Opisso, Picasso y Els Quatre Gats

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El galerista Gabriel Pinós rescata las memorias inéditas del artista que empezó como ayudante de Gaudí

En 1892 me puse al servicio de Gaudí, yo tenía 12 años y Gaudí 42; entonces él conservaba toda la prepotencia y plenitud de sus actividades y facultades creadoras. Hacía poco que acababa de construir el palacio del Sr. Eusebio Güell,…”. Así empieza el capítulo que el dibujante y caricaturista Ricard Opisso dedica en sus memorias a Gaudí. Trabajó con él, fueron amigos y fue uno de los pocos que lo visitó en su lecho de muerte. Incluso le hizo el dibujo titulado Antoni Gaudí agonitzant.

Ricard Opisso i Sala (Tarragona, 1880-Barcelona, 1966) fue un pintor, dibujante y caricaturista muy popular especialmente por sus ilustraciones en ¡Cu-cut!, L’Esquella de la Torratxa, TBO y Patufet. Formó parte de la llamada colla jove que frecuentó el mítico local de Els Quatre Gats, junto con Picasso, Casagemas, Vidal Ventosa y los hermanos de Soto. Asistió al estudio de Joaquín Torres García y al taller de escultura de Julio González y fue miembro del Cercle Artístic Sant Lluc y del Reial Cercle Artístic.

El galerista Gabriel Pinós, buscando información sobre el pintor Joan Cardona, cuñado de Opisso, halló en manos de la familia ocho cajas de documentación formada por recortes de prensa y papeles de todo tipo repletos de notas. Tras recomponerlos como si fuese un puzzle descubrió que eran unas memorias, seguramente inconclusas, escritas a principios de los 50. Algunas de estas notas sirvieron para unos artículos publicados en Diario de Barcelona y el resto eran inéditos, exceptuando algunos fragmentos. Las memorias de Opisso han sido publicadas ahora casi en su integridad por Gabriel Pinós en un largo capítulo del libro Barcelona y Els Quatre Gats. Un giro hacia la modernidad que sirvió de catálogo a una reciente exposición en la galería Gothsland. Oriol Pujol, Pau Medrano, Vinyet Panyella, S. Sánchez Sauleda y Juan C. Bejarano completan el retrato de lo que significó Els Quatre Gats durante el periodo 1897-1903.

“Las memorias de Opisso son sobre todo retratos de los miembros de su generación y diría que en un 90% están relacionados con Els Quatre Gats”, explica Pinós. “Y lo que me llamó la atención es el espacio que dedica a Casagemas, en unos momentos en que era poco conocido, así como a Manolo Hugué y Gaudí”. La mayor parte de los papeles, escritos a mano y con correcciones a lápiz, están en castellano y apenas un 5% en catalán. “Se nota que están escritos ya en la vejez porque hay algunas repeticiones, no siempre recuerda las fechas y a veces cambia algún detalle, pero son de un enorme interés.”

El capítulo más suculento es el que narra su relación con Carlos Casagemas, a quien describe como exaltado y provocador

Hay apuntes deliciosos. De Eugeni d’Ors dice: “Más soberbio y más prudente, se apartaba despectivo de aquellos intratables y descamisados bohemios. Delicado como una mujer, sensible y bueno”. Sobre el coleccionista Lluís Plandiura: “Era el más optimista de la tropa y el que estaba más encantado de la vida”. De Francesc Gimeno: “¡Ai! Pobre Gimeno nunca consiguió llamar la atención con su pintura (…) Vestía como un proletario”. Y de Picasso: “Travieso, alegre, ardoroso y rebelde, con ojos negros y penetrantes, capaz de jugarle al diablo una mala partida (…). Callado y reservado, según su costumbre; hablaba poco y escuchaba mucho, pero decía más con una palabra que otros con cien”.

El capítulo más suculento es el que narra su relación con Carlos Casagemas, a quien describe como exaltado y provocador, capaz de sacar en cualquier momento “un aparatoso revólver de cow boy”. Explica su afición a la bebida y como nada más llegar a París, él y su íntimo amigo Picasso, “ya se habían provisto de una amante, cosa lógica e imprescindible para todo español que iba a la Ville Lumière”. En ese contexto aparece Germaine, “aquella carne tan bella como impura”, de la que se enamoró Casagemas. Y narra una serie de aventuras en Barcelona, de las que los biógrafos de esa musa, que lo fue de Picasso y que acabó casada con Ramon Pichot, desconocían. Opisso relata el suicidio de Casagemas a partir de testimonios. E incluye una dramática anécdota. Nada más caer al suelo herido de muerte tras dispararse en el Café de l’Hyppodrome de París, su amigo Manolo Hugué “empezó a removerle los bolsillos buscando la llave de su taller (…) Lo único que le interesaba era tener donde poder ir a dormir aquella fría noche de invierno”.

Autor: Josep Playà Maset

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