es Josef Block, un empleado de fábrica recientemente despedido y al que no le preocupa nada en la vida. Él vive al día, pasa la noche donde le toque y toma un autobús o un tren sin importar qué destino lleve. Su impasibilidad recuerda a Meursault, de El extranjero, de Camus, o a esos personajes estoicos de su compatriota Thomas Bernhard.

Cualquier mujer que quede a solas con él corre el riesgo de que la mate, pero su talante sombrío es un imán que las atrae. En un bar le dan una paliza, pero regresa maltrecho y, como si nada, pide un trago. Con este neurótico existencialista, Handke creó un personaje inolvidable y una novela excepcional.

Otra de sus novelas, también recomendable, que se titula con un verso de san Juan de la Cruz, es En una noche oscura salí de mi casa sosegada (1997). El protagonista es un anodino farmacéutico de Salzburgo (o de por ahí cerca) que le refiere su historia a un escritor (de manera plausible y casi lógica, a Handke), para que no la deje perder.

¿Qué puede tener de interesante? Pues que, como en Ulises, de Joyce, se vive una aventura con lo mínimo que nos da la vida. El boticario vive bajo el mismo techo con su mujer, en la modalidad de matrimonio acabado que se sobrelleva con apenas el saludo.

Entonces, el protagonista emprende una singladura, en compañía de dos amiguetes, que lo lleva hasta Zaragoza a recoger setas para sus menjurjes.

Pero él no es el único que anda huyendo de la monótona vida que lleva. Por el camino, “en una noche oscura”, da con una mujer que está en las mismas, pero que se le presenta de forma bastante inusual: dándole una paliza que casi lo mata.

En esta novela densa y por momentos hermética, Handke deja claro que la descripción es el alma de una buena narración, y que el lenguaje barroco puede aún tener vigencia en la literatura. Retrato de una madre

En tercer lugar, un libro ineludible del austriaco: Desgracia imperdonable (1974). Novela que, por la relación del autor con los hechos referidos, encaja en un género que podría ser vivencial.

Por el tono de la narración y el aire de amargura que se respira en ella, Hand-ke reafirma su parentesco literario con Thomas Bernhard, cuya mención en una página no parece gratuita.

Desgracia imperdonable tiene como telón de fondo los años de auge del nacionalsocialismo y el carácter mesiánico de la llegada del Führer al poder en Alemania; pero esto es solo para iluminar el hecho de que la madre de Handke se casó “con un suboficial de la Wehrmacht que hacía tiempo que la adoraba y a quien no le importaba que tuviera un hijo de otro”.

De lo que trata la novela es de cómo fue la insufrible vida de esta mujer de la clase trabajadora, por causa de un matrimonio mal avenido que termina completamente resquebrajado, compartiendo odio y destilando rencor bajo el mismo techo:

“Él no cejaba y volvía a preguntarle si realmente era tan repulsivo, y ella lo tranquilizaba, con lo cual no hacía más que aborrecerle más todavía. […]sus vidas no se habían separado; porque nunca habían estado juntas de verdad”.

En esa pesadez se le fue pasando la vida hasta que el cuerpo, especialmente su cabeza (por causa de las migrañas) no le dio para más, y “se procuró unos cien comprimidos de somníferos”.

Las últimas páginas del relato son verdaderamente impactantes, hasta el punto de que ni la estética de Hand-ke amortigua tanto sufrimiento padecido por su madre.

Con estas tres novelas bajo el brazo podemos abrirnos camino en el ámbito novelístico de este autor (hijo de una empleada doméstica y de un obrero alcohólico) que, tras formarse en el campo del derecho, llegó a ser uno de los grandes escritores contemporáneos y flamante premio nobel del presente año.

Autor: Jorge Iván Parra

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